martes, 29 de diciembre de 2009

Navidad, en casa

Hola:
Hoy escribo por deferencia a mis posibles lectores no-ibenses. A los de aquí, ya me tienen cerca estos días, y me escuchan lo que tenga que decir de propia voz. Pero para los que no, pues he pensado mantener la buena costumbre de una entrada semanal contando algo de lo que ha sido mi semana, para que no me echéis de menos. Lo que pasa es que me estoy retrasando mucho, porque se me está yendo la semana, y aunque lo tengo a menudo presente, como no tengo Internet en casa me cuesta encontrar el momento de acabar esto y colgarlo. Voy a hacerlo breve y a ver si lo dejo hecho esta noche.

Como digo, estoy de vuelta en mi tierra. El viaje fue bien, gracias a Dios. Era directo de Boston a Madrid, así que mucho más cómodo. A mi lado, en el avión, un chico francés con el que estuve conversando casi todo el viaje, con lo que se me hizo muy ameno. En este avión apenas había un par o tres de pantallas para cada zona, y pusieron una película en todo el viaje. Recuerdo que en el de ida, con American Airlines, cada pasajero tenía su propia pantalla delante del asiento y tú elegías de entre un montón de películas las que querías ver. Así que en ese aspecto, muy mal Iberia. Y es una pena, porque teniendo vuelos directos desde Boston a una buena hora y bien de precio, me interesa más esta compañía…

El último día de clase antes de venir, en el colegio propusieron que el que quisiera (y como siempre, con un donativo de un dólar) podía ir en pijama. Y fue divertido. Sobre todo por los profesores que lo hicieron: hubo dos chicas que llevaban, además del pijama, un antifaz a conjunto una, y la otra unos rulos en la cabeza. Qué risa. En clase con mis alumnos estuvimos haciendo una postal de Navidad y les hice muchas fotos. Fue un día agradable.

Por cierto que al hacerles las fotos comprendí lo asumido que tienen los negros el hecho de que son oscuros, y por tanto es complicado que salgan bien. Cuando hice una foto a varios de ellos, me pidieron verla, y el que era negro dijo: “Jo, soy tan oscuro que no me veo ni yo!” Luego, sin flash, ya salió mejor. Eso me pasó también una noche con Phil, que intenté hacerle una, y me dijo todo tranquilo: “No va a salir”. Y efectivamente, era todo negro y no se distinguía nada. Me hace gracia ver cómo están ya de mentalizados. Pero vaya, eso nos pasa a todos, porque ser tan blanca como soy yo, también tiene otros inconvenientes… y también los tengo bastante asumidos.

Un par de alumnas me regalaron una postal de felicitación de la Navidad. Eso siempre gusta y se agradece que hayan pensado en una. Y eso que es una clase fatal. A veces me pregunto por qué lo harán: no es posible que me tengan cariño cuando les riño tanto… En fin, algo habrán visto en mí.

Otra cosa es la clase de primero, que les tuve que decir que instauraba la nueva norma de que no me pueden dar ya ningún papelito cuando llegue a clase. Y es que me da pena porque a ellos les hace ilusión eso de regalar dibujos a la profesora, pero parece que lo hacen ya como una competición a ver quién me quiere más o algo así, porque todos los días llego al aula y me entregan aviones y barcos de papel, dibujos, frases tiernas… y me voy cargada con un montón de folios a los que ya no hago ni caso y tiro automáticamente al llegar a mi mesa. Así que ha perdido el sentido: me molesta todo el papel que están tirando, porque además me doy cuenta de que no es una cosa que les nazca espontáneamente, sino que lo hacen ya todos por sistema. Y así pierde la gracia, y no quiero que malgasten el papel de esa manera.

Bueno, y en cuanto a mi estancia en casa, todo bastante bien. Excepto la calefacción en el piso, que no funciona bien, pero menos mal que aguanta bastante bien el calor y entre los ratos que funciona la caldera y los dos radiadores que me llevé estoy pasando los días bien. Pero en verano cuando regrese voy a tener que ponerme a arreglar varias cosas que ya piden cambios. ¡¡Pues sí que dura poco lo nuevo!!

Estoy tratando de recopilar material que me pueda servir para las clases allá, ahora que ya sé lo que hay y cómo funciona todo. Mañana voy a ver si acabo de hacer las compras que me faltan, entre ellas algunos encargos: bandera de España, castañuelas que me pidió una mujer, turrón para todos… También estoy intentando copiarme algún vídeo o cd con canciones infantiles y cosas así. Tengo una lista con todo lo que debo hacer antes de irme, y ya veo que se me están agotando los días y me faltan un montón de cosas. Hoy he aclarado temas de los bancos, he tenido una comida con las amigas, tengo las maletas ya listas…

En fin, intento aprovechar el tiempo lo mejor posible para estar con mi gente y ponerme al día con el resto de asuntos, pero el tiempo pasa volando. El viernes está ya ahí y no estaré de vuelta hasta el verano, excepto por un fin de semana exprés que volveré por la comunión de mi sobrina mayor Cristina. Tendré que pedirme un par de días para que me dé tiempo de ir y volver, pero era preciso. Además, ¡soy su madrina! Qué mayor ya. El tiempo también pasa volando en años, no sólo en los días de vacaciones.

Bueno, queridos lectores: dejando nostalgias aparte, mis mejores deseos para el año nuevo. Espero que tengáis muchos deseos y proyectos para 2010, porque así es como se demuestra que seguís teniendo un espíritu joven y entusiasta. Aunque no se cumplan, o no todos, pero tener la cabeza llena de sueños ya es positivo: hay ilusión.

Hasta pronto.

domingo, 20 de diciembre de 2009

¿¿LCCPS llega a su fin??

