martes, 29 de diciembre de 2009

Navidad, en casa

Hola:
Hoy escribo por deferencia a mis posibles lectores no-ibenses. A los de aquí, ya me tienen cerca estos días, y me escuchan lo que tenga que decir de propia voz. Pero para los que no, pues he pensado mantener la buena costumbre de una entrada semanal contando algo de lo que ha sido mi semana, para que no me echéis de menos. Lo que pasa es que me estoy retrasando mucho, porque se me está yendo la semana, y aunque lo tengo a menudo presente, como no tengo Internet en casa me cuesta encontrar el momento de acabar esto y colgarlo. Voy a hacerlo breve y a ver si lo dejo hecho esta noche.

Como digo, estoy de vuelta en mi tierra. El viaje fue bien, gracias a Dios. Era directo de Boston a Madrid, así que mucho más cómodo. A mi lado, en el avión, un chico francés con el que estuve conversando casi todo el viaje, con lo que se me hizo muy ameno. En este avión apenas había un par o tres de pantallas para cada zona, y pusieron una película en todo el viaje. Recuerdo que en el de ida, con American Airlines, cada pasajero tenía su propia pantalla delante del asiento y tú elegías de entre un montón de películas las que querías ver. Así que en ese aspecto, muy mal Iberia. Y es una pena, porque teniendo vuelos directos desde Boston a una buena hora y bien de precio, me interesa más esta compañía…

El último día de clase antes de venir, en el colegio propusieron que el que quisiera (y como siempre, con un donativo de un dólar) podía ir en pijama. Y fue divertido. Sobre todo por los profesores que lo hicieron: hubo dos chicas que llevaban, además del pijama, un antifaz a conjunto una, y la otra unos rulos en la cabeza. Qué risa. En clase con mis alumnos estuvimos haciendo una postal de Navidad y les hice muchas fotos. Fue un día agradable.

Por cierto que al hacerles las fotos comprendí lo asumido que tienen los negros el hecho de que son oscuros, y por tanto es complicado que salgan bien. Cuando hice una foto a varios de ellos, me pidieron verla, y el que era negro dijo: “Jo, soy tan oscuro que no me veo ni yo!” Luego, sin flash, ya salió mejor. Eso me pasó también una noche con Phil, que intenté hacerle una, y me dijo todo tranquilo: “No va a salir”. Y efectivamente, era todo negro y no se distinguía nada. Me hace gracia ver cómo están ya de mentalizados. Pero vaya, eso nos pasa a todos, porque ser tan blanca como soy yo, también tiene otros inconvenientes… y también los tengo bastante asumidos.

Un par de alumnas me regalaron una postal de felicitación de la Navidad. Eso siempre gusta y se agradece que hayan pensado en una. Y eso que es una clase fatal. A veces me pregunto por qué lo harán: no es posible que me tengan cariño cuando les riño tanto… En fin, algo habrán visto en mí.

Otra cosa es la clase de primero, que les tuve que decir que instauraba la nueva norma de que no me pueden dar ya ningún papelito cuando llegue a clase. Y es que me da pena porque a ellos les hace ilusión eso de regalar dibujos a la profesora, pero parece que lo hacen ya como una competición a ver quién me quiere más o algo así, porque todos los días llego al aula y me entregan aviones y barcos de papel, dibujos, frases tiernas… y me voy cargada con un montón de folios a los que ya no hago ni caso y tiro automáticamente al llegar a mi mesa. Así que ha perdido el sentido: me molesta todo el papel que están tirando, porque además me doy cuenta de que no es una cosa que les nazca espontáneamente, sino que lo hacen ya todos por sistema. Y así pierde la gracia, y no quiero que malgasten el papel de esa manera.

Bueno, y en cuanto a mi estancia en casa, todo bastante bien. Excepto la calefacción en el piso, que no funciona bien, pero menos mal que aguanta bastante bien el calor y entre los ratos que funciona la caldera y los dos radiadores que me llevé estoy pasando los días bien. Pero en verano cuando regrese voy a tener que ponerme a arreglar varias cosas que ya piden cambios. ¡¡Pues sí que dura poco lo nuevo!!

Estoy tratando de recopilar material que me pueda servir para las clases allá, ahora que ya sé lo que hay y cómo funciona todo. Mañana voy a ver si acabo de hacer las compras que me faltan, entre ellas algunos encargos: bandera de España, castañuelas que me pidió una mujer, turrón para todos… También estoy intentando copiarme algún vídeo o cd con canciones infantiles y cosas así. Tengo una lista con todo lo que debo hacer antes de irme, y ya veo que se me están agotando los días y me faltan un montón de cosas. Hoy he aclarado temas de los bancos, he tenido una comida con las amigas, tengo las maletas ya listas…

En fin, intento aprovechar el tiempo lo mejor posible para estar con mi gente y ponerme al día con el resto de asuntos, pero el tiempo pasa volando. El viernes está ya ahí y no estaré de vuelta hasta el verano, excepto por un fin de semana exprés que volveré por la comunión de mi sobrina mayor Cristina. Tendré que pedirme un par de días para que me dé tiempo de ir y volver, pero era preciso. Además, ¡soy su madrina! Qué mayor ya. El tiempo también pasa volando en años, no sólo en los días de vacaciones.

Bueno, queridos lectores: dejando nostalgias aparte, mis mejores deseos para el año nuevo. Espero que tengáis muchos deseos y proyectos para 2010, porque así es como se demuestra que seguís teniendo un espíritu joven y entusiasta. Aunque no se cumplan, o no todos, pero tener la cabeza llena de sueños ya es positivo: hay ilusión.

Hasta pronto.

domingo, 20 de diciembre de 2009

¿¿LCCPS llega a su fin??

Queridos lectores:
Escribo en mi último fin de semana antes de las vacaciones de Navidad, que pasaré en casa con la familia. LCCPS son las iniciales de la escuela, como aquí la llamamos por tener nombre tan largo, pero no os creáis que es que me lo dejo. No. Seguid leyendo.
Tengo la maleta aquí fuera, para empezar a prepararla en cuanto acabe de publicar esto. Me llevaré sólo lo justo, claro. Lo que no tenga que volver. También me llevo una lista de lo que quiero traerme a mi regreso: cosas que he ido anotando que echo de menos o que no encuentro aquí y me vendrían bien. Ejemplos: lo típico es algo de embutido (jamón, lomo, -ya sabéis…), pero también necesito otras cosas como una bandera de España, que me han pedido los del departamento, que hay de muchos países pero no de España, o una tapa para lo que meta en el microondas, que no he encontrado por ningún sitio por mucho que he buscado, algo de hilo y agujas para coser, que tampoco he visto y tengo un par de botones que me cayeron hace meses, un bote de Cebralín, mi gran amigo para las manchas de aceite…

Hoy ha nevado otra vez. No tanto como en otras zonas más al sur donde se esperaba algo bastante más fuerte. No he visto las noticias aún pero seguro que hay mucho desastre. Aquí ha sido una cosa normal. Pero aún quedaba hielo de antes. El lunes pasado al llegar al colegio había una ambulancia llevándose a una profesora que había resbalado y cayó. Es lo más peligroso.

Ayer pasé el día en Boston y acabé de hacer algunas compras. Entre otras cosas, un regalo para mí misma (un ipod touch), “porque yo lo valgo”. Ahora a ver si lo sé usar y me aclaro con él. Había mucho ambiente en los centros comerciales, como es lógico en el sábado antes de Navidad. Así que lo pasé bien. Estas fotos son para que veáis el ambiente y la decoración del "mall" y la placita que se ve a la entrada del centro comercial, con el agua congelada. Hace mucho frío.


En el colegio esta semana ha habido un par de noticias importantes. Os cuento:

La primera, más light, es importante para los de español, porque Ana y yo por fin nos decidimos a hacer el pedido de material para el departamento. Y es que pasaba el tiempo y no había manera de que se pidiera, así que como no veíamos que la cosa fuera a tener lugar, y necesitábamos cosas para trabajar, nos pusimos las dos manos a la obra. Sobre todo ella, pero con mi ayuda: hacer una lista con todo lo que hacía falta, referencias del catálogo, precios y cantidades, pasarlo a una hoja de pedido formal, conseguir que Liz, la directora, lo firmara, llevarlo a la oficina de administración para que lo sellaran y lo enviaran, y esperar. Llegó al día siguiente o a los dos días. Y entonces hicimos el reparto. Ahora tenemos un montón de tubos de pegamento, cartulinas de colores, rotuladores, carpetas, papel de seda, un montón de cositas de colores para hacer proyectos y manuales con los niños… En fin, un montón de cosas que nos hacían mucha falta y nos vienen de maravilla.

Y es que hay que hacer muchas cosas de este tipo con los alumnos. Yo ya cada vez hago más. Ahora ya sé cómo plantearlo, y sé que es lo que necesitan para asimilar lo trabajado en clase de una forma amena. Además, pasas dos o tres clases con ellos superentretenidos pintando, recortando y pasándolo genial porque mientras trabajan se cuentan sus cosas. Y ya tengo todo el material que necesitaba para poder hacerlo. Estamos todos muy contentos con la llegada de estas cajas.

Estos tres días de clase que me quedan voy a dedicarlos a cosas así:
-Una postal de Navidad en la que dentro escriben lo que significa para ellos.

-Un muñeco de nieve que los más pequeños decorarán con bolitas hechas con pedazos de papel de seda de distintos colores. Ahí el español lo pongo en práctica porque todos vamos haciendo las mismas partes a la vez: ¡ahora, el marrón para la escoba! y así.
-Cantamos villancicos
-Les cuento que en España vienen los Reyes Magos, y les pongo algún vídeo que he conseguido donde se ve a los “negros” subiendo los regalos a los balcones
Etc.

Todos hacen cosas para la Navidad, lógicamente, y decoran las aulas y todo. Pero van con mucho cuidado de hablar también del Hanukkah de los judíos y eso. El otro día había una profesora decorando la puerta de su clase, y yo pasé por delante y le digo: “Qué, decorando la clase para Navidad, ¿no?” “No. Es decoración de la estación (de invierno, se entiende), para no ofender a nadie”. Como si la Navidad fuera una ofensa. Qué ridículo. Todo lo que se hace es consecuencia de la Navidad cristiana, lo que pasa es que los ateos lo han adaptado a la suya, y todos hemos caído en ello, y al final los niños ya no saben ni lo que significa de verdad la Navidad. El otro día el de informática me decía que qué hacíamos nosotros en Navidad, porque no le encontraba sentido. Con eso de que nosotros recibimos los regalos en Reyes, si nuestros niños no se levantan por la mañana y corren a abrir los regalos el día de Navidad, ¿entonces qué hacemos? No lo entendía. Tenía prisa y se lo expliqué por encima, pero otro día lo cojo por delante y se lo cuento todo. Es que hay mucha gente así. Phil, este otro amigo que tengo, que de religión no ha oído más que la palabra suelta en alguna conversación, tampoco tiene ni idea de de dónde viene esto. Para ellos la Navidad es Santa Claus, que viene y trae regalos. Y claro, si tú no tienes eso, pues no tienes Navidad. Qué cacao tienen.

