martes, 6 de octubre de 2009

Mi primer mes

Señoras y señores:
¡¡Me acaba de tocar la lotería!! Increíble. Cuando llegué aquí, envié un mensaje a una señora de Nueva York que conocí cuando ella estuvo en España, y necesitaba un intérprete para entrevistarse con varias empresas jugueteras para intentar empezar un producto con ellos para venderlo aquí en América. Yo la acompañé durante los dos o tres días que estuvo por allí, y después de pasar tanto tiempo juntas (la recogía por la mañana en el hotel y hasta la noche: entrevistas, comidas,... todo), pues claro, hicimos amistad.

La mujer ha sido más que amable conmigo. Cuando visité Nueva York por primera vez, ya quedé con ella y fuimos juntas a ver un musical, y me invitó a cenar y todo. El caso es que, como digo, le escribí un email para que supiera que estaba por estas tierras. Y hoy me ha llamado para saludarme y charlar. Pues ¿a que no sabéis que? Me ha invitado a pasar el último fin de semana de noviembre –que aquí se celebra Thanksgiving y por tanto es fiesta desde el jueves– a pasarlo en su casa de Nueva York. Ella no estará porque se va con su familia, así que me dejará las llaves con el portero y podré estar en su casa los 4 días visitando la ciudad!!! ¿¿Se puede tener más suerte en esta vida?? ¿Que dónde vive? Pues en la Quinta Avenida. ¿Hay envidia o no hay envidia?, ¿eh? No recuerdo quién pensó en mí para que hiciera de intérprete a esa señora. Seguro que fue desde la asociación de fabricantes de juguetes de Ibi. Imagino que mi padre, pues. Gracias por esto también, papá.

Ha sido mi regalo de aniversario: hoy cumplo un mes de estancia en Estados Unidos. Llegué el seis de septiembre. Y hoy estamos a seis otra vez.

He hecho un breve análisis de lo que he conseguido desde que llegué:

-Abrir una cuenta en el banco, y tener una tarjeta.
-Comprar un teléfono móvil.
-Buscar un apartamento, y amueblarlo.
-Instalar televisión por cable e Internet en el piso.
-Registrarme en el Consulado español.
-Conseguir un numero de la Seguridad Social de aquí, que es como un DNI.
No sé si me dejo alguna cosa.

Además, ya he hecho un par de excursiones, a Boston y a Salem.
Y en el colegio cada vez estoy más instalada. Mañana va a empezar a venir conmigo a las clases de los mas pequeños una señora de un voluntariado que hacen aquí, y me va a ayudar con los niños más difíciles. Por ejemplo, a veces estoy intentando hacer alguna actividad con los de cinco años, pero viene uno con los cordones desatados, y hay que solucionarlo, porque sino no te deja tranquila (la de cordones que he atado desde que he llegado aquí), pero es un problema porque te interrumpen la explicación... Pues ahora ella se encargará de eso, y yo podré centrarme en lo mío. O si dos están jugando al fondo y no atienden. Veremos cómo funciona, pero creo que me vendrá fenomenal.

Y Ana vino ayer diciendo que había visto a una mujer española delante del despacho de Elvira. No queremos tocar las campanas todavía, pero nos olemos si será que van a contratar a alguien mas para el departamento. ¡Por favor, por favor, Señor, escúchanos! ¿Os lo imagináis?

Bueno, pero todo no son maravillas. Mi madre un día me preguntó si echaba de menos el sofá de mi piso en Ibi. Es que es una maravilla de cómodo. Y tengo un pisito tan apañadito... En ese momento no me acordaba yo de eso, la verdad, porque tenía tantas cosas en la cabeza que no me había parado a pensar. Y aún no me había sentado nunca en el nuevo. (Hasta que no compré una sábana y lo forré no me apeteció). Pero el tiempo pasa, y ya lo he probado –y efectivamente no es tan comodo-.