Queridos lectores:
Escribo en mi último fin de semana antes de las vacaciones de Navidad, que pasaré en casa con la familia. LCCPS son las iniciales de la escuela, como aquí la llamamos por tener nombre tan largo, pero no os creáis que es que me lo dejo. No. Seguid leyendo.
Tengo la maleta aquí fuera, para empezar a prepararla en cuanto acabe de publicar esto. Me llevaré sólo lo justo, claro. Lo que no tenga que volver. También me llevo una lista de lo que quiero traerme a mi regreso: cosas que he ido anotando que echo de menos o que no encuentro aquí y me vendrían bien. Ejemplos: lo típico es algo de embutido (jamón, lomo, -ya sabéis…), pero también necesito otras cosas como una bandera de España, que me han pedido los del departamento, que hay de muchos países pero no de España, o una tapa para lo que meta en el microondas, que no he encontrado por ningún sitio por mucho que he buscado, algo de hilo y agujas para coser, que tampoco he visto y tengo un par de botones que me cayeron hace meses, un bote de Cebralín, mi gran amigo para las manchas de aceite…

Hoy ha nevado otra vez. No tanto como en otras zonas más al sur donde se esperaba algo bastante más fuerte. No he visto las noticias aún pero seguro que hay mucho desastre. Aquí ha sido una cosa normal. Pero aún quedaba hielo de antes. El lunes pasado al llegar al colegio había una ambulancia llevándose a una profesora que había resbalado y cayó. Es lo más peligroso.

Ayer pasé el día en Boston y acabé de hacer algunas compras. Entre otras cosas, un regalo para mí misma (un ipod touch), “porque yo lo valgo”. Ahora a ver si lo sé usar y me aclaro con él. Había mucho ambiente en los centros comerciales, como es lógico en el sábado antes de Navidad. Así que lo pasé bien. Estas fotos son para que veáis el ambiente y la decoración del "mall" y la placita que se ve a la entrada del centro comercial, con el agua congelada. Hace mucho frío.


En el colegio esta semana ha habido un par de noticias importantes. Os cuento:

La primera, más light, es importante para los de español, porque Ana y yo por fin nos decidimos a hacer el pedido de material para el departamento. Y es que pasaba el tiempo y no había manera de que se pidiera, así que como no veíamos que la cosa fuera a tener lugar, y necesitábamos cosas para trabajar, nos pusimos las dos manos a la obra. Sobre todo ella, pero con mi ayuda: hacer una lista con todo lo que hacía falta, referencias del catálogo, precios y cantidades, pasarlo a una hoja de pedido formal, conseguir que Liz, la directora, lo firmara, llevarlo a la oficina de administración para que lo sellaran y lo enviaran, y esperar. Llegó al día siguiente o a los dos días. Y entonces hicimos el reparto. Ahora tenemos un montón de tubos de pegamento, cartulinas de colores, rotuladores, carpetas, papel de seda, un montón de cositas de colores para hacer proyectos y manuales con los niños… En fin, un montón de cosas que nos hacían mucha falta y nos vienen de maravilla.

Y es que hay que hacer muchas cosas de este tipo con los alumnos. Yo ya cada vez hago más. Ahora ya sé cómo plantearlo, y sé que es lo que necesitan para asimilar lo trabajado en clase de una forma amena. Además, pasas dos o tres clases con ellos superentretenidos pintando, recortando y pasándolo genial porque mientras trabajan se cuentan sus cosas. Y ya tengo todo el material que necesitaba para poder hacerlo. Estamos todos muy contentos con la llegada de estas cajas.

Estos tres días de clase que me quedan voy a dedicarlos a cosas así:
-Una postal de Navidad en la que dentro escriben lo que significa para ellos.

-Un muñeco de nieve que los más pequeños decorarán con bolitas hechas con pedazos de papel de seda de distintos colores. Ahí el español lo pongo en práctica porque todos vamos haciendo las mismas partes a la vez: ¡ahora, el marrón para la escoba! y así.
-Cantamos villancicos
-Les cuento que en España vienen los Reyes Magos, y les pongo algún vídeo que he conseguido donde se ve a los “negros” subiendo los regalos a los balcones
Etc.

Todos hacen cosas para la Navidad, lógicamente, y decoran las aulas y todo. Pero van con mucho cuidado de hablar también del Hanukkah de los judíos y eso. El otro día había una profesora decorando la puerta de su clase, y yo pasé por delante y le digo: “Qué, decorando la clase para Navidad, ¿no?” “No. Es decoración de la estación (de invierno, se entiende), para no ofender a nadie”. Como si la Navidad fuera una ofensa. Qué ridículo. Todo lo que se hace es consecuencia de la Navidad cristiana, lo que pasa es que los ateos lo han adaptado a la suya, y todos hemos caído en ello, y al final los niños ya no saben ni lo que significa de verdad la Navidad. El otro día el de informática me decía que qué hacíamos nosotros en Navidad, porque no le encontraba sentido. Con eso de que nosotros recibimos los regalos en Reyes, si nuestros niños no se levantan por la mañana y corren a abrir los regalos el día de Navidad, ¿entonces qué hacemos? No lo entendía. Tenía prisa y se lo expliqué por encima, pero otro día lo cojo por delante y se lo cuento todo. Es que hay mucha gente así. Phil, este otro amigo que tengo, que de religión no ha oído más que la palabra suelta en alguna conversación, tampoco tiene ni idea de de dónde viene esto. Para ellos la Navidad es Santa Claus, que viene y trae regalos. Y claro, si tú no tienes eso, pues no tienes Navidad. Qué cacao tienen.