Bueno, la otra noticia que antes decía que había habido en el colegio –ésta sí que es importante, y de ahí el título de la entrada de hoy–, es que esta semana nos han comunicado que el consejero de educación ha decidido recomendar que no se renueve la licencia para que la escuela siga funcionando. Los resultados no han sido tan satisfactorios como la escuela prometió que serían cuando firmaron el “charter” (yo lo equiparo a un colegio concertado), y que no están cumpliendo las condiciones que establecieron. Con lo que en principio, en junio se cierra. Es muy fuerte esto, como entenderéis. Más de 900 alumnos, y un montón de personal, entre profesores y muchos otros que hacen falta para que todo funcione, a la calle. La noticia no ha venido en muy buen momento: a semana y media de la Navidad. Para mucha gente esto supone un problema muy gordo.

La decisión no es definitiva. Se decidirá a finales de enero, cuando una junta de once personas vote. Ahora el colegio está proponiendo todo tipo de actuaciones para conseguir que cambien de opinión, y están haciendo muchas reuniones y tomando decisiones todo enfocado a este fin. Según nos comentó Elvira (que ya no lo ve tan negro como el primer día), van a ponerse en contacto con estas 11 personas, y una por una (o sobre todo aquellas que les han dicho que son más favorables a un voto positivo), hacer que se pongan de nuestro lado. Así hasta conseguir 6 votos, que es lo imprescindible.

Los niños, padres y demás interesados, van a escribir cartas explicando porqué quieren que la escuela siga adelante.

La verdad es que esta escuela ya estaba sobre aviso, y hay muchas cosas que no funcionan bien, y parece ser que se han cansado de tanta advertencia y que todo siga mal. No sé. Entre los profesores hay distintas ideas: el que dice que es seguro que lo van a cerrar, y el que dice que no, que es un susto que nos están dando, pero que a la hora de la verdad no se hará. Yo también creo que es muy fuerte y no sé si se atreverán, pero desde luego la cosa no es para tomarla a broma.

He estado leyendo los comentarios que la gente ha ido escribiendo en la página del periódico donde apareció la noticia, y son muy fuertes. Muchos echan las culpas a la administración, por no saber tomar decisiones ni saber hacer funcionar un colegio y a todas sus partes correctamente, no elegir profesorado bien cualificado y no controlar cómo dan las clases, etc. Hay otro que dice que si en la consejería han tenido en cuenta que el 75 % de los alumnos vienen de las peores familias y son de lo peor en cuanto a comportamiento, que a ver qué tal los resultados cuando estos niños vayan a los colegios públicos. (Eso es verdad. Aquí se recoge todo lo que echan de otros colegios.) Que la mayoría de los que trabajan ahí son amigos o familiares del director. También escriben padres de alumnos contando cómo les fue a sus hijos aquí…

Prácticamente todos dicen lo mal que funciona este colegio, así que hay uno que llega a decir que no le importaría que lo cerraran.
http://www.topix.com/forum/education/edu-etc/TTM1ND6HM8OSMEGK1

Ya veis. Ése es el colegio donde yo trabajo.
El miércoles pasé el día fuera. Me había apuntado a un curso y la verdad es que me encantó. Ahora os lo cuento. Pero lo traigo a colación porque cuando yo me presentaba y decía que venía de Lowell, la mayoría soplaba o hacía cara como de “vaya sitio” o algo así. El pueblo no tiene muy buena fama. Incluso me dijeron alguna rima que repetían de niños que venía a decir que Lowell y Lawrence (otro pueblo cercano) son dos sitios donde uno debe evitar ir.

En fin, mamá: no te asustes. No es para tanto. Es un pueblo normal y yo vivo muy a gusto y todo está muy bien. Pero es verdad que la diversidad de razas que hay aquí es mucho más notable, y si encima la mayoría viene de familias pobres y sin recursos, pues no lo hace un pueblo muy apetecible para la clase media americana, imagino.

Bueno, el curso que os decía: estaba enfocado a los profesores de lenguas extranjeras. Fueron varias sesiones impartidas por una mujer que nos daba ideas para hacer actividades en la clase para mantener el interés y la atención de los alumnos, o para reforzar lo aprendido con ejercicios en los que el profesor no tenga que perder mucho tiempo preparando la clase. En fin, que nos dio muchas ideas muy buenas, porque eran muy realistas. No como estos cursos en los que todo es superinteractivo y hay que aplicar las nuevas tecnologías, pero luego en el colegio sólo hay una sala de informática y está siempre ocupada, o muchos no tienen Internet en casa, o sencillamente la actividad no funciona porque no es todo tan bonito como lo pintan en el curso. Esto eran ideas sencillas pero realistas, divertidas y que ya estoy poniendo en práctica. Además, la mujer nos dio un libro donde estaban todas estas actividades desarrolladas, y lo iba siguiendo en orden. Explicaba los juegos o ideas paso a paso para que las entendiéramos, o las ponía en práctica con todos nosotros como “sus alumnos” para que viéramos cómo funcionaban, pero no teníamos que matarnos a tomar apuntes porque ya venía todo en el libro. Y lo bueno es que eso vale para cualquier idioma, y se puede adaptar para enseñar temas muy diversos.

A mi lado se sentó una mujer árabe que iba tapada totalmente excepto por los ojos (llevaba gafas) y las manos. Creo que nunca había tenido a una mujer así tan cerca. No tapada de tal manera. Desde luego no había estado nunca hablando con una. Al principio pensé que era joven, no sé si porque iba toda con una túnica beige, clarita. Aunque hablaba con ella no podía imaginar su edad. Hasta que me contó cuántos años lleva enseñando aquí y cuántos llevaba en Dubai (creo que me dijo Dubai), y mentalmente hice la suma y pienso que estaba en los 50, al menos. Era profesora de árabe, claro. Era muy callada, pero cuando tocaba moverse por la clase e ir haciendo preguntas a los compañeros lo hizo como todos.

Algo que no cambia en ninguna parte es lo de los porcentajes de hombres y mujeres. Éramos unos 35, y sólo 5 eran hombres. Claro que ya sé que la asignatura que impartimos es más de mujeres, en general, mientras que las de ciencias o informática o así son más de hombres. Pero aun así, es llamativo.

Una de las actividades era como ésa en la que hay que ir pasándose una pelotita y cuando para la música el que tiene la pelota en la mano tiene que hacer algo. Aquí ese "algo" era -por eso de que no podía poner un ejemplo de una clase de verdad porque cada uno era profesor de un idioma distinto- adivinar el nombre del estado americano viendo una tarjeta con su contorno. Claro, casi todos eran americanos allí, y para mí fue increíble ver que viendo un cuadrado que en un lado tenía un borde irregular, un chico sabía que eso era Michigan, o no sé cuál, y con los demás igual. ¿Yo sería capaz de adivinar las provincias de España viendo sólo su contorno? Creo que sólo las de Alicante, Madrid, y no sé si alguna más podría deducir. No sé. Habría que probar. Las comunidades es más fácil, pero sólo son 17, y son más grandes. De todas maneras, ¿sirve para algo? Lo importante sería saberlas ubicar viendo el mapa completo, ¿no? Desde luego de geografía americana saben un rato, pero es que aquí sólo saben de Estados Unidos y de Afganistán, por eso de que tienen tropas allí, pero lo demás sólo les suena de lejos.

Me acordé de los cursos del Cefire (organismo público que se dedica principalmente a organizar cursos para los profesores de centros públicos, y que por lo tanto vive gracias a los impuestos de todos los ciudadanos). El curso que yo hice costaba 215 dólares, que el colegio me pagó porque era formación del profesorado, y ellos se dan cuenta de que los profesores necesitamos reciclarnos y formarnos para hacerlo bien. Y destinan unos fondos a ello. Eso en España no pasa. Si tú quieres hacer algún curso te lo pagas tú. Conclusión: nadie va a ningún curso, excepto los del Cefire que son gratis. ¿Y qué cursos organiza el Cefire? Pues hay de todo. La mayoría, poca calidad: títulos muy atractivos, pero gente muy floja que sabe que si da un curso le pagan un extra que le viene muy bien. Mucha oferta, pero en la mayoría de los casos no vale tanto la pena. ¿Por qué no dejarme que yo elija cursos de otros organismos que me gustan más, y pagarme eso? O bien organizar menos cantidad de cursos, pero de mayor calidad: traer a gente de fuera, buena, y que haga una charla de un día que vale más que muchos días de otro más flojo.

Aparte hay cursos como: aprender bailes de salón; conoce el entorno (=excursiones por las montañas de la comarca, en las que te cuentan qué plantas son las propias de la zona); pasar el día en Mundomar para que si uno tiene alumnos con NEE (necesidades educativas especiales) lo pueda llevar ahí, que los delfines son muy inteligentes y les ayudan mucho; clases de inglés (no para los profesores de inglés, claro, que ellos ya saben); “la fotografía digital como recurso didáctico”; o “cómo mejorar la autoestima en el docente”. Todos tienen alguna relación con la enseñanza, pero la verdadera utilidad en las clases que tenemos, de todas estas cosas que nos enseñan ahí, es prácticamente nula. Pero tienen mucha demanda porque son divertidos y dan los mismos puntos que otros en los que tienes que presentar una memoria. Genial.

Y ya lo último que os cuento: el otro día estaba charlando con Rosa y Zarak en su despacho, y de momento oímos golpes en la pared de al lado. Y ellas me dicen: "otro que han llevado con Óscar. Ya van unos cuantos esta semana". Y es que Óscar es el encargado de disciplina en la zona de la escuela primaria, y allí llevan a los niños que están dando problemas en clase. Y se ve que el niño se puso tan histérico que empezó a dar patadas a la pared. Me dijeron ellas que seguramente estaba así porque a los padres se les habría olvidado darle la medicación. Y yo me acordé de otros niños que tengo que también la reciben. Y les digo: "¿no os parece que hay muchos niños que reciben medicación? Antes no se hacía eso y los niños eran muy normales. Ahora hay un porcentaje muy alto de niños hiperactivos y agresivos" (que por otro lado, usan eso como excusa: "es que lo han diagnosticado como hiperactivo", y hala, con eso ya tienes que tragar porque no es culpa del niño, aguántate tú en clase con él como puedas). En fin, a lo que iba, que Zarak me contesta: "Es que tienen el cerebro distinto. Ahora hay muchos niños que ponen desde tan pequeños de cara a las pantallas y a los videojuegos y ordenadores y todo eso, que acaban desarrollando el cerebro de forma distinta, y por eso necesitan medicación." Algún psicólogo se ve que le enseñó en algún curso el interior de los cerebros de un niño normal y uno que ha jugado mucho a las maquinitas, y se veían diferentes. Y por eso luego no se desarrollan igual y tienen problemas de comunicación, sociabilidad, son más agresivos, etc. ¡Fuerte!, ¿eh? No sé cuánto de cierto hay en esto o si verdaderamente se puede aplicar de una forma general, pero a mí no me parece descabellado y es muy probable que algo haya.