He hecho una lista de las cosas que echo de menos:

-Lo primero y principal, a la familia, por supuesto.
-También a los amigos, y el hecho de no tener aquí aún gente con quien poder salir o hacer algo los fines de semana. Es complicado porque ya a mi edad la gente tiene su vida, su familia. No me importa demasiado porque soy muy independiente y me las apaño bien, y veo mucha gente entre semana en el colegio. Pero a veces te apetece tener a alguien que te acompañe para algo, y no lo tienes.
-Y luego tener ciertas comodidades que uno da por sentadas pero que en otro sitio ya no se dan. Algunas pueden parecer absurdas, pero el caso es que te acuerdas de ello: “Ah, ahora yo haría esto” o “Ah, no, no puedo porque no tengo de aquello”.
Ejemplos:
-De la casa: el Nescafé, o cualquier otro café soluble. Aquí no se hacen un vaso de leche calentita por la mañana, ni por la noche, así que lo que hacen es tomar café-café. Pues yo me tomo la leche con eso, pero no es lo mismo.
-Aceite de oliva. No lo hay. En Boston entré de casualidad en un supermercado tipo El Corte Inglés, en el que encuentras cosas especiales que no hay en los sitios normales, aunque también es más caro. Y me compré una botellita. Pero quiero medir bien en qué la uso.
-Olivas rellenas y variedad en embutidos. Algo hay. Curiosamente el jamón y el salchichón pone que son italianos. No lo entiendo. ¿¿No sabemos exportar eso los españoles??
-Las sopas. Con lo que me gusta algo caliente de cuchara para cenar, y si me lo dan preparado, mejor. Pero no les encuentro la gracia a las de aquí, la verdad.
-El sofá. ¿Por que no? Y la tele, tan pequeña ésta. Con el pantallón que tengo en casa. Todo mi piso, en realidad. Lo tengo tan nuevo que es inevitable.
-La ropa: me traje bastante, pero me dejé mucha también. La posibilidad de variar es más limitada.
-Los espejos. Ya sabéis que en el del baño me tengo que poner de puntillas. Tengo uno en el salón pero hay tan mala iluminación que no me sirve de mucho. Y aquí tampoco hay espejos en los ascensores. Son grandes y espaciosos, pero no tienen espejo. Con lo que me gusta a mí echarme un último vistazo antes de salir de casa para comprobar que todo está en orden, y aquí no puedo de ninguna manera!!
-Mi balconcito con las flores y plantitas que tuve el año pasado tan bien arreglado. Me encantaba llegar a casa a pie desde la calle y mirar hacia arriba y verlo todo cubierto de margaritas. Lo tuve precioso. Y en la parte de dentro tenía ciclámenes, también muy bonitos.
-La siesta. En realidad aquí no te das cuenta porque comes mientras trabajas y sigues activo hasta la tarde. Pero algún día ha habido que he notado un cansancio de ésos que en España curaba yo fácilmente sentándome y dejando caer la cabeza diez minutos después de comer.
-Tener la facilidad de moverse que uno tiene cuando tiene coche y se conoce los sitios. No creo que me compre un coche al final. Por barato que me lo pongan, por tan poco tiempo pagar eso, más el seguro, más el gasoil... Me interesa mas combinar autobuses, taxi, tren, e incluso alquiler de coche para ocasiones puntuales. Viniendo como vengo a pie a clase durante toda la semana, nunca me va a salir tan barato tener coche propio.

Hablo mucho en español, lo cual no es muy bueno, pero también ayuda cuando tienes algún problema porque te desahogas mejor. Eso es lo bueno del departamento de español aquí. Con Rafael y con Ana me llevo de maravilla y eso es genial porque me hace sentirme muy cómoda cuando estoy en el colegio, a pesar del trabajo.

Bueno, chicos, ha sido mi aportación personal como celebración de mi primer mes aquí. Aunque he dejado lo melancólico para el final, ya veis que los apartados positivos también son bastantes, y quiero cerrar en plan positivo. Voy a estar muy bien y seguro que cuando tenga que volver me va a dar mucha pena porque habré estado muy a gusto. Os recuerdo que podéis venir a verme cuando queráis. Tendré vacaciones la semana del 15 al 21 de febrero, y del 19 al 25 de abril, o a partir de finales de junio, antes de que vuelva a España. También tengo libres algún lunes o viernes en enero, abril o mayo que hacen un fin de semana largo que se puede aprovechar... Dicho queda.