Bueno, la otra noticia que antes decía que había habido en el colegio –ésta sí que es importante, y de ahí el título de la entrada de hoy–, es que esta semana nos han comunicado que el consejero de educación ha decidido recomendar que no se renueve la licencia para que la escuela siga funcionando. Los resultados no han sido tan satisfactorios como la escuela prometió que serían cuando firmaron el “charter” (yo lo equiparo a un colegio concertado), y que no están cumpliendo las condiciones que establecieron. Con lo que en principio, en junio se cierra. Es muy fuerte esto, como entenderéis. Más de 900 alumnos, y un montón de personal, entre profesores y muchos otros que hacen falta para que todo funcione, a la calle. La noticia no ha venido en muy buen momento: a semana y media de la Navidad. Para mucha gente esto supone un problema muy gordo.

La decisión no es definitiva. Se decidirá a finales de enero, cuando una junta de once personas vote. Ahora el colegio está proponiendo todo tipo de actuaciones para conseguir que cambien de opinión, y están haciendo muchas reuniones y tomando decisiones todo enfocado a este fin. Según nos comentó Elvira (que ya no lo ve tan negro como el primer día), van a ponerse en contacto con estas 11 personas, y una por una (o sobre todo aquellas que les han dicho que son más favorables a un voto positivo), hacer que se pongan de nuestro lado. Así hasta conseguir 6 votos, que es lo imprescindible.

Los niños, padres y demás interesados, van a escribir cartas explicando porqué quieren que la escuela siga adelante.

La verdad es que esta escuela ya estaba sobre aviso, y hay muchas cosas que no funcionan bien, y parece ser que se han cansado de tanta advertencia y que todo siga mal. No sé. Entre los profesores hay distintas ideas: el que dice que es seguro que lo van a cerrar, y el que dice que no, que es un susto que nos están dando, pero que a la hora de la verdad no se hará. Yo también creo que es muy fuerte y no sé si se atreverán, pero desde luego la cosa no es para tomarla a broma.

He estado leyendo los comentarios que la gente ha ido escribiendo en la página del periódico donde apareció la noticia, y son muy fuertes. Muchos echan las culpas a la administración, por no saber tomar decisiones ni saber hacer funcionar un colegio y a todas sus partes correctamente, no elegir profesorado bien cualificado y no controlar cómo dan las clases, etc. Hay otro que dice que si en la consejería han tenido en cuenta que el 75 % de los alumnos vienen de las peores familias y son de lo peor en cuanto a comportamiento, que a ver qué tal los resultados cuando estos niños vayan a los colegios públicos. (Eso es verdad. Aquí se recoge todo lo que echan de otros colegios.) Que la mayoría de los que trabajan ahí son amigos o familiares del director. También escriben padres de alumnos contando cómo les fue a sus hijos aquí…

Prácticamente todos dicen lo mal que funciona este colegio, así que hay uno que llega a decir que no le importaría que lo cerraran.
http://www.topix.com/forum/education/edu-etc/TTM1ND6HM8OSMEGK1

Ya veis. Ése es el colegio donde yo trabajo.
El miércoles pasé el día fuera. Me había apuntado a un curso y la verdad es que me encantó. Ahora os lo cuento. Pero lo traigo a colación porque cuando yo me presentaba y decía que venía de Lowell, la mayoría soplaba o hacía cara como de “vaya sitio” o algo así. El pueblo no tiene muy buena fama. Incluso me dijeron alguna rima que repetían de niños que venía a decir que Lowell y Lawrence (otro pueblo cercano) son dos sitios donde uno debe evitar ir.

En fin, mamá: no te asustes. No es para tanto. Es un pueblo normal y yo vivo muy a gusto y todo está muy bien. Pero es verdad que la diversidad de razas que hay aquí es mucho más notable, y si encima la mayoría viene de familias pobres y sin recursos, pues no lo hace un pueblo muy apetecible para la clase media americana, imagino.

Bueno, el curso que os decía: estaba enfocado a los profesores de lenguas extranjeras. Fueron varias sesiones impartidas por una mujer que nos daba ideas para hacer actividades en la clase para mantener el interés y la atención de los alumnos, o para reforzar lo aprendido con ejercicios en los que el profesor no tenga que perder mucho tiempo preparando la clase. En fin, que nos dio muchas ideas muy buenas, porque eran muy realistas. No como estos cursos en los que todo es superinteractivo y hay que aplicar las nuevas tecnologías, pero luego en el colegio sólo hay una sala de informática y está siempre ocupada, o muchos no tienen Internet en casa, o sencillamente la actividad no funciona porque no es todo tan bonito como lo pintan en el curso. Esto eran ideas sencillas pero realistas, divertidas y que ya estoy poniendo en práctica. Además, la mujer nos dio un libro donde estaban todas estas actividades desarrolladas, y lo iba siguiendo en orden. Explicaba los juegos o ideas paso a paso para que las entendiéramos, o las ponía en práctica con todos nosotros como “sus alumnos” para que viéramos cómo funcionaban, pero no teníamos que matarnos a tomar apuntes porque ya venía todo en el libro. Y lo bueno es que eso vale para cualquier idioma, y se puede adaptar para enseñar temas muy diversos.

A mi lado se sentó una mujer árabe que iba tapada totalmente excepto por los ojos (llevaba gafas) y las manos. Creo que nunca había tenido a una mujer así tan cerca. No tapada de tal manera. Desde luego no había estado nunca hablando con una. Al principio pensé que era joven, no sé si porque iba toda con una túnica beige, clarita. Aunque hablaba con ella no podía imaginar su edad. Hasta que me contó cuántos años lleva enseñando aquí y cuántos llevaba en Dubai (creo que me dijo Dubai), y mentalmente hice la suma y pienso que estaba en los 50, al menos. Era profesora de árabe, claro. Era muy callada, pero cuando tocaba moverse por la clase e ir haciendo preguntas a los compañeros lo hizo como todos.