Cambio de tema: ¿os he dicho ya que aquí como a las 11.30? Y además ¡¡¡tengo un hambre...!!! Quién me lo iba a decir a mí.

Bueno, tengo trabajo que hacer para mañana, y quiero preparar aún la maleta, así que corto el rollo. La próxima entrada será desde España.
Feliz Navidad.

sábado, 12 de diciembre de 2009

Once días

Once días es lo que me falta para coger un avión directo a España. El 23. Llegaré al día siguiente, sin embargo, el día de Nochebuena a mediodía, si Dios quiere. Aquí se trabaja hasta el 23, día completo, pero yo me voy a tener que saltar la última hora para irme hacia el aeropuerto.

De momento, y mientras tanto, había planeado juntar a los compañeros del departamento y algún que otro conocido más aquí en el piso. Hacía tiempo que había dicho que tenía que hacer una especie de fiesta de bienvenida (en fin, una excusa para hacer algo juntos), pero luego siempre me cuesta un montón encontrar el momento. No sé porqué. El caso es que luego me encanta haber organizado algo en casa, pero me cuesta arrancarme. Bien, por fin fijamos una fecha. Pero la cosa me ha salido fallida. Casi nadie podía venir y lo he tenido que anular. Y es que muchos viven en otros pueblos o tienen familia… Yo lo comprendo. Pero conste que no pongo otra fecha.

Ayer viernes estuve en Boston. Paco, nuestro asesor del Ministerio, nos había convocado a todos los españoles, o más bien debería decir a todas las españolas (que es la verdad, somos más viajeras e intrépidas que los hombres, al menos en este tipo de cosas, y a los hechos me remito), a una reunión para conocernos y de paso conocer el centro de recursos que tenemos del español en un edificio de la Universidad de Massachusetts en Boston.

En principio, he de decir que llegar me costó una buena caminata desde la parada del metro, y ayer fue el día más frío de los que yo he pasado hasta ahora desde que llegué. Bajo cero unos cuantos, no sé cuántos, pero hasta bajo los guantes tenía los dedos que no los sentía. Cuando vaya a casa me voy a traer unas manoplas que me trajo mi padre de Rusia o por ahí, de algún viaje que hizo hace montones de años, que de tan calientes no los he podido usar casi nunca realmente. Ésta es su oportunidad. (Si es que los encuentro…)

A esta reunión vino el Cónsul a vernos, y el hombre se presentó y de alguna manera vino a decirnos que “estamos aquí para lo que necesitéis”. Nos quiso situar un poco en la historia del español en este estado, donde no llegaron los españoles (excepto alguna referencia en algún libro a pie de página donde parece ser que se cuenta que llegaron unos pescadores vascos, pero apenas hay historia de ello), y sin embargo es donde más estudios hay sobre el español, o más bien literatura en español, en las universidades, respecto del resto del país. Ya se sabe que aquí hay muchas universidades, claro. En la ciudad de Boston, me refiero. Y de las mejores.

Nos informó acerca de la presencia española en el estado hoy en día, en cuanto a población registrada (aunque no recuerdo bien la cifra y prefiero no decir nada) y de empresas establecidas. El resto fue divagar sobre cosas que se le venían a la cabeza: no dejéis de viajar a tal sitio, sería interesante que hicierais esto, aquí lo peor es la primavera porque llueve un montón, etc. Al principio, bromeando sobre el tiempo, decía que desde que estaba aquí se daba cuenta de que lo de “Cero grados, ni frío ni calor” no era un chiste, sino una realidad: hace tanto frío en invierno, llegando a -15ºC y por el estilo, que cuando estás a 0º, sientes como que hace un tiempo estupendo: “ni frío, ni calor”.

El caso es que estuvo bien que viniera el hombre y se interesara.

La reunión en sí no fue nada del otro mundo. Había tres auxiliares de conversación casi recién llegadas, que habían tenido problemas con el visado, pero finalmente ya están aquí. Viven con familias. De momento están contentas. Una de ellas trabaja en un colegio donde por lo visto se trabaja con un programa de inmersión en el español 100%. Son todo niños americanos que no hablan ni papa de español, y ya desde Kindergarten todo se les hace en este idioma, de tal manera que se ve que a los pocos meses ya los oyes hablando y defendiéndose en el idioma. ¡Qué fuerte! A raíz de esto comentó el cónsul que aquí, en muchos sitios aquí, se dan más horas de español que en ciertas partes de España. Así de cierto y así de triste.

Aparte de las tres chicas, el cónsul y Paco, había sólo otra chica, que es americana pero da clases de español en uno de los colegios donde está una de las auxiliares de conversación, Noelia, que es la chica que trabaja en el centro de recursos, y yo. O sea, fatal, porque tenían que haber venido más personas, y habría habido más que contar, intercambiar impresiones, etc., pero fue bastante pobre. Paco decía: “Hemos organizado esta reunión para que os conozcáis…” No se le ocurría mucho más que decir. Pues vaya. Menos mal que vino el cónsul y nos contó algo, sino habíamos terminado pronto…

Pero me valió la pena el viaje por dos cosas: del centro de recursos me llevé un montón de DVDs que me vendrán muy bien para mis clases, y puedo ir renovando el préstamo hasta que haga otro viaje a Boston, sin prisas, pero lo ponen bastante fácil para que la gente haga uso de los recursos. También me llevé alguna revista, folletos, etc. Y luego me sirvió para hablar más con Noelia, que ya la conocí en la fiesta de cumpleaños de hace unas semanas, pero aquí hablamos más. La pobre está superdeprimida: el trabajo allí es muy aburrido y en la habitación ésa hace frío. No tiene calefacción. Está de bibliotecaria prácticamente, pero no tiene quién vaya a buscar nada, o casi, así que no habla con nadie. El dinero de la beca que la trajo aquí es insuficiente para vivir bien, y como es tan difícil conocer gente, tampoco tiene nada que hacer los fines de semana. La pobre. Está pensando en volver a casa porque ve que no tiene sentido estar pasándolo tan mal y para nada. Así que voy a ver si quedamos y hacemos más cosas juntas a partir de ahora. También tiene un blog, como yo, así para tener a todos informados a la vez sin tener que ir repitiendo lo mismo a todo el que te envíe un email preguntando cómo te va. Esto de los blogs es un invento. Debemos de ser millones haciendo lo mismo.

No quiero hablaros de las clases esta vez. No ha habido nada extraordinario: días buenos, días malos y días regulares, como siempre. Nada especial.

Bueno, la nota positiva viene a continuación:

El miércoles desperté y al asomarme fuera del dormitorio mis ojos no pudieron perderse la escena: caía la nieve preciosa y abundante. Tengo una ventana grande grande, y ya os comenté que no tengo cortinas, así que se veía genial. Copos pequeños cayendo sin parar ocupando todo lo ancho y alto de la ventana. Una sonrisa asomó a mi rostro. Y enseguida recordé la frase de Elvira cuando me despedí de ella el día anterior: “A lo mejor mañana no hay clase”. - ¡La tele, hay que encender la tele! ¡Canal 4!. Abajo, una fila con nombres de colegios pasando. Espero la “L”. Van por la “S”. Aún falta mucho. La lista es larga, así que por si acaso no sale Lowell voy adelantando para que no se me haga tarde y me voy a prepararme la leche. Y hago bien… No han cerrado el colegio. ¡¡¡Ooooohhh!!! Bueno, no pasa nada. Me siento genial caminando con mis botas para la nieve recién estrenadas. En una bolsa las que luego me pondré cuando llegue al colegio. El paraguas también lo llevo. Ya hay que ir con el lote completo: gorro-guantes-bufanda. Todo está blanco y blandito. Casi nadie por la calle. Todo en silencio. No se oyen ni los coches casi. Se ve que la nieve hace que el ruido del motor sea menor. No sé. Pero me encanta esto. Además casi no me importa que no hayan anulado las clases: muchos niños han faltado. Muchos de los más conflictivos. Las clases se dan de forma mucho más agradable. (¡Cómo se nota cuando los grupos son pequeños! ¿Cómo no se dan cuenta de esto? Claro, habría que pagar a más profesores, pero es que es tanta la diferencia en la calidad de enseñanza cuando el número de alumnos por aula es menor… Bueno, me estoy desviando del tema):

La nieve sigue cayendo varias horas más. Pero al salir por la tarde sólo hay montañas que las máquinas han apelotonado a los lados de la carretera. Ahora es cuando viene lo malo: a la hora de cruzar la calle, has de hacerlo al final de cada manzana. No puedes cruzar a la mitad porque está toda la nieve en un montón a lo largo de la acera, ya se ha hecho dura y puedes resbalar y no conviene. Hay que esperar al final de la calle. Pero allí, igual que en las carreteras y otros puntos necesarios, han limpiado también la nieve para que la gente pueda pasar a pie. Sin embargo, precisamente porque ahí no hay nieve, toda la de los lados que se va deshaciendo, va acumulando el agua y va dejando unos charcos grandísimos. Cuanto más nieva, más grande el charco. Y yo no veo que pueda evitarlo, pero por ahí es por donde hay que pasar… Hoy llevaba unos zapatos más bajos –de nieve, pero bajos. La próxima vez me pondré las botas más altas y asunto arreglado. Después vino la lluvia. Llovió mucho rato. Y cayeron varios relámpagos incluso. Y ahora, un par de días después, lo que hay es bastante hielo, porque de tanto frío se congela todo, y hay que ir con mucho cuidado. Despacio.

Pero vaya, la conclusión es que me encanta la nieve y estoy feliz de tener tanta aquí este año. No pude hacer fotos ese día. Pero ya volverá a nevar.

Con añadidos y modificaciones, pero estos últimos párrafos los escribí el mismo día que nevó. Y es que es cuando está pasando tienes los sentimientos más frescos, y me sentía feliz de verdad de ver la nieve caer. Es precioso el momento de la nevada, aunque eso implique frío y otras complicaciones. Que por cierto voy a tener que comprar alguna vela. El jueves o el viernes, no sé, se fue la luz un rato. Fue poco y no pasó nada, pero verdaderamente todo lo que tengo, todo, va con luz. Lo que me alivia es que vivo en una comunidad y si eso me pasa a mí, les pasa a los otros, y además estando en pleno centro de la ciudad seguro que se puede arreglar antes, pero unas velas, por si las moscas, no me vendrán mal.

