lunes, 7 de septiembre de 2009

La llegada


America, here I am!!
Ya he llegado. Como estaba previsto, ayer domingo pasé el día de viaje. En total, desde que salió el primer vuelo por la mañana a las 8.30, hasta que llegó el último a las 6.30 (hora local – en España son 6 horas más), suman 16 horas de viaje. Pero teniendo en cuenta que me levanté a las 5.30 y me acosté sobre las 3 de la mañana de España, pasé casi un día entero despierta vagando por ahí.
Todo fue bien, excepto que en Madrid me di cuenta de que me faltaba un documento que acompaña al visado y que yo había metido en una de las maletas que facturé. Me dejaron viajar, pero en Filadelfia, donde hice escala, tuve que sacarlo y pasar por seguridad para que me dejaran seguir después hasta Boston.
Hay que ver la de controles que hay que sufrir. Me pregunto yo: si ya hemos pasado toda clase de controles para coger un vuelo, y no hemos salido del aeropuerto, ¿por qué volver a pasar más en el siguiente aeropuerto? Son ganas de incordiar y obligar a hacer más y más colas. En uno de ellos, por primera vez, me tuve que quitar los zapatos.
Y en Filadelfia, que tenía dos horas y cuarto entre un vuelo y otro, entre el control de inmigración porque era el primer aeropuerto americano que pisaba, y con el tema del papel que me faltaba, coger las maletas –porque allí todos tenían que cogerlas para volverlas a facturar a continuación cada uno al destino que fuera– y demás controles, tuve el tiempo justo para coger el siguiente avión.
En fin, mis dos maletas, bolsas de mano, mi resfriado y yo, llegamos finalmente a Boston sin incidentes ni retrasos. ¡Bien! En el aeropuerto me recogió una amiga de Elvira que me trajo hasta su casa, aunque ella llegará hoy. Elvira es la que me hizo la entrevista y me contrató. Trabaja en la escuela donde yo voy a estar.
Vive en una urbanización con casas de dos plantas todas igualitas, monísimas, con jardín delante y vistas a un mini-bosque detrás. La mayoría son gente jubilada. Tiene una casa de esas de revista, con todos los muebles super clásicos. Mi dormitorio tiene una cama altísima (hay un taburete con dos escalones de madera para llegar) y un dosel. En la urbanización hay una pista de tenis, y una casa común para toda la urbanización con sala de aparatos para hacer deporte, mini-biblioteca, sala para fiestas con cocina, y piscina climatizada. Casi res.
En la casa me esperaba Edwin, un señor que trabaja aquí. Es de El Salvador. Es muy majo. Me llama Amparito. Sólo hace dos años que está aquí y casi no habla inglés, pero no sé hasta qué punto lo aprenderá nunca, porque aquí todo tiene versión en español: hay canales de la tele en español, cualquier servicio te da la posibilidad de elegir el idioma en el que quieres que te atiendan, y mucha gente es hispana o ha estudiando español, con lo que puede entenderte en ese idioma.
Elvira llegará esta tarde y supongo que me llevará al hotel donde pasaré la semana hasta que encuentre piso. Seguramente me quedaré en Lowell. Aún no he estado allí.
Será mi próximo destino y estoy deseando llegar.
Por cierto que mañana, día 8, será mi primer día en el colegio (hoy lunes aquí es fiesta: el día del Trabajo). Así que a todos los que me presenten les diré que es mi cumpleaños. Al menos, aunque estaré lejos de casa, ¡recibiré muchas felicitaciones! Espero que no sea un día muy duro…