Algo que no cambia en ninguna parte es lo de los porcentajes de hombres y mujeres. Éramos unos 35, y sólo 5 eran hombres. Claro que ya sé que la asignatura que impartimos es más de mujeres, en general, mientras que las de ciencias o informática o así son más de hombres. Pero aun así, es llamativo.

Una de las actividades era como ésa en la que hay que ir pasándose una pelotita y cuando para la música el que tiene la pelota en la mano tiene que hacer algo. Aquí ese "algo" era -por eso de que no podía poner un ejemplo de una clase de verdad porque cada uno era profesor de un idioma distinto- adivinar el nombre del estado americano viendo una tarjeta con su contorno. Claro, casi todos eran americanos allí, y para mí fue increíble ver que viendo un cuadrado que en un lado tenía un borde irregular, un chico sabía que eso era Michigan, o no sé cuál, y con los demás igual. ¿Yo sería capaz de adivinar las provincias de España viendo sólo su contorno? Creo que sólo las de Alicante, Madrid, y no sé si alguna más podría deducir. No sé. Habría que probar. Las comunidades es más fácil, pero sólo son 17, y son más grandes. De todas maneras, ¿sirve para algo? Lo importante sería saberlas ubicar viendo el mapa completo, ¿no? Desde luego de geografía americana saben un rato, pero es que aquí sólo saben de Estados Unidos y de Afganistán, por eso de que tienen tropas allí, pero lo demás sólo les suena de lejos.

Me acordé de los cursos del Cefire (organismo público que se dedica principalmente a organizar cursos para los profesores de centros públicos, y que por lo tanto vive gracias a los impuestos de todos los ciudadanos). El curso que yo hice costaba 215 dólares, que el colegio me pagó porque era formación del profesorado, y ellos se dan cuenta de que los profesores necesitamos reciclarnos y formarnos para hacerlo bien. Y destinan unos fondos a ello. Eso en España no pasa. Si tú quieres hacer algún curso te lo pagas tú. Conclusión: nadie va a ningún curso, excepto los del Cefire que son gratis. ¿Y qué cursos organiza el Cefire? Pues hay de todo. La mayoría, poca calidad: títulos muy atractivos, pero gente muy floja que sabe que si da un curso le pagan un extra que le viene muy bien. Mucha oferta, pero en la mayoría de los casos no vale tanto la pena. ¿Por qué no dejarme que yo elija cursos de otros organismos que me gustan más, y pagarme eso? O bien organizar menos cantidad de cursos, pero de mayor calidad: traer a gente de fuera, buena, y que haga una charla de un día que vale más que muchos días de otro más flojo.

Aparte hay cursos como: aprender bailes de salón; conoce el entorno (=excursiones por las montañas de la comarca, en las que te cuentan qué plantas son las propias de la zona); pasar el día en Mundomar para que si uno tiene alumnos con NEE (necesidades educativas especiales) lo pueda llevar ahí, que los delfines son muy inteligentes y les ayudan mucho; clases de inglés (no para los profesores de inglés, claro, que ellos ya saben); “la fotografía digital como recurso didáctico”; o “cómo mejorar la autoestima en el docente”. Todos tienen alguna relación con la enseñanza, pero la verdadera utilidad en las clases que tenemos, de todas estas cosas que nos enseñan ahí, es prácticamente nula. Pero tienen mucha demanda porque son divertidos y dan los mismos puntos que otros en los que tienes que presentar una memoria. Genial.

Y ya lo último que os cuento: el otro día estaba charlando con Rosa y Zarak en su despacho, y de momento oímos golpes en la pared de al lado. Y ellas me dicen: "otro que han llevado con Óscar. Ya van unos cuantos esta semana". Y es que Óscar es el encargado de disciplina en la zona de la escuela primaria, y allí llevan a los niños que están dando problemas en clase. Y se ve que el niño se puso tan histérico que empezó a dar patadas a la pared. Me dijeron ellas que seguramente estaba así porque a los padres se les habría olvidado darle la medicación. Y yo me acordé de otros niños que tengo que también la reciben. Y les digo: "¿no os parece que hay muchos niños que reciben medicación? Antes no se hacía eso y los niños eran muy normales. Ahora hay un porcentaje muy alto de niños hiperactivos y agresivos" (que por otro lado, usan eso como excusa: "es que lo han diagnosticado como hiperactivo", y hala, con eso ya tienes que tragar porque no es culpa del niño, aguántate tú en clase con él como puedas). En fin, a lo que iba, que Zarak me contesta: "Es que tienen el cerebro distinto. Ahora hay muchos niños que ponen desde tan pequeños de cara a las pantallas y a los videojuegos y ordenadores y todo eso, que acaban desarrollando el cerebro de forma distinta, y por eso necesitan medicación." Algún psicólogo se ve que le enseñó en algún curso el interior de los cerebros de un niño normal y uno que ha jugado mucho a las maquinitas, y se veían diferentes. Y por eso luego no se desarrollan igual y tienen problemas de comunicación, sociabilidad, son más agresivos, etc. ¡Fuerte!, ¿eh? No sé cuánto de cierto hay en esto o si verdaderamente se puede aplicar de una forma general, pero a mí no me parece descabellado y es muy probable que algo haya.

Cambio de tema: ¿os he dicho ya que aquí como a las 11.30? Y además ¡¡¡tengo un hambre...!!! Quién me lo iba a decir a mí.