Bueno, chicos, me voy a acercar a casa del vecino, que me dijo que había organizado una sesión informativa en su apartamento para ver si recogen dinero para comprar pañales a familias con bajos ingresos. Y como no ha habido fiesta y estoy libre, voy a ver cómo me convencen de que afloje el bolsillo. No será por causas nobles: aquí cada dos por tres están recogiendo dinero para todo tipo de cosas. Me parece muy bien.

Hoy no hay ninguna foto. Sorry!! Pero habréis notado el cambio de diseño, ¿eh? Me apetecía cambiar algo. He de aprender cómo cambiar otras cosas que tengo en mente. A ver si lo consigo.

Un cariñoso saludo a todos mis queridos lectores.

sábado, 5 de diciembre de 2009

Una cena original

Saludos navideños:
El ambiente ya está preparado para la Navidad: sólo nos faltaba la nieve, y ya está aquí. Al menos por esta noche. Tenía ganas. Seguro que luego me canso, pero de momento tengo ganas de ver nieve, así que la esperaba con ilusión. El caso es que el jueves hizo muy buen día, llevaba hasta demasiada ropa para lo bueno que hacía. Esta noche he aprendido un dicho que me ha encantado: “If you don’t like the weather of New England, wait a minute, it will change”. (Si no te gusta el tiempo que hace en Nueva Inglaterra, espera un momento, ya cambia). Y así es.

El caso es que el invierno ya está aquí. Yo, por si las moscas, hoy he ido a comprar y he cogido provisiones para que nieve un par de meses seguidos si hace falta. Hambre no voy a pasar. (Bueno, he de deciros que siempre exagero un poco estas cosas, ¿eh? Que con lo del corte de pelo la gente se ve que creía que me lo había rapado o algo así de corto que lo imaginaban. No, no es para tanto. Es por darle gracia al asunto…) Sigo con el sistema de ir a pie, volver en taxi, y me va de maravilla, oye.

A cuento de los supermercados, dos apuntes:
1. Algo que me llama la atención aquí, aunque sea una tontería, es que no hay Fanta. ¡No hay! No lo entiendo. Mil bebidas, pero no hay Fanta. ¿Alguien me lo explica? Es la misma casa que la Coca-cola, ¿no? Ni siquiera marcas blancas con refrescos de sabor similar, que yo sepa. Es raro.
2. Esto no es sólo de aquí, yo creo que en España y en todas partes es igual, o se va acercando: Es absolutamente imposible comprar yogures que no sean light, o "low fat", o "non fat", o así. ¿Es posible? ¿Por qué? Vamos a ver: me siento discriminada. Las cosas así no saben a nada, por mucho que lo nieguen en los anuncios. (Es como cuando te dicen que una depiladora no te va a doler. Mentira). Me parece muy bien que el que quiera comerse algo bajo en calorías o sin grasa o nata o todo eso, pueda hacerlo. Pero el que quiera tomarse un alimento con todos sus elementos tal cual son naturales en él, también tendría que poder, ¿no? Pues no. Y no es justo. Llevo ya varios supermercados, y anda que no hay yogures: de todos los tipos y colores. Pues eso: 0%, o 99% fat free,... Me he pasado un buen rato, ¡un buen rato! mirándolos todos. Y no he encontrado ni uno que no diga nada de eso. Muy mal. Lo mejor para no engordar es no comerse eso que engorda, en principio. Lo siento, pero es así. Y el que no tiene problemas, o incluso algún kilito de más le vendría bien, que haberlos haylos, ¿qué? ¡No me dejan!

En fin, otra cosa curiosa de aquí para mí es que cuando vas a pagar, en cada caja hay una persona al final para meter toda la compra en bolsas por ti. Tú no haces nada. Y hoy me he fijado que había una fila larguísima de cajas, y las cajeras eran todas chicas, y los de las bolsas todo chicos. Me imagino que la mayoría de éstos que trabajan unas horas los fines de semana para sacarse unas perritas, pero deben de ser estudiantes aún. Pero no me gusta el sistema porque te ponen dos cositas en cada bolsa y ¡hala! ¡otra nueva! Y te vas a casa con sesenta bolsas. Yo las aprovecharía más, oigan, que luego no sé qué hacer con tantas.

Bueno, esta noche he tenido algo diferente: la chica hondureña que conocí en la fiesta de cumpleaños española de la otra semana, me ha invitado a una cena que organiza su iglesia todos los años, que se llama “cookie swap” (intercambio de galletas). Y lo he pasado muy bien. Era una cena sólo para mujeres. Había que ir vestido de rojo o de verde (pero allí la gente o bien llevaba una chaqueta o suéter rojo, o ha pasado del tema, así que la única que iba de verde era yo – y un verde vistoso, ya lo veréis en las fotos), y había que llevar galletas. Pero claro, yo he llevado una caja del supermercado, y la gracia de la cosa es que las que llevaba la gente eran caseras. Esto de ser novata… Pero vaya, o llevaba eso o se quedaban sin galletas, ¡que yo no sé hacer!

Los hombres estaban también, pero hacían de camareros. Llevaban todos una camisa blanca con una pajarita y un cinto (no sé si llamarlo así) también rojo o verde. Los platos, vasos y cubiertos de plástico, pero en rojo y todo muy bien arreglado. Es una iglesia cristiana, una de tantas variantes que hay. El caso es que nos han servido la cena, muy rica. Al que cumplía años más cerca de Navidad, le tocaba de premio quedarse con una jarra que había en el centro de cada mesa que tenía forma de regalo, pero es para guardar galletas. Muy mona. Le ha tocado a Mónica en mi mesa. (Mónica es la hondureña en cuestión).

Y después de la cena hemos ido a la capilla que tienen y allí hemos cantado unos villancicos, ha hablado una señora, hemos hecho una especie de quiz y los que más preguntas sobre la Navidad han acertado tenían premio, y se ha rezado una oración. En este tipo de sitios, las capillas sólo tienen bancos y en el fondo una tarima con sillas, y algún ambón o similar para hablar. Muchas veces hay pantallas, como aquí, para que la gente siga la letra de los himnos, por ejemplo. Pero no hay ningún crucifijo ni imágenes ni cosas así. Queda muy pobre. Y no sé por qué, ya que creen en Jesús y en todo lo que dice la Biblia, aunque a su manera.

Bueno, y al final era el llamado “cookie swap” en sí. Así que nos han dado un guante de ésos de plástico a cada uno, hemos cogido una cajita para meter las galletas, y en las mesas habían puesto en montones todas las galletas que había traído la gente. Así que tantas has traído, tantas te llevas. Vas por las mesas cogiendo una de cada y metiéndola en la cajita. Salgo fatal en la foto, pero todo sea por que quede constancia del momento. Me he ido con la caja llena, llena.


A la salida, una foto con la nieve. Lo he pasado muy bien. Ha sido divertido.

Así que esto ha sido lo más novedoso de la semana que os puedo contar. Por lo demás, las clases no han ido mal. Aunque hay de todo. Tengo a dos o tres niñas complicadas, pero el viernes faltaron las dos peores, así que tuve unas clases bastante más agradables. Con 7º estoy probando una técnica sugerida por Ana, que ella misma hace y que le va bien. Tenemos un pacto con los alumnos: “os portáis bien de lunes a jueves y estáis calladitos y trabajando, y el viernes os lo doy libre”. Ya lo sé, no suena bien porque no debería ser así, pero es una manera eficiente de hacer que se callen, porque saben que tienen su recompensa que les atrae y hacer algo para más largo plazo no funciona. Si hay buen ambiente en un tiempo, ya se va adaptando el pacto. Yo tuve más o menos buenas clases de lunes a miércoles. El jueves se portaron bastante mal, así que les dije que el viernes lo íbamos a repartir: yo iba a dar media clase, y la otra media, para ellos. Y lo cumplí. Cuando se hizo la hora, les dije: mientras no arméis jaleo y estéis sentados y tranquilos, podéis hacer lo que queráis. Se les hizo corto, así que ya saben que si se portan bien todos los días, la semana que viene tendrán más tiempo. Creo que al fin y al cabo es mejor dar cuatro clases buenas y librar una, que cinco a trancas y barrancas. Algún día en vez de darles libre total, les pondré alguna película o haremos algo lúdico pero más formativo, pero de momento aún no. Y es que aquí el español es una “maría”. No cuenta en las notas finales, así que les importa un pimiento todo y no estudian ni nada. Ni los profesores lo valoran, muchas veces. Así que no es fácil. De todas maneras siempre hago juegos y cosas así para que lo encuentren entretenido, pero claro, hay días de todo. Cuando toca trabajar, hay que trabajar.

El otro día me estuve fijando en los apellidos de algunos alumnos. Muchos son africanos. En 7º tengo tres niñas cuyos apellidos empiezan por “n” y luego viene otra consontante: Nguyen, Nganga, Nchuta. Hay nombres muy raros. Y precisamente de ellos habla otro compañero que también está en América y escribe en un blog cada cierto tiempo, ahora ya menos, y que fue el que me dio la idea de hacer éste. Es asesor técnico en Luisiana. Él dice así:

“La semana pasada visité varias escuelas para ver a los profesores españoles. Y mientras tanto me dediqué a… coleccionar nombres. La mayoría nombres de niñas, que veía en las listas y dibujos de la pared. Pregunté a algunos profesores qué significaban, pensando que me dirían que eran nombres africanos, pero no, la respuesta fue que la mayor parte se los inventan los padres (mayoritariamente, afro-americanos...). He aquí la lista que saqué tras la visita de unas cuantas escuelas:Aaliyah, Aarissa, Breuanna, Cici, Da’shaunce, Daieyjahla, Dajah, Dayanara, Dejohne, Delijhia, Diamona, Esmone, Esraa, Hayleigh, Italy, Jacodi, Jakayla, Jamisha, Jireale, Jiya, Kawanee, Kayijah, Ketrangela, Laysha, Leriana, Makayla, Moyenda, Obraina, Precious, Reydoncé, Samiyah, Savanna, Sayge, Secret, Semiya, Shahla, Shaina, Sharmaine, Sharmaj, Tanesha, Tasneem, Teja, Tijaah, Trayne, Tyechia, Tynisha, Tyreniesha, Tyrese ...Como decía, la mayoría de esos nombres eran de chicas. Me imagino los problemas de los profesores españoles para aprenderse los nombres de las alumnas… ¡y en algunos casos, pronunciarlos! Los chicos por lo general, llevan nombres más habituales: Brian, Steven…”

Y lleva toda la razón. Aprenderse los nombres me ha costado trabajo. Creo que ya lo he mencionado alguna vez.
También escribe otra cosa curiosa:

“¿Te preocupa que alguien en tu barrio sea peligroso? Aquí en los EE.UU. lo puedes comprobar fácilmente. Entras en la página http://search.criminalcheck.com/PDsearch.php, introduces tu código postal, y te sale un listado de los delincuentes sexuales que viven en la zona: foto, dirección y motivo de su arresto. Podéis probar; escribid mi código postal (70809) y veréis qué pintas...”

