domingo, 9 de mayo de 2010

Washington, 2 de 2

Día 4
Hoy ha sido un día muy poco interesante, comparado con el resto. Hay poco que contar, así que seré breve. He visitado varios museos, aprovechando un pase que me compré que me vale para visitar un montón de sitios en 3 días. Era un día lluvioso, así que era mejor así. El más interesante ha sido el que vi primero, el de la prensa: The Newseum.

En las fotos, las portadas de algunos momentos muy recordados:

La famosa frase "Volveré" de MacArthur:

La llegada a la luna:

O la muerte de Marilyn Monroe:

Había una sección para fotos ganadoras del Premio Pulitzer, como ésta de Obama bajo la lluvia:

Las había preciosas, espectaculares, y otras tan tristes, que produce dolor verlas.
Otra sección, por ejemplo, te contaba los peligros que corren los periodistas cuando están informando desde puntos conflictivos. Abajo, una camioneta con un montón de agujeros de bala reales, entre otras cosas.

El museo tenía secciones para momentos específicos importantes de la historia, como el que ya conté del asesinato de Lincoln. Estas imágenes recrean la escena:


Y la recompensa que se ofrecía a quien hallara al asesino o sus cómplices.

Y otra de estas secciones era, por supuesto, la del ataque a las Torres Gemelas.
Aquí podías encontras los restos de la antena que una de ellas tenía encima,
la cámara y otros objetos recuperados de un fotógrafo –el único periodista– que murió en el atentado (murió cuando se derrumbó la segunda torre), las portadas de los periódicos de todo el mundo cubriendo la noticia,
o un vídeo con imágenes impresionantes y comentarios de gente que vivió aquello en primera persona. La sala donde se emitía este vídeo estaba completamente en silencio (uno de esos silencios que te llaman la atención), aunque éramos unos cuantos allí viéndolo.
Era inevitable emocionarse con aquellas imágenes y vivencias contadas en primera persona. Así que, muy precavidos, a la salida de la sala donde se proyectaba este vídeo había una cajita de pañuelos…
Yo no usé la cajita, pero sí uno que llevaba en el bolsillo...

Vista del Capitolio desde la terraza del último piso:
Ese día en el museo dieron por televisión en directo la noticia de que habían sacado unas fotos nuevas del sol, que aportaban algo más de información.
Como digo, visité otros museos, pero éste es el que más valía la pena contar.

Y como cada día, al final de la jornada, me dirijo de regreso a Union Station para volver al hotel. Abajo una de las estaciones de metro por dentro. Las estaciones, ya veis, muy bonitas, pero el sistema de metro en sí no me gustó tanto: hay distintos precios según donde vayas, es caro, hay pocos asientos en la propia estación mientras esperas que llegue el tren, prohíben comer (yo saqué un día unas papas y me las estaba comiendo tan tranquila, hasta que un hombre me advirtió que me podían poner una multa por eso... y las guardé, agradeciéndole el aviso), y no hay muchas estaciones, a mi entender. Lo único que me gustó fue que te avisan de qué lado se abrirán las puertas... (y ya ves tú, pero me parece un detalle, porque yo siempre estoy muy perdida en ese sentido).
Desde allí cojo el autobús que me trae de vuelta al hotel. Es el autobús que ya mencioné que hay con servicio gratuito para el hotel y la universidad y colegios para sordos. Hoy estaba lleno. Yo me senté en el único asiento libre que quedaba. Y aun así, había un gran silencio. ¡¡Y no porque no había gente hablando!! Ayer hubo una entrega de premios en el salón de actos del hotel. El ponente hablaba en gestos, y se oía la voz de alguien que traducía lo que decía. No al revés. Al final uno se contagia, y acaba actuando igual: al entrar o salir del autobús, no hablo, sino que miro a la persona y le hago señas para que pase delante, o le pregunto si va a salir en esa parada, etc. A lo mejor luego resulta que sí oyen, pero como digo, es el ambiente que contagia.

Día 5
Hoy ha sido el último día que me quedaba por disfrutar entero aquí antes de volver. Mañana regreso por la tarde. Me he pateado kilómetros de esta ciudad. Y he concluido que me encanta Washington. Yo podría vivir aquí. Uno de los guías de hoy decía, de broma, que había dos cosas que Washington tenía más que ninguna otra ciudad: abogados, y árboles. La broma venía con lo primero, lógicamente, pero a mí me ha quedado lo segundo. ¡Qué cierto es! El paisaje que me llevo a casa es: edificios de piedra magníficos, avenidas anchas de hasta cuatro carriles cada sentido, agua del río, piscinas y fuentes, y verde, mucho verde, de zonas amplias de hierba y de árboles en todas las calles. Esta ciudad es preciosa.