Bueno, tengo trabajo que hacer para mañana, y quiero preparar aún la maleta, así que corto el rollo. La próxima entrada será desde España.
Feliz Navidad.

sábado, 12 de diciembre de 2009

Once días

Once días es lo que me falta para coger un avión directo a España. El 23. Llegaré al día siguiente, sin embargo, el día de Nochebuena a mediodía, si Dios quiere. Aquí se trabaja hasta el 23, día completo, pero yo me voy a tener que saltar la última hora para irme hacia el aeropuerto.

De momento, y mientras tanto, había planeado juntar a los compañeros del departamento y algún que otro conocido más aquí en el piso. Hacía tiempo que había dicho que tenía que hacer una especie de fiesta de bienvenida (en fin, una excusa para hacer algo juntos), pero luego siempre me cuesta un montón encontrar el momento. No sé porqué. El caso es que luego me encanta haber organizado algo en casa, pero me cuesta arrancarme. Bien, por fin fijamos una fecha. Pero la cosa me ha salido fallida. Casi nadie podía venir y lo he tenido que anular. Y es que muchos viven en otros pueblos o tienen familia… Yo lo comprendo. Pero conste que no pongo otra fecha.

Ayer viernes estuve en Boston. Paco, nuestro asesor del Ministerio, nos había convocado a todos los españoles, o más bien debería decir a todas las españolas (que es la verdad, somos más viajeras e intrépidas que los hombres, al menos en este tipo de cosas, y a los hechos me remito), a una reunión para conocernos y de paso conocer el centro de recursos que tenemos del español en un edificio de la Universidad de Massachusetts en Boston.

En principio, he de decir que llegar me costó una buena caminata desde la parada del metro, y ayer fue el día más frío de los que yo he pasado hasta ahora desde que llegué. Bajo cero unos cuantos, no sé cuántos, pero hasta bajo los guantes tenía los dedos que no los sentía. Cuando vaya a casa me voy a traer unas manoplas que me trajo mi padre de Rusia o por ahí, de algún viaje que hizo hace montones de años, que de tan calientes no los he podido usar casi nunca realmente. Ésta es su oportunidad. (Si es que los encuentro…)

A esta reunión vino el Cónsul a vernos, y el hombre se presentó y de alguna manera vino a decirnos que “estamos aquí para lo que necesitéis”. Nos quiso situar un poco en la historia del español en este estado, donde no llegaron los españoles (excepto alguna referencia en algún libro a pie de página donde parece ser que se cuenta que llegaron unos pescadores vascos, pero apenas hay historia de ello), y sin embargo es donde más estudios hay sobre el español, o más bien literatura en español, en las universidades, respecto del resto del país. Ya se sabe que aquí hay muchas universidades, claro. En la ciudad de Boston, me refiero. Y de las mejores.

Nos informó acerca de la presencia española en el estado hoy en día, en cuanto a población registrada (aunque no recuerdo bien la cifra y prefiero no decir nada) y de empresas establecidas. El resto fue divagar sobre cosas que se le venían a la cabeza: no dejéis de viajar a tal sitio, sería interesante que hicierais esto, aquí lo peor es la primavera porque llueve un montón, etc. Al principio, bromeando sobre el tiempo, decía que desde que estaba aquí se daba cuenta de que lo de “Cero grados, ni frío ni calor” no era un chiste, sino una realidad: hace tanto frío en invierno, llegando a -15ºC y por el estilo, que cuando estás a 0º, sientes como que hace un tiempo estupendo: “ni frío, ni calor”.

El caso es que estuvo bien que viniera el hombre y se interesara.

La reunión en sí no fue nada del otro mundo. Había tres auxiliares de conversación casi recién llegadas, que habían tenido problemas con el visado, pero finalmente ya están aquí. Viven con familias. De momento están contentas. Una de ellas trabaja en un colegio donde por lo visto se trabaja con un programa de inmersión en el español 100%. Son todo niños americanos que no hablan ni papa de español, y ya desde Kindergarten todo se les hace en este idioma, de tal manera que se ve que a los pocos meses ya los oyes hablando y defendiéndose en el idioma. ¡Qué fuerte! A raíz de esto comentó el cónsul que aquí, en muchos sitios aquí, se dan más horas de español que en ciertas partes de España. Así de cierto y así de triste.

Aparte de las tres chicas, el cónsul y Paco, había sólo otra chica, que es americana pero da clases de español en uno de los colegios donde está una de las auxiliares de conversación, Noelia, que es la chica que trabaja en el centro de recursos, y yo. O sea, fatal, porque tenían que haber venido más personas, y habría habido más que contar, intercambiar impresiones, etc., pero fue bastante pobre. Paco decía: “Hemos organizado esta reunión para que os conozcáis…” No se le ocurría mucho más que decir. Pues vaya. Menos mal que vino el cónsul y nos contó algo, sino habíamos terminado pronto…

Pero me valió la pena el viaje por dos cosas: del centro de recursos me llevé un montón de DVDs que me vendrán muy bien para mis clases, y puedo ir renovando el préstamo hasta que haga otro viaje a Boston, sin prisas, pero lo ponen bastante fácil para que la gente haga uso de los recursos. También me llevé alguna revista, folletos, etc. Y luego me sirvió para hablar más con Noelia, que ya la conocí en la fiesta de cumpleaños de hace unas semanas, pero aquí hablamos más. La pobre está superdeprimida: el trabajo allí es muy aburrido y en la habitación ésa hace frío. No tiene calefacción. Está de bibliotecaria prácticamente, pero no tiene quién vaya a buscar nada, o casi, así que no habla con nadie. El dinero de la beca que la trajo aquí es insuficiente para vivir bien, y como es tan difícil conocer gente, tampoco tiene nada que hacer los fines de semana. La pobre. Está pensando en volver a casa porque ve que no tiene sentido estar pasándolo tan mal y para nada. Así que voy a ver si quedamos y hacemos más cosas juntas a partir de ahora. También tiene un blog, como yo, así para tener a todos informados a la vez sin tener que ir repitiendo lo mismo a todo el que te envíe un email preguntando cómo te va. Esto de los blogs es un invento. Debemos de ser millones haciendo lo mismo.