Fuente: http://www.elpierestante.blogspot.com/

El código mío es: 01852. Yo ya he echado un vistazo a un par…

El martes estuve de niñera. Rafael tenía clase en la universidad toda la tarde, y yo me quedé con sus niños. Se ha separado recientemente. Son un encanto. Lo pasé muy bien. Estuvieron pintando, hicieron una especie de merienda-cena, vieron la tele, y estuvimos jugando. Se portaron muy bien.

¡Ah! Casi se me olvida contaros que por fin, después de estar esperando meses, Sammy vino el viernes a casa y me cortó la mesa del centro del salón. Es una mesa que tenía dos niveles, pero yo sólo quería el de abajo para que fuera una mesa bajita para tener delante de los sofás. Y para eso tenían que serrarme las patitas que unían los dos niveles. Aún tiene que volver a lijar la madera y a darle con algo que la deje del mismo tono que el resto pero aunque no se quede bien del todo me daba igual, yo quería que fuera más funcional. La altura que he cortado la he aprovechado para colocar una lámpara en el rincón donde me faltaba aún un poco de luz. Antes tenía una silla que he pasado al dormitorio. Y queda así:

Yo creo que está mucho mejor.

Pues con esto os dejo. Mañana será un día tranquilo en casa preparando las clases de la semana y corrigiendo. Ah, y planchando, que tengo un buen montón de ropa esperándome. (¿Os dije que el planchador está un poco cojo? Es el problema de comprar lo más barato que encuentras… Pero encima de la alfombra no se nota tanto).

Hasta la semana que viene. Cuidaos.
Un beso.

lunes, 30 de noviembre de 2009

Thanksgiving

Hola a todos.
Ya estoy de vuelta. Hoy toca hablar del fin de semana que he pasado en Nueva York. Me marché el mismo miércoles nada más salir del colegio (¡qué ganas tenía!) y volví anoche. No era muy muy tarde, pero estaba muy cansada y no tuve ánimos ni para deshacer la bolsa. Ya hoy he recuperado la energía y voy a ver si aprovecho este ratito para iros contando.

El día de antes estuve haciendo actividades relacionadas con esto en clase. Por hacer algo más ameno. Pintaron y recortaron un pavo, y en cada ala tenían que escribir en español algo por lo que querían dar las gracias. Hicimos varias frases en la pizarra de ejemplo: gracias por mi familia, gracias por … Y un niño dijo: “Gracias por el presidente de los Estados Unidos”. Vaya sentido patriótico más exagerado. Ya veis.

Aquí el Día de Acción de Gracias es como el día de Navidad. Todos están más contentos, y te sonríen y te desean buen día de Acción de gracias (aunque normalmente ni te miren), y son felices y la vida es bella. Es algo que todos tienen en común, seas de la religión que seas. Supongo que por eso es tan importante. Les une a todos. El otro día me dijeron que si tienes alumnos en clase que son Testigos de Jehová, no puedes cantar Cumpleaños feliz ni hacer un montón de cosas porque ellos no lo celebran y es como faltarles al respeto. No sé qué harán con esto.

Por cierto que hablando de eso me acuerdo de que esta misma mañana la profesora del Kinder me ha dicho que hay una niña en la clase con alergia a los frutos secos, y me ha enseñado dónde hay un estuche con una jeringuilla y si le da un ataque se la tengo que poner enseguida. Yo digo: “Uy, no, yo la llevo corriendo a la enfermera” –Están en el mismo pasillo a unos pocos metros. Y me dice: “No, que no da tiempo”. Pues sí que estamos buenos. Por favor que no le pase nada a la criatura, que a mí me da algo.

Bueno, a lo que iba. Vamos a ver: el viaje, muy pesado. El de ida fue un horror porque el autobús no sé qué problema tenía que soltaba cada pocos segundos un ruido como de un sifón (ffshhh!!), y así todo el viaje. Lo tuve que grabar para que os hagáis una idea. No se ve nada, sólo prestad atención al ruido e imaginaos 5 horas con eso:



Además con el tráfico se retrasó y llegamos una hora más tarde. Menos mal que no fue mucho, porque el conductor nos avisó de que si tardábamos lo mismo que le había costado a él llegar, estaríamos allí a la medianoche.

El de vuelta fue mejor en ese sentido, aunque el conductor no paró ni una vez en las 5 horas que duró el trayecto. Mejor, porque uno lo que quiere es llegar, pero a buenas horas en España permiten que nadie conduzca tanto tiempo seguido sin descansar. Además ahí la gente comía sin problema. Con tal de dejarlo todo limpio al final no les importa que comas o hagas lo que quieras. Eso sí lo tienen: mucho sentido cívico.

El piso de NY donde yo estaba era muy chiquitín. Había un pasillo nada más entrar que te llevaba al cuarto principal (y único – bueno, aparte del baño). Había un sofá-cama que ocupaba casi toda la habitación. Me parece que es el lugar de trabajo de esta señora, porque su apartamento era el del piso de abajo. Aquí había una mesa y estanterías con libros y material de trabajo. En una esquinita había una neverita, un microondas y un fregadero con un par de armarios; también había dos silloncitos. Y luego había una terraza con vistas a la 5ª avenida. Esto es lo que se veía:



Y esto, más o menos porque no es éste el número, es la vista desde abajo:


En fin, como era mi segunda visita y ya lo más turístico estaba visto, me lo tomé con calma. El jueves estuve viendo el famoso desfile que organiza Macy’s con globos gigantes. Había una barbaridad de gente, y sólo pude ver parte del desfile desde lejos. La gente iba preparada con escaleritas, o se sentaba en el suelo en medio de la calle para ver los globos en lo alto. Pero así te perdías la música y las bandas y las cheer-leaders bailando y cantando, así que la mayoría se aglomeraba lo más cerca posible de la calle del desfile. Yo conseguí subirme a una valla y lo vi algo mejor. Una muestra:
Esto es el pelo real de una niña:

Santa Claus era el que cerraba el desfile.


Luego aproveché para ir de compras (no me preguntéis, pero sí, hice muchas compras. Me pasé un rato, pero ¡qué caray!), y para ver algún que otro museo –me encantó el de The Body exhibition– y el de la isla de Ellis, sobre la llegada de los inmigrantes al país, donde aún no había estado. Esto son fotos o frases de personas reales que llegaron a la isla:

Esto es una foto trucada con mi cara, como si fuera una de las inmigrantes que llegaron:

Para ir a la isla de Ellis hay que coger el mismo ferry que te lleva a la Estatua de la Libertad, pero no me bajé ahí porque ya la había visto. Aunque aproveché para hacerme más fotos. En ese momento hacía un aire fuerte y muy frío. Mi primera visita fue en verano de 2005. ¿Se nota la diferencia?


Y claro, aproveché también para pasear, y por supuesto ir a ver los shows de Broadway que ya tenía previstos. El de Hamlet fue genial. Me encantó. No me lo esperaba, pero me encantó. Independientemente de Jude Law, que es un actorazo, la obra está muy muy bien. Y el musical es estupendo también, claro. La música es muy buena, y es más fácil, más ameno. Otro estilo.

Ya se nota el ambiente navideño:
en la venta de árboles…


las luces y los árboles que decoran las calles…

el ambiente del Rockefeller center…

En fin, que lo pasé muy bien. No podía ser de otra manera.

Phil aprovechó para hacerme una visita el viernes, lo cual fue muy agradable. Él estaba cerca pasando los días con su familia en Connecticut. Es un buen amigo y se está portando de maravilla conmigo. –Pero ya está, ¿eh? Que ya sé por dónde vais. Y no.

Aquí me podéis ver con el pelo corto (no está tan, tan corto, pero creo que lo exageré un poco cuando lo conté, y el tío me decía que quería verme en alguna foto, así que creo que ya se aprecia con todas estas).

El metro es más complicado al principio, pero como siempre, muy cómodo. Un día pasó una rata prácticamente por delante de mis pies. Una señora rata. Más bien parecía un castor. Y también cogí algún taxi.

Bueno, podría contaros muchas cosas, pero no creo que resulten muy interesantes. El caso es que todo fue bien. Pero ya pasó.

Hoy de vuelta al trabajo. Hay un niño de Kindergarten (los de 5 años) que me ha hecho darme cuenta de una frase que se ve que repito mucho. Creo que la digo cuando me quedo pensando a ver a qué niño elijo para hacer algo, o cuando cambio de actividad y voy a empezar una nueva: “a ver, a ver…” Yo no era consciente, pero hace ya unos días que oigo que él lo dice y al pensar me di cuenta de que lo hacía justo después de que lo hubiera dicho yo. Se ve que le ha hecho gracia, y cada vez que yo lo digo, él lo repite: “a ver, a veeer…”

Todo va bien. No hay grandes novedades. Creo que el tema de la disciplina va un poco mejor, pero puede que sea sólo una impresión porque hoy no ha ido mal la cosa, pero no ha de ser necesariamente algo definitivo.

Y en el apartado de temas sueltos, esta vez os contaré que un día fui a una discoteca (ya, muy impropio de mí, pero si se presenta la ocasión de salir, yo no digo que no a nada) y resulta que me vi en un apuro porque tenía que llevar la identificación conmigo!! Hay que ver, aquí la piden tengas la edad que tengas. Pero es como lo del supermercado: “oiga, míreme a la cara. ¿De verdad necesita un carné para comprobar que tengo más de 21 años? ¡¡Venga, va!!) Me dejaron entrar. Y además resulta que por cada bebida que pides hay que dejar propina también. Ahí fue que me enteré que el día de la peluquería tendría que haber dejado propina… (¡¡Ooops!!) Es lo que no me gusta de aquí. Nunca me ha gustado ese asunto. Pero vale, funciona así, pues vale. Pero lo malo es que ahora ya es tarde, y como está debajo mismo de casa la peluquera me estará mirando cada día: ¡Ésta es la que no me dejó propina! Espero que me excuse por ser extranjera y lo comprenda… Si vuelvo, prometo ser más generosa.

He empezado la cuenta atrás para la vuelta a casa en Navidad. No había hecho nunca una cuenta atrás. Voy a buscarme un calendario y a ir tachando los días.
Esperadme, que voy.
Un fuerte abrazo.

domingo, 22 de noviembre de 2009

Fiesta de cumpleaños española

Saludos a todos mis fieles:
¿Cómo os va todo? Espero que bien.
Yo he tenido una semana pesada. Al menos al final. El viernes fue un mal día. Tuve una clase fatal con 4º, que es la última del día, y tuve que llamar a algunos padres, y me volví a casa sintiéndome triste, fatigada y de alguna manera desgastada. Pensé en escribir algo breve en el blog sólo por llenar la entrada semanal, pero no tenía ganas de contar nada. Me puse una película , y a las 9 ya la había visto, había cenado, y estaba lista para ir a la cama. Aguanté un poco, pero quería acabar el día pronto.