He recorrido a pie todo el tramo que hay entre el monumento a Washinton y el Capitolio. Se trata de una zona peatonal, bien amplia, con grandísimos cuadrantes de hierba. Era ya media tarde de un día espléndido. El sol se iba yendo, pero aún calentaba. Y grupos de gente joven llenaban las áreas de hierba jugando con un platillo volador, al béisbol o al kickball, que es una variante del anterior.
Había muchos grupos jugando a lo mismo, y no he podido evitar el preguntar a un chico de por allí qué deporte era ése. Me ha explicado que se llama "kickball", y me han dicho que todos los grupos que había allí formaban parte de una liga. He preguntado si era cosa de la universidad, pero me han dicho que no, que era algo social y lo podía encontrar en Internet, como diciendo: “apúntate”, ya que han notado mi interés. Pero les he dicho que no era de aquí y no podía, pero que les envidiaba y que tenían mucha suerte de estar viviendo allí. Y es que lo pensaba así, tal cual. Ha sido un paseo encantador, con la temperatura que había, las vistas del Capitolio al fondo, gente joven corriendo, pasándolo en grande, otros haciendo footing o sentados en un banco leyendo… Me habría quedado.




Pero eso en realidad ha sido más tarde, hacia el final del día. Antes, he seguido visitando cosas nuevas. He hecho un tour por otra zona de Washington que incluía Georgetown,


y la "catedral", como la llaman ellos.


Esta iglesia es la que utilizan para todos los actos oficiales religiosos. Es la segunda más grande de EE.UU. después de la de NY, y la sexta del mundo. Es de estilo gótico, pero construida en el siglo XX, con lo cual le han incorporado muchos elementos modernos y prácticos. Es chulísima. Es cristiana, pero no la identifican con ninguna variante específica -para que valga para todos.

Por cierto que aquí tuvimos otra guía excelente. Era, igual que en la cárcel de Alcatraz en San Francisco, una señora bastante mayor ya, pero en este caso debía tratarse de un grupo de voluntarias que se ofrecen para hacer las visitas a los turistas. Fue genial.
Vista a lo lejos de la Embajada española.
He visitado algunos monumentos conmemorativos más, como los de Jefferson y Roosevelt. Aquí los llaman “memorials”, y se supone que son lugares para la reflexión.





Al contrario que los "monumentos", como el monolito de Washington (en la foto, al fondo), que son más de "celebración".



No conseguí visitar el monumento por dentro, aunque creo que lo único es la vista de la ciudad desde lo alto. Debe ser muy chula, porque por ley ningún edificio puede ser más alto que esto.
Uno de los días que pasé por allí había un escenario con varias bandas tocando. El ambiente era muy bueno, y aproveché para comer sentada allí en la hierba, escuchándoles.

Otra vista del monumento y el Capitolio.

Esta foto está tomada desde lo alto de la escalinata del edificio del monumento a Lincoln. En el suelo se puede leer el famoso comienzo del discurso que M. Luther King dio desde este mismo lugar: "I have a dream".

El edificio antes mencionado, desde enfrente:

También hoy vi la Casa Blanca desde el otro lado.


Se aprecia mucho mejor. La vista es desde mucho más cerca.


Perspectiva desde el aire:

Y por último también visité otros museos, como el Madame Tussauds, y me codeé con Johnny Depp...

o con el presidente y su mujer.

Por cierto que a éste lo “oí” pasar precisamente en este paseo que decía al principio que di al final de la tarde. En un momento concreto oí un montón de sirenas, y pasó una fila larguísima de coches, la mayoría de policía pero otros negros en el medio, y es que era Obama que volvía a casa… Eran las 7.

Y día 6
Hoy fue un día poco interesante a efectos de esta narración: preparar maleta, salir a ver algo más, poco más, por aprovechar las horas previas al viaje pero mirando el reloj a cada dos por tres, y regreso al hotel a por las maletas, etc.
Éste es el "castillo" central de todos los museos Smithsonian.
Museo Smithsonian del mundo natural:
Monumento a Lincoln, que abolió la esclavitud (con un negro a sus pies) en la plaza que lleva su nombre:

Aproveché para visitar brevemente la exposición que hay en uno de los edificios del campus en donde cuentan la historia de cómo nació la universidad y cuáles fueron los momentos más importantes para ellos. (Ya mostré la foto en la entrada anterior). Muy curioso. Los colegios de primaria y secundaria están en el mismo campus.

El regreso fue bien, gracias a Dios, y llegué a casa cansada pero con la sensación de haber disfrutado de un viaje enriquecedor y que ha valido la pena. Lo recomiendo.

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Curiosidades:
-"Pack" de hojitas para hacer vudú. Ahí pones el nombre de la persona en la que piensas y lo que deseas que le pase. Lo encontré en una de las tiendas de regalitos y recuerdos que hay a la salida de algún museo. Muy fuerte.

-Vi muchas bicis así, en tandem, pero con el asiento de atrás más bajito, para un niño. Me hizo gracia. Creo que es una idea genial.

-En Union Station podías aprovechar para cargar la batería de cualquier cosa: móviles, ipods, ... de todo. Echas unas moneditas, y conectas tu aparato al cargador que te haga falta según las medidas de tu aparato. Un dólar cada 10 minutos. Creo que es una maravilla, dado que hoy día llevamos tantas cosas que funcionan así y que muchas veces, por quedarnos sin batería, nos ponen en apuros, ¿no?


Fin.

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