No quiero hablaros de las clases esta vez. No ha habido nada extraordinario: días buenos, días malos y días regulares, como siempre. Nada especial.

Bueno, la nota positiva viene a continuación:

El miércoles desperté y al asomarme fuera del dormitorio mis ojos no pudieron perderse la escena: caía la nieve preciosa y abundante. Tengo una ventana grande grande, y ya os comenté que no tengo cortinas, así que se veía genial. Copos pequeños cayendo sin parar ocupando todo lo ancho y alto de la ventana. Una sonrisa asomó a mi rostro. Y enseguida recordé la frase de Elvira cuando me despedí de ella el día anterior: “A lo mejor mañana no hay clase”. - ¡La tele, hay que encender la tele! ¡Canal 4!. Abajo, una fila con nombres de colegios pasando. Espero la “L”. Van por la “S”. Aún falta mucho. La lista es larga, así que por si acaso no sale Lowell voy adelantando para que no se me haga tarde y me voy a prepararme la leche. Y hago bien… No han cerrado el colegio. ¡¡¡Ooooohhh!!! Bueno, no pasa nada. Me siento genial caminando con mis botas para la nieve recién estrenadas. En una bolsa las que luego me pondré cuando llegue al colegio. El paraguas también lo llevo. Ya hay que ir con el lote completo: gorro-guantes-bufanda. Todo está blanco y blandito. Casi nadie por la calle. Todo en silencio. No se oyen ni los coches casi. Se ve que la nieve hace que el ruido del motor sea menor. No sé. Pero me encanta esto. Además casi no me importa que no hayan anulado las clases: muchos niños han faltado. Muchos de los más conflictivos. Las clases se dan de forma mucho más agradable. (¡Cómo se nota cuando los grupos son pequeños! ¿Cómo no se dan cuenta de esto? Claro, habría que pagar a más profesores, pero es que es tanta la diferencia en la calidad de enseñanza cuando el número de alumnos por aula es menor… Bueno, me estoy desviando del tema):

La nieve sigue cayendo varias horas más. Pero al salir por la tarde sólo hay montañas que las máquinas han apelotonado a los lados de la carretera. Ahora es cuando viene lo malo: a la hora de cruzar la calle, has de hacerlo al final de cada manzana. No puedes cruzar a la mitad porque está toda la nieve en un montón a lo largo de la acera, ya se ha hecho dura y puedes resbalar y no conviene. Hay que esperar al final de la calle. Pero allí, igual que en las carreteras y otros puntos necesarios, han limpiado también la nieve para que la gente pueda pasar a pie. Sin embargo, precisamente porque ahí no hay nieve, toda la de los lados que se va deshaciendo, va acumulando el agua y va dejando unos charcos grandísimos. Cuanto más nieva, más grande el charco. Y yo no veo que pueda evitarlo, pero por ahí es por donde hay que pasar… Hoy llevaba unos zapatos más bajos –de nieve, pero bajos. La próxima vez me pondré las botas más altas y asunto arreglado. Después vino la lluvia. Llovió mucho rato. Y cayeron varios relámpagos incluso. Y ahora, un par de días después, lo que hay es bastante hielo, porque de tanto frío se congela todo, y hay que ir con mucho cuidado. Despacio.

Pero vaya, la conclusión es que me encanta la nieve y estoy feliz de tener tanta aquí este año. No pude hacer fotos ese día. Pero ya volverá a nevar.

Con añadidos y modificaciones, pero estos últimos párrafos los escribí el mismo día que nevó. Y es que es cuando está pasando tienes los sentimientos más frescos, y me sentía feliz de verdad de ver la nieve caer. Es precioso el momento de la nevada, aunque eso implique frío y otras complicaciones. Que por cierto voy a tener que comprar alguna vela. El jueves o el viernes, no sé, se fue la luz un rato. Fue poco y no pasó nada, pero verdaderamente todo lo que tengo, todo, va con luz. Lo que me alivia es que vivo en una comunidad y si eso me pasa a mí, les pasa a los otros, y además estando en pleno centro de la ciudad seguro que se puede arreglar antes, pero unas velas, por si las moscas, no me vendrán mal.

Bueno, chicos, me voy a acercar a casa del vecino, que me dijo que había organizado una sesión informativa en su apartamento para ver si recogen dinero para comprar pañales a familias con bajos ingresos. Y como no ha habido fiesta y estoy libre, voy a ver cómo me convencen de que afloje el bolsillo. No será por causas nobles: aquí cada dos por tres están recogiendo dinero para todo tipo de cosas. Me parece muy bien.

Hoy no hay ninguna foto. Sorry!! Pero habréis notado el cambio de diseño, ¿eh? Me apetecía cambiar algo. He de aprender cómo cambiar otras cosas que tengo en mente. A ver si lo consigo.

Un cariñoso saludo a todos mis queridos lectores.

sábado, 5 de diciembre de 2009

Una cena original

Saludos navideños:
El ambiente ya está preparado para la Navidad: sólo nos faltaba la nieve, y ya está aquí. Al menos por esta noche. Tenía ganas. Seguro que luego me canso, pero de momento tengo ganas de ver nieve, así que la esperaba con ilusión. El caso es que el jueves hizo muy buen día, llevaba hasta demasiada ropa para lo bueno que hacía. Esta noche he aprendido un dicho que me ha encantado: “If you don’t like the weather of New England, wait a minute, it will change”. (Si no te gusta el tiempo que hace en Nueva Inglaterra, espera un momento, ya cambia). Y así es.