Pero todo pasa. Ayer tenía plan: las dos chicas españolas que están de profesoras visitantes en este estado, me invitaron a su cumpleaños. Aún no las conocía. No me apetecía nada ir porque eso significaba que la fiesta acabaría tarde y tendría que pasar la noche en su casa porque ya no hay trenes a esas horas, y eso a mí me da mucha pereza. Pero sabía que me interesaba ir, porque iba a conocer más gente, y una vez allí lo iba a pasar bien. Y así fue.

Había muchos españoles, pero también otros amigos americanos, un chico británico o una hondureña. Fue una noche muy, muy agradable, y lo pasé de maravilla conversando con todos. Hay muchos profesores, pero también gente que está estudiando en la universidad allí a la vez que realizando algún tipo de investigación con lo cual se cubren los gastos de los estudios. Me di cuenta de que todos los profesores visitantes estamos más o menos en las mismas condiciones: mucho trabajo –muchos niveles y muchas horas cada día. Lo que cambia es que algunos están en colegios de zonas más pudientes, y eso se nota en el comportamiento de los alumnos. Yo estoy en una zona más pobre, con lo que hay muchas familias desestructuradas o sencillamente con menos educación, menos cultura, y eso influye en que haya más problemas de disciplina. La familia no les ha proporcionado una buena base en ese sentido. Los que trabajan en colegios privados, precisamente porque a los padrs el colegio les cuesta mucho dinero, reciben muchos emails de ellos continuamente interesados y preguntando cómo les va a sus hijos. Todo eso luego se nota en el ambiente de la clase y en los resultados.

Pero el caso es que ya no me quejo tanto porque veo que estamos todos más o menos igual. (Ya sabéis: “Mal de muchos, consuelo de tontos”.) Una chica decía: “¡Ah!, ¿eres profesora visitante? No me digas más. Ya lo sé todo” (Lo de "profesora visitante" es porque el programa del Ministerio de Educación a través del que hemos venido se llama "Profesores visitantes en EE.UU. y Canadá). Había una que trabaja en Chicago que decía que su colegio es como los típicos que salen en las películas tipo “Mentes peligrosas” y así: 100% alumnos afro-americanos, o sea negros. Hay policías en el colegio porque hay muchas peleas. Están justo enfrente de la comisaría de policía, con lo que si pasa cualquier cosa, enseguida tienen 20 coches a la puerta. Los niños pasan cada día por un detector de metales, pero aun así consiguen pasar armas y de todo. Ya veis. En fin, fue curioso y a la vez útil conocer la situación de otros profesores en otros colegios. Tuve varias conversaciones interesantes. De momento se me ocurrió que a lo mejor envío mi curriculum al colegio británico de Boston para el año que viene. Tampoco pierdo nada… Pero sólo son ideas.

Me enteré de que hay un grupo que se llama Iberia –aún no he entrado y no sé bien cómo va– pero el caso es que te apuntas especificando la zona donde estás, en este caso “Iberia Boston” y ahí hay muchos españoles que viven en esta zona que están apuntados, y se aprovecha este foro para organizar cosas, quedar y conocer gente, comentar dudas, o cualquier cosa, y siempre con el punto en común de que son españoles viviendo allí. Puede resultar muy práctico. Existe algo parecido también para gente de otros países, o incluso para europeos. Claro que volvemos al tema de que yo estoy más lejos porque no vivo en Boston, y la mayoría está allí o en los alrededores, pero hay veces que se tarda más yendo en metro de una punta a otra de la ciudad que yendo en tren directamente como yo fui. En fin, voy a probar, porque creo que es una buena forma de conocer más gente y de enterarme de cosas, y a mí me vendrá bien.

Una de las chicas que había allí, la hondureña, de hecho, trabaja en Boston, pero vive en Dracut, que está cerquísima de aquí de Lowell. De hecho fue genial porque no tuve que quedarme a dormir allí, sino que me trajo de vuelta a casa en coche. La añadiré al Facebook, igual que a alguna que otra persona más, a ver si seguimos en contacto y hacemos más cosas juntos.

La fiesta fue lógicamente con comida y bebida “typical Spanish”: tortilla de patatas, pisto, chorizo, queso manchego, sangría… y otras cosas. Y la música también mayoritariamente española. Os paso el vídeo del momento de la tarta. La canción (aunque ya cogida a medias), muy apropiada para la ocasión, muy nuestra, muy hispana.


Si uno quiere se puede emocionar y todo. Nostalgia de la tierra.

Otra cosa es lo de los coches. Todo el mundo tiene coche aquí. Excepto yo. Claro que lo tuve en mente y estuve incluso mirando algunos al principio, pero ya sabéis que al final decidí que no me convenía por estar tan cerca del colegio: a 6 minutos andando desde casa, y no me interesa pagar coche, seguro, gasoil… sólo para salir alguna que otra vez los fines de semana o para ir a la compra. Para la compra voy a pie al supermercado, y vuelvo en taxi. Ya lo he hecho dos veces. Ayer fue una. Y va muy bien, oye. O aprovecho que va algún amigo o conocido, y mientras ellos hacen su compra yo hago la mía. Los amigos están para las ocasiones, ¿no dicen eso? Pues yo aprovecho. Así que de momento me va bien sin coche. El tren también es muy cómodo hasta Boston, y allí mismo cojo luego el metro para ir donde sea. Pero no deja de resultarles curioso a todos que yo no tenga coche, vaya. Lo normal para todo el mundo es tenerlo.

Un último apunte: cuando la gente te pregunta cuánto tiempo llevas viviendo aquí, en realidad lo que les interesa es saber si ya has pasado un invierno o aún no. Porque eso marca la diferencia: saber lo que es pasar un invierno aquí. Uno no sabe lo que eso significa hasta que no lo pasa. Sigo expectante. Pero se resiste a llegar. Las temperaturas son aún muy suaves.

En otro orden de cosas, aquí en la tele las únicas noticias son el tour de promoción del libro que ha escrito Sarah Palin y la entrevista que le hizo Oprah en la que no estaba claro si la mujer invitaría al padre del niño de su hija a la cena de Thanksgiving, y el hecho de que Oprah ha anunciado que el año que viene se retira ya definitivamente. Todo el día hablando de lo mismo en la tele. Y yo sin ver nunca un programa de Oprah… Pero es que son por la mañana…

El otro día hicieron un capítulo de CSI Miami en el que salía Pau Gasol actuando como artista invitado. Y habla muy bien el inglés. Estuvo gracioso. Pero lo mataron en seguida. Cachis.

Sigo yendo regularmente al gimnasio. Ya se me nota (no lo digo por el peso, que eso sigue igual, sino por el músculo, porque es lo que yo trabajo con las pesas). Así que estoy contenta. La chica que da la clase es majísima. Muy parlanchina. Hay buen ambiente y lo paso bien.

Y en cuanto al colegio, pues esta semana a los más pequeños les enseñé las partes de la cara, y aprovechamos para cantar “Mi barba tiene tres pelos”. Fue divertido. Lógicamente lo que más les gustaba era cuando no se podía decir “barba” o “pelos” y hacíamos un sonido todos a la vez. O cuando lo cantábamos muy rápido, muy rápido. Tengo el vídeo que hizo Miliki de dibujos con aquellas canciones de los payasos de toda la vida, y se lo puse primero para que lo aprendieran y vino muy bien. Y también les conté el cuento de Caperucita: “Abuelita, ¡qué ojos tan grandes tienes!” Ya os digo, son con los que mejor lo paso. Aunque hay 3 ó 4 en Kindergarten que son terribles. Pero bueno, no es lo de los mayores.

El jueves fue la entrega de notas, y venían los padres a por ellas. Cada uno había concertado cita con el profesor de aula (aquí los llaman Homeroom teachers) a una hora determinada, y así atendían a cada uno durante unos 15 minutos. Cualquier profesor que les da clase de otras asignaturas podía ir también, y yo elegí a los alumnos cuyos padres más me interesaba conocer para comentarles cómo iba su hijo. Fue positivo, yo creo, pero es curioso –y revelador– que muchos de los padres de los más problemáticos no se molestaron en concertar ninguna cita. Está claro: si les da igual los resultados que tenga su hijo, también les da igual cómo se comporta…

También salió ya elegido el director ejecutivo del colegio del año que viene: el mismo que está ahora. ¡Qué disgusto! Han elegido lo de “más vale malo conocido que bueno por conocer”. Un desastre. El colegio no tiene remedio. Pero claro, los que votan no son los que sufren el día a día del colegio, sino los 11 señores mayores de la Junta Directiva que se reúnen de vez en cuando a ver cuánto dinero hemos conseguido para hacer funcionar la escuela. Que vale, eso es importante, pero hay muchas cosas que no van bien, y no nos gusta cómo las dirige él. Aparte de que es un señor asiático, y siempre beneficia –a veces injustamente– a los de su raza. Ejemplo: dejarme a mí sin aula cuando sí tenía una, para dársela a una profesora de Kmar (el otro idioma que se enseña aquí aparte del español – el de Camboya), cuando ellas tienen una miseria de alumnos. Y yo voy de aula en aula con grupos de unos 20 alumnos. Pues eso: mal. (Y por lo que he oído, ganó por 6 votos a 5. O sea, que tampoco es que se puede sentir muy respaldado que digamos).

Nos hicieron una foto a todos para que llevemos una tarjetita colgando para identificarnos. Qué rollo.

En fin, que cuando me vaya me va a dar mucha pena porque me siento a gusto aquí de verdad y hay muchas cosas buenas que me están pasando y estoy aprendiendo mucho y conociendo gente que luego voy a echar de menos, y todo eso, pero hay días en que me planteo seriamente si la idea que yo he llevado desde el principio de alargar esto un segundo año la cumpliré. En fin, el año es muy largo y puede pasar de todo. Y este curso sí que lo acabaré aquí a menos que algo gordo pase. Pero hay muchas cosas en el aire con respecto a lo que haré el próximo, y puede pasar de todo.

De momento el puente de Acción de gracias es ya la semana que viene, y el irme y desconectar de todo me va a venir de maravilla. No me llevaré el ordenador así que ya os lo contaré a la vuelta. Y luego empieza la cuenta atrás para la Navidad. 3 semanitas y media. Familia: esperadme que ya voy. Y ya les he escrito a las amigas para que busquen fecha para la comida o cena de la amiga misteriosa. Aquí en el piso me he comprado una flor de Pascua, por eso de ambientar un poco. Casi cada vez que voy de compras me llevo una macetita nueva:


Bueno, chavales, ahí os dejo. Ahora me voy primero a comer, que hoy me mimo -tengo unas gambitas preparadas. Y luego voy a ver si preparo las clases de la semana. Será corta, así que no os preocupéis por mí que pasará rápido. El martes varios grupos tienen control, y el miércoles haremos algo divertido, fácil, porque otra cosa sería imposible. Y me dará todo igual porque mi cabeza estará en la Gran Manzana.
Hasta la vuelta.
Un abrazo.

sábado, 14 de noviembre de 2009

Una semana más

Hola de nuevo.
El otro día me volvieron a llamar Ampora. Ya estoy acostumbrada. Es como cuando en Ibi me llaman Cristina porque me identifican con la familia… Ya forma parte de mí. Y lo entiendo. A ver: es una combinación inusual de vocales y consonantes para los que no lo han oído jamás. Y los nombres de chica se supone que acaban en “a”, ¿no? Pero el caso es que lo fácil del español es que una vez que lo ves escrito no tiene confusión posible: se lee tal cual lo ves… También hay quien me llama “Paro”, porque cuando digo mi nombre “Amparo”, se creen que estoy diciendo “I’m Paro”. (No os burléis demasiado, ¿eh?) De hecho, he tenido (y en algún caso aún tengo), muchos nombres: cuando escribo el nombre completo: María Amparo, en el extranjero cogen el primero. Así que en los lugares oficiales y así, me llamo “María”. Esto también me pasa con las empresas que se dedican a hacer venta telefónica en España. Pero esto no se lo perdono porque allí lo saben y lo tendrían que cuidar: “¿Verdad, María, que te parece una oferta única?” Lo hacen todo tan automático que no son capaces de leer un poco más allá y darse cuenta de cuál es mi nombre completo. Sólo por eso ya no les compro nada. Y bueno, para los de la universidad de Aberdeen, en Escocia, donde hice el último medio año de la carrera, y que me siguen enviando revistas, me llamo Marta. Porque el acento que puse en la “i” de “María” hizo que les pareciera una “t”.
En fin, sólo era una nota al margen. Nombres, nombres…

A lo que vamos: el resumen de la semana:
Sí, finalmente me corté el pelo. Muy cortito. Para que se note y me dure. Pero la peluquera no lo tenía nada claro: “¿Alguna vez lo has tenido tan corto?”, como queriendo asegurarse de lo que yo pedía. Al principio, al decirle que lo quería a capas, me lo estaba dejando más corto por detrás y largo por delante. Menos mal que me di cuenta de que algo pasaba. Había un artículo enmarcado en la entrada que contaba que la chica había estado alistada en el ejército y estuvo en Iraq en 2001. Está bastante llena de tatuajes. Y ahora a la pobre le daba pena cortarme los rizos… Pero al final se convenció de que no me quedaba mal del todo. Le noté el alivio cuando me vio al final.

El lunes en el colegio todos me comentaban el cambio y, como suele pasar, amablemente te dicen lo bien que te sienta, y que pareces más joven, y esas cosas. Menos Georgy. Me vino a buscar para decirme que “¿qué te has hecho con el pelo? Si lo tenías bien… ¿Y por qué lo has hecho? Así está bien, pero largo estaba mejor”. Así de broma, ¿sabes? pero estaba apenado de verdad y quería decírmelo. Así que he quedado con él en que la próxima vez que se me ocurra, se lo consultaré.

Hace tiempo que convencimos al equipo directivo del colegio de que el departamento necesitaba una persona más. ¿Os acordáis que dije en una entrada que en la reunión que íbamos a tener yo iba a pedir que contrataran a alguien más? Y podía ver vuestras caras incrédulas desde la distancia y leer en vuestra mente cómo me decíais: “Sí, claro, ¿y qué más?” Pero no, no era una tontería. Y por eso me escucharon y están en ello. Pero les está costando, porque de esa reunión hace un montón y aún no ha llegado nadie… Pero me consta que están en ello, sí. Cada poco me pasaba por el despacho de Elvira para que no se les olvidara el tema y me explicaran los avances. El viernes pasado, finalmente, contrataron a una chica. Pero ahora ella ha dicho que naranjas de la China. Ha rechazado la oferta porque el trabajo no lo necesita realmente y va a complicarle mucho la vida (tiene 5 hijos). Van a buscar a otra que se ve que también entrevistaron, a ver qué pasa, y sino a poner anuncios otra vez. Mecachis. Y yo que quiero que quien venga se quede con mi 7º… Estamos todos los de Español ojo avizor a cualquier cara nueva que vemos por el edificio. “¿Será ella?”

Por cierto que la profesora del aula donde doy la clase de 7º ya me ha dicho –de iniciativa propia– que no se va a quedar en el aula. Se ha dado cuenta de que es mejor que me deje a la mía. He estado hablando con ella y me ha dicho que lo hago mucho mejor y que la verdad es que tengo un grupo difícil, pero que tengo que ser dura con ellos y no permitirles ni lo más mínimo. Sigo trabajando sobre ello. Voy cogiendo más sugerencias e ideas de otros profesores. No es fácil. Ayer solté una palabra que luego me di cuenta de que es demasiado fuerte para que la diga un profesor en el aula. Y todos los alumnos con los ojos como platos: “¡Ayvá! ¡Lo que ha dicho!” No os imagináis la de cosas que uno ha de aprender aquí para hacer las cosas bien.

Hay que ver lo religiosa que es aquí la gente. Estoy sorprendida, de verdad. Os parecerá una tontería, pero el hecho de que se trate todo este tema con tanta naturalidad y que haya tantos que tengan presente la fe y la oración como algo básico, o que forma parte de sus vidas de alguna manera, me sigue llamando la atención. Ahora un compañero está pasando por un mal momento personal, y lo primero que le dicen todos es que rezarán por él. A buenas horas se le ocurre a nadie (o a casi nadie) decir esas cosas en España. Vaya, o al menos ésa es la impresión que tengo yo. Nos escondemos mucho más. Puede que lo sientas igual, pero como no sabes de qué pie cojea el otro, por si acaso, te callas y no dices nada. Y es que muchos que no son creyentes, como pasa con ciertas opciones políticas, piensan que tienen la verdad absoluta y se burlan de todas esas cosas en las que creen los demás y critican con tanta libertad y desprecio que parece que sea un sentir mucho más común y fuerte de lo que realmente es. Y no reparan en que pueda haber gente que les esté oyendo hablar en voz alta que piense distinto y les ofenda lo que dices. Porque ellos tienen toda la razón, sencillamente. Y los demás callamos y les dejamos hablar. Eso me molesta, porque al final acomplejan a muchos y te hacen creer que eres el único que piensa distinto, y en algunos casos consiguen que huyan de que lo puedan identificar con algo que pueda no tener la aprobación de la mayoría. Pero uno tampoco puede estar continuamente luchando contra esa actitud irrespetuosa y falsa, y por eso callas. Pero es molesto y despreciable.

Aquí cada uno tiene su religión: cristianos de todas clases, adventistas, budistas… de todo. O de nada, por supuesto, que también hay muchos. Pero se tiene mucho respeto por este tema. Se habla con naturalidad de ello –cuando surge la ocasión, que tampoco es que sea habitual– y sencillamente no se tienen complejos ni se esconde el tema: “Oye, tú lo estás pasando mal, pues voy a rezar por ti, porque yo creo en eso”. Ya está.

Vaya alegato he soltado en favor del respeto por las creencias religiosas –y con referencia a otros temas–. A lo mejor me he pasado, porque tal como lo he dicho parece que sea algo que pase a menudo en España, y no, pero hoy han venido las cosas así, qué le vamos a hacer. Y es que uno tiene recuerdos metidos en la cabeza que le reconcomen porque son escenas que considera inapropiadas e injustas pero no ha podido decir nada en su momento, y las suelta ahora. Y oye, me quedo tan a gusto ya. Me lo tendréis que disculpar.

¿He hablado alguna vez de lo pacientes y respetuosos que son aquí los conductores? Pues lo son. Muchísimo. Ya puede uno querer cruzar por medio de cualquier calle, que muchas veces paran por ti. Aunque no haya paso de peatones. Aunque lo haya y esté en rojo. Te ven ahí esperando, y paran para que pases (si no es un cruce en una calle principal, claro). O si estás cruzando en rojo porque creías que te daba tiempo y llega uno del otro lado, pues para y ya está. Así que a veces quiero cruzar y miro al lado contrario de donde vienen los coches para disimular y que no se vean obligados a parar por mí, o sigo caminando hasta un poco más allá, para cruzar cuando ya hayan pasado. Yo ahora me lo tomo con calma y ya paso cuando quiero, más o menos, pero a veces me da pena por ellos. Tienen otra actitud. Creo que he oído un par de pitidos o tres como mucho desde que llegué. Y con los semáforos en amarillo: ¡¡todos parados ya!! Claro que, por otro lado, tampoco ves a nadie que pare en medio de la calle para dejar bajar a nadie y tenga una fila de coches esperando detrás, y él tan tranquilo, o cosas así, con lo que supongo que tienen más paciencia porque todos hacen lo posible por ser ciudadanos respetuosos y eso se contagia. En España tenemos menos paciencia, pero también es porque tenemos más motivos para haberla perdido: mucha gente que pasa olímpicamente de tomar en consideración a los demás, pero luego se queja si esas cosas le afectan a él. Y así vamos. Falta conciencia ciudadana, y aquí sí la tienen bien inculcada.

Para aparcar (o “parquear”, que dirían los hispanos), los espacios están marcados con unos postes numerados. Así que pagas en el que te toca. Pero para mí que eso hace que se pierda mucho hueco que queda inaprovechable. Porque han de dejar espacios amplios para cualquier tamaño de coche que pueda parar ahí… Eso no me gusta.


No lo conté, pero la semana pasada casi me quedo sin voz. El lunes se me empezó a ir, y creía que no acabaría la semana, porque de verdad que tenía la voz muy afectada. Un amago de resfriado que me afectó la garganta y tuve que tomar pastillas para la tos. Pero nada más. No llegó a ser nada, aunque he de decir que mis carcajadas aún no son lo que eran. El caso es que aquí las pastillas se toman todas de dos en dos. Nosotros tenemos costumbre, creo yo, de tomar dosis más fuertes, pero todo en una misma pastilla. Aquí las recubren con una capa dulce para que no quede mal sabor en la boca, y son más flojitas, con lo que siempre hay que tomarlas a pares. Y el jarabe no sabe nada mal tampoco. El Tylenol sigue siendo como nuestra Aspirina. Archiconocido y usado para todo.