El caso es que el invierno ya está aquí. Yo, por si las moscas, hoy he ido a comprar y he cogido provisiones para que nieve un par de meses seguidos si hace falta. Hambre no voy a pasar. (Bueno, he de deciros que siempre exagero un poco estas cosas, ¿eh? Que con lo del corte de pelo la gente se ve que creía que me lo había rapado o algo así de corto que lo imaginaban. No, no es para tanto. Es por darle gracia al asunto…) Sigo con el sistema de ir a pie, volver en taxi, y me va de maravilla, oye.

A cuento de los supermercados, dos apuntes:
1. Algo que me llama la atención aquí, aunque sea una tontería, es que no hay Fanta. ¡No hay! No lo entiendo. Mil bebidas, pero no hay Fanta. ¿Alguien me lo explica? Es la misma casa que la Coca-cola, ¿no? Ni siquiera marcas blancas con refrescos de sabor similar, que yo sepa. Es raro.
2. Esto no es sólo de aquí, yo creo que en España y en todas partes es igual, o se va acercando: Es absolutamente imposible comprar yogures que no sean light, o "low fat", o "non fat", o así. ¿Es posible? ¿Por qué? Vamos a ver: me siento discriminada. Las cosas así no saben a nada, por mucho que lo nieguen en los anuncios. (Es como cuando te dicen que una depiladora no te va a doler. Mentira). Me parece muy bien que el que quiera comerse algo bajo en calorías o sin grasa o nata o todo eso, pueda hacerlo. Pero el que quiera tomarse un alimento con todos sus elementos tal cual son naturales en él, también tendría que poder, ¿no? Pues no. Y no es justo. Llevo ya varios supermercados, y anda que no hay yogures: de todos los tipos y colores. Pues eso: 0%, o 99% fat free,... Me he pasado un buen rato, ¡un buen rato! mirándolos todos. Y no he encontrado ni uno que no diga nada de eso. Muy mal. Lo mejor para no engordar es no comerse eso que engorda, en principio. Lo siento, pero es así. Y el que no tiene problemas, o incluso algún kilito de más le vendría bien, que haberlos haylos, ¿qué? ¡No me dejan!

En fin, otra cosa curiosa de aquí para mí es que cuando vas a pagar, en cada caja hay una persona al final para meter toda la compra en bolsas por ti. Tú no haces nada. Y hoy me he fijado que había una fila larguísima de cajas, y las cajeras eran todas chicas, y los de las bolsas todo chicos. Me imagino que la mayoría de éstos que trabajan unas horas los fines de semana para sacarse unas perritas, pero deben de ser estudiantes aún. Pero no me gusta el sistema porque te ponen dos cositas en cada bolsa y ¡hala! ¡otra nueva! Y te vas a casa con sesenta bolsas. Yo las aprovecharía más, oigan, que luego no sé qué hacer con tantas.

Bueno, esta noche he tenido algo diferente: la chica hondureña que conocí en la fiesta de cumpleaños española de la otra semana, me ha invitado a una cena que organiza su iglesia todos los años, que se llama “cookie swap” (intercambio de galletas). Y lo he pasado muy bien. Era una cena sólo para mujeres. Había que ir vestido de rojo o de verde (pero allí la gente o bien llevaba una chaqueta o suéter rojo, o ha pasado del tema, así que la única que iba de verde era yo – y un verde vistoso, ya lo veréis en las fotos), y había que llevar galletas. Pero claro, yo he llevado una caja del supermercado, y la gracia de la cosa es que las que llevaba la gente eran caseras. Esto de ser novata… Pero vaya, o llevaba eso o se quedaban sin galletas, ¡que yo no sé hacer!

Los hombres estaban también, pero hacían de camareros. Llevaban todos una camisa blanca con una pajarita y un cinto (no sé si llamarlo así) también rojo o verde. Los platos, vasos y cubiertos de plástico, pero en rojo y todo muy bien arreglado. Es una iglesia cristiana, una de tantas variantes que hay. El caso es que nos han servido la cena, muy rica. Al que cumplía años más cerca de Navidad, le tocaba de premio quedarse con una jarra que había en el centro de cada mesa que tenía forma de regalo, pero es para guardar galletas. Muy mona. Le ha tocado a Mónica en mi mesa. (Mónica es la hondureña en cuestión).

Y después de la cena hemos ido a la capilla que tienen y allí hemos cantado unos villancicos, ha hablado una señora, hemos hecho una especie de quiz y los que más preguntas sobre la Navidad han acertado tenían premio, y se ha rezado una oración. En este tipo de sitios, las capillas sólo tienen bancos y en el fondo una tarima con sillas, y algún ambón o similar para hablar. Muchas veces hay pantallas, como aquí, para que la gente siga la letra de los himnos, por ejemplo. Pero no hay ningún crucifijo ni imágenes ni cosas así. Queda muy pobre. Y no sé por qué, ya que creen en Jesús y en todo lo que dice la Biblia, aunque a su manera.

Bueno, y al final era el llamado “cookie swap” en sí. Así que nos han dado un guante de ésos de plástico a cada uno, hemos cogido una cajita para meter las galletas, y en las mesas habían puesto en montones todas las galletas que había traído la gente. Así que tantas has traído, tantas te llevas. Vas por las mesas cogiendo una de cada y metiéndola en la cajita. Salgo fatal en la foto, pero todo sea por que quede constancia del momento. Me he ido con la caja llena, llena.


A la salida, una foto con la nieve. Lo he pasado muy bien. Ha sido divertido.

Así que esto ha sido lo más novedoso de la semana que os puedo contar. Por lo demás, las clases no han ido mal. Aunque hay de todo. Tengo a dos o tres niñas complicadas, pero el viernes faltaron las dos peores, así que tuve unas clases bastante más agradables. Con 7º estoy probando una técnica sugerida por Ana, que ella misma hace y que le va bien. Tenemos un pacto con los alumnos: “os portáis bien de lunes a jueves y estáis calladitos y trabajando, y el viernes os lo doy libre”. Ya lo sé, no suena bien porque no debería ser así, pero es una manera eficiente de hacer que se callen, porque saben que tienen su recompensa que les atrae y hacer algo para más largo plazo no funciona. Si hay buen ambiente en un tiempo, ya se va adaptando el pacto. Yo tuve más o menos buenas clases de lunes a miércoles. El jueves se portaron bastante mal, así que les dije que el viernes lo íbamos a repartir: yo iba a dar media clase, y la otra media, para ellos. Y lo cumplí. Cuando se hizo la hora, les dije: mientras no arméis jaleo y estéis sentados y tranquilos, podéis hacer lo que queráis. Se les hizo corto, así que ya saben que si se portan bien todos los días, la semana que viene tendrán más tiempo. Creo que al fin y al cabo es mejor dar cuatro clases buenas y librar una, que cinco a trancas y barrancas. Algún día en vez de darles libre total, les pondré alguna película o haremos algo lúdico pero más formativo, pero de momento aún no. Y es que aquí el español es una “maría”. No cuenta en las notas finales, así que les importa un pimiento todo y no estudian ni nada. Ni los profesores lo valoran, muchas veces. Así que no es fácil. De todas maneras siempre hago juegos y cosas así para que lo encuentren entretenido, pero claro, hay días de todo. Cuando toca trabajar, hay que trabajar.

El otro día me estuve fijando en los apellidos de algunos alumnos. Muchos son africanos. En 7º tengo tres niñas cuyos apellidos empiezan por “n” y luego viene otra consontante: Nguyen, Nganga, Nchuta. Hay nombres muy raros. Y precisamente de ellos habla otro compañero que también está en América y escribe en un blog cada cierto tiempo, ahora ya menos, y que fue el que me dio la idea de hacer éste. Es asesor técnico en Luisiana. Él dice así:

“La semana pasada visité varias escuelas para ver a los profesores españoles. Y mientras tanto me dediqué a… coleccionar nombres. La mayoría nombres de niñas, que veía en las listas y dibujos de la pared. Pregunté a algunos profesores qué significaban, pensando que me dirían que eran nombres africanos, pero no, la respuesta fue que la mayor parte se los inventan los padres (mayoritariamente, afro-americanos...). He aquí la lista que saqué tras la visita de unas cuantas escuelas:Aaliyah, Aarissa, Breuanna, Cici, Da’shaunce, Daieyjahla, Dajah, Dayanara, Dejohne, Delijhia, Diamona, Esmone, Esraa, Hayleigh, Italy, Jacodi, Jakayla, Jamisha, Jireale, Jiya, Kawanee, Kayijah, Ketrangela, Laysha, Leriana, Makayla, Moyenda, Obraina, Precious, Reydoncé, Samiyah, Savanna, Sayge, Secret, Semiya, Shahla, Shaina, Sharmaine, Sharmaj, Tanesha, Tasneem, Teja, Tijaah, Trayne, Tyechia, Tynisha, Tyreniesha, Tyrese ...Como decía, la mayoría de esos nombres eran de chicas. Me imagino los problemas de los profesores españoles para aprenderse los nombres de las alumnas… ¡y en algunos casos, pronunciarlos! Los chicos por lo general, llevan nombres más habituales: Brian, Steven…”

Y lleva toda la razón. Aprenderse los nombres me ha costado trabajo. Creo que ya lo he mencionado alguna vez.
También escribe otra cosa curiosa:

“¿Te preocupa que alguien en tu barrio sea peligroso? Aquí en los EE.UU. lo puedes comprobar fácilmente. Entras en la página http://search.criminalcheck.com/PDsearch.php, introduces tu código postal, y te sale un listado de los delincuentes sexuales que viven en la zona: foto, dirección y motivo de su arresto. Podéis probar; escribid mi código postal (70809) y veréis qué pintas...”

Fuente: http://www.elpierestante.blogspot.com/

El código mío es: 01852. Yo ya he echado un vistazo a un par…

El martes estuve de niñera. Rafael tenía clase en la universidad toda la tarde, y yo me quedé con sus niños. Se ha separado recientemente. Son un encanto. Lo pasé muy bien. Estuvieron pintando, hicieron una especie de merienda-cena, vieron la tele, y estuvimos jugando. Se portaron muy bien.

¡Ah! Casi se me olvida contaros que por fin, después de estar esperando meses, Sammy vino el viernes a casa y me cortó la mesa del centro del salón. Es una mesa que tenía dos niveles, pero yo sólo quería el de abajo para que fuera una mesa bajita para tener delante de los sofás. Y para eso tenían que serrarme las patitas que unían los dos niveles. Aún tiene que volver a lijar la madera y a darle con algo que la deje del mismo tono que el resto pero aunque no se quede bien del todo me daba igual, yo quería que fuera más funcional. La altura que he cortado la he aprovechado para colocar una lámpara en el rincón donde me faltaba aún un poco de luz. Antes tenía una silla que he pasado al dormitorio. Y queda así:

Yo creo que está mucho mejor.

Pues con esto os dejo. Mañana será un día tranquilo en casa preparando las clases de la semana y corrigiendo. Ah, y planchando, que tengo un buen montón de ropa esperándome. (¿Os dije que el planchador está un poco cojo? Es el problema de comprar lo más barato que encuentras… Pero encima de la alfombra no se nota tanto).

Hasta la semana que viene. Cuidaos.
Un beso.