El miércoles fue fiesta aquí. El “Día de los Veteranos”. Se supone que celebran a todos los soldados que vuelven a casa después de una guerra. En el colegio nos vino de maravilla un día así en medio de la semana. Bueno, fiesta para los colegios, porque el resto trabajó como un día normal. (Sorry!) Lo bueno es que como las tiendas estaban abiertas pude aprovechar para hacer la compra de la semana. Fui a un sitio nuevo, y me gustó mucho, aunque hay cosas que no encontré, pero hubo también cosas que sí tenían y que en otros sitios no encuentras: me compré unas olivas –las había de todos tipos menos rellenas de anchoa, ¡cachis!–, pescado fresco, y en fin, unas cuantas cosas más. Por la noche salí un rato, y probé el sushi –no lo había probado nunca antes. Me gustó.

El jueves se hizo duro volver al trabajo. Elvira me envió un email para pedirme que fuera a una conferencia en Cambridge (junto a Boston, donde está Harvard) que le interesaba y a la que ella no podía ir. Sobre “Juntas Directivas” –un tema interesantííííííííííísimo. Pero no le podía decir que no. Y era esa misma noche. Así, de repente: hala, vete a Boston a una conferencia. Al principio pensé si es que me quería introducir en el mundo de los altos cargos porque tenía algo pensado para mí. Pero no. La mujer querría tenerme entretenida, digo yo, y con eso de que estoy sola, mandarme a conferencias por ahí. Qué detalle, oye.

Menos mal que Rafael accedió a acompañarme y se hizo más llevadero. Pero me quedé sin poder ir al gimnasio. Organizado por el Real Colegio Complutense. (“El RCC es una institución estadounidense sin ánimo de lucro creada en 1990 gracias a un acuerdo entre la Universidad de Harvard y la Universidad Complutense de Madrid con el fin de promover la cooperación académica, científica y cultural entre ambas instituciones”).

El caso es que allí llegamos. En la sala, la bandera de España, la foto del Rey… Pero la conferencia fue un rollo y no nos gustó. Era en inglés, pero la daba un español. (Casi todos los que estábamos allí éramos españoles). Y ahí volví a pensar lo mal que estamos en el tema de los idiomas en España. Por favor, a todos los que me lean que tengan hijos: que aprendan bien el inglés desde bien pronto. Enviadlos al extranjero siempre que sea posible, que vean la tele en inglés aunque con subtítulos en español, que se busquen algún amigo inglés. No sé, no tengo ni idea porque sé que no es fácil. Pero sí sé que hagan lo que hagan en el futuro, les va a hacer falta, y la imagen es muy importante. Y para esa imagen es muy muy importante que pronuncien bien, que tengan un buen acento, vocabulario, fluidez,… en fin todas esas cosas.

Lo otro que me llamó la atención fue que hubiera allí gente que de verdad pudiera estar interesada en lo que se estaba contando. Porque se nos enseñaron un montón de tablas con cifras sacadas de una fórmula larga y complicada, que realmente no llevaban a ninguna conclusión útil, a mi humilde entender. Se analizó las veces que se reúne una junta directiva al año (de entre una muestra real de más de 400 empresas de varios países europeos), el número de miembros que la componen, si son internos o externos, etc., y cómo eso afecta al funcionamiento de la empresa, si es bueno o no. Sinceramente, no me esperaba fórmulas y cifras para hablar de juntas directivas. Y ya digo, ninguna conclusión efectiva. Fatal.

Por último, el viernes era uno de esos días especiales que tiene el colegio a veces en que dan libertad para vestir, y esta vez era “Favorite pants day”, con lo que podías ir con tus pantalones favoritos. Hasta ahora no he hecho caso de ninguno de estos días, pero hoy sí. ¡¡Qué bien he ido con vaqueros todo el día, oye!! Yo que no soy tan de eso, pero hay que ver lo que los echo de menos ahora que no me dejan.

Y bueno, ya se acabó la semana laboral. Hoy, sábado, como ya apunté, he estado en el concierto de Star Wars. Ha estado bien: era en el mismo sitio donde juegan al baloncesto. Un espacio grandísimo, y todo muy lleno de gente. Muchos niños con espadas láser. El concierto ha durado unas dos horas, con intermedio, y cada pieza que tocaban era como un capítulo relacionado con las películas (personajes específicos, las batallas, la nave, las relaciones entre varios personajes, etc.). Había un narrador que lo presentaba, y luego se tocaba la música con imágenes de las películas relacionadas con ese tema en particular en una gran pantalla detrás. Y de cuando en cuando algún que otro efecto especial. Ha sido interesante. Lo he pasado bien.

Bueno, os dejo. Creo que ésta ha sido la entrada más larga de todas las que he escrito hasta ahora, y con pocas fotos… (Ooops!!) Pero ya sabréis a estas alturas que hay que tomarse esto de leerme con calma, ¿eh? A lo mejor la semana que viene ya no tengo nada que decir…
Bueno, que ustedes lo pasen bien. Besos.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Estampa otoñal

Hoy escribo y aún es viernes. Los viernes estoy muy cansada y necesito llegar cuanto antes a casa y desconectar del trabajo. Y para ello nada mejor que cruzar la puerta, dejar las llaves y la cazadora en la percha de la entrada, quitarme los zapatos, ponerme las de andar por casa, música de fondo, un sándwich de nutella de merienda, y encender el ordenador para ver los emails y contarle a quien aún tenga ganas de leerme lo que me pasa por la cabeza en estos momentos… (Como diría Juan Manuel de Prada: "a las dos o tres lectoras que aún me soportan" –o algo así). Ya que es demasiado tarde en España para llamar y hablar con la familia, esto es lo más parecido a desahogarme con mi gente que puedo encontrar.

Hoy ha sido un día duro. He recibido a las 7 de la mañana la llamada de Rafael para decirme que hoy no iba a poder ir a clase. Así que he empezado el día corriendo. Él tiene prácticamente el mismo horario que yo, con lo que añadido a mis 6 clases del día, he tenido que asegurarme de que dejaba algo preparado para la sustituta que se iba a hacer cargo de las 6 suyas.

Mi clase de 7º no ha ido muy bien. Con ese grupo hay días malos, días regulares, y días regulares tirando a mal. Hoy ha sido de estos últimos. Es el tercer día que una alumna me ha puesto al final de la clase un papelito en la cabeza sin que yo me diera cuenta. Pero como estaba al quite al menos he descubierto quién ha sido. Llevaba dos días llegando a la clase de 6º y me decían: “Señorita Miró, tiene algo en la cabeza”. Hoy la individua estaba preparada para pasar por detrás de mí cuando ha acabado la clase. Y como me he dado cuenta se lo he contado todo al jefe de estudios y la van a echar ¡¡¡¡¡¡un día!!!!!!! del colegio (por esto pero también porque es mala tipa, en general). Alucina, vecina: un día. En fin, como le he dicho a Bill: "más vale eso que nada".

De todos modos sé que no estoy siendo lo bastante dura con la clase, y ése es el problema, que se crecen. Pero no es fácil ser dura cuando tienes a otra profesora al fondo del aula que sabes que está escuchándolo todo y de alguna manera te está juzgando y tú quieres hacerlo bien delante de ella, con lo que no quieres gritar o pasarte con las que se portan mal, pero no es fácil encontrar ese punto medio perfecto para ser dura pero sin faltar. En fin, es difícil de explicar porque esto no quiere decir que yo cuando estoy sola me las pase gritando ni que falte a los niños, pero desde luego me siento más libre para actuar sin pensar que me vayan a juzgar por ello, y soy más yo misma. Sé que me iría mejor. He de hablar con ella, pero es difícil conseguirlo. El caso es que la mujer es muy amable y me ayuda dándome consejos que de verdad aprecio, pero verdaderamente a veces preferiría que se fuera y me dejara batallar a mi manera.

He de deciros que no he enviado aquella carta de la que hablé en mi anterior entrada. Tomé notas una noche que me desvelé, pero no la he redactado del todo. Pero aunque a lo mejor os haya parecido que me pasaba tres pueblos, yo creo que sí la enviaré antes o después. No puedo quedarme con los brazos cruzados quejándome de lo mal que va todo entre mi grupito de conocidos donde no sirve de nada, y no hacer nada al respecto. No va conmigo. Y es que no puedo pasarme el tiempo contándoos las cosas que yo veo una a una porque no os interesa, pero me comprenderíais mejor.

En fin, cambio de tercio: Sólo por acabar de contaros lo relacionado con el colegio y dejar el tema ya, os diré que hoy he acabado de poner las notas del primer cuatrimestre. Aquí hay cuatro evaluaciones. Las notas son letras que corresponden a una numeración del cero al cien. En España se aprueba con un 5, que a la hora de la verdad siempre se rebaja. Aquí tienes un suspenso si no llegas al 70 %.
A: 90 al 100
B: 80 al 89
C: 70 al 79
F (suspenso): menos de 70

Y son más específicos: A+: 97 a 100, A: 94 a 96 y A-: 90 a 93, etc.
Lo que no me parece justo es que sólo tengan una F para cualquier tipo de suspenso, y no es lo mismo un suspenso con 55 que uno con 12.

También es verdad que los exámenes aquí no son iguales. Al menos es la impresión que tengo. Mucho más facilones. Y así aprueban con el mínimo esfuerzo…

Antes he mencionado que me llaman "señorita Miró". Aquí a todos los llaman Mr, Mrs, etc. seguido del nombre o del apellido. Si uno se llama Brendan Oolders, igual da Mr. Brendan que Mr. Oolders. A los de español, por ser precisamente de español, nos llaman "señor" o "señorita" y el nombre o apellido: señor Quiles, señorita Ana, señorita Miró. Me pareció que el apellido les resultaría más fácil en mi caso, y me gustaba más así. Menos los de Kindergarten, que los pobres no lo pillaban y me llamaban “Spanish teacher”. Ahora ya se lo van aprendiendo, pero aun así “señorita” queda muy largo, y me llaman Miss Miró.

El sábado pasado murió de cáncer un niño que estudiaba en este colegio. Todos los que le conocieron estaban muy tristes, lógicamente. Era un niño asiático, de religión budista. No es que tenga nada que contar al respecto, pero en fin, toda la semana se ha tenido el tema muy presente y por eso os lo comento. La ceremonia del entierro, por ser budista, es muy distinta a lo que estamos acostumbrados y alguien me contaba lo raro que era todo. Aparte de lo que era la ceremonia en sí, el protocolo, la jerarquía de los sacerdotes budistas y todo eso, algo que le llamó la atención fue que había comida al lado del cuerpo del niño, para que tenga qué comer en su nueva vida. Siempre me he preguntado quién se encarga de eso después: ¿lo tiran o se lo come alguien?, y ¿con qué estómago se lo comen o lo tiran después de haber dicho que es para el muerto?, porque claro, es como si se lo estuvieras quitando, pero algo hay que hacer con ello... Y luego en otra sala se ve que había mucha comida para todos. Que tampoco tenemos nosotros cultura de eso: no tiene uno ganas de ponerse a comer cuando estás en un sitio así. Y además se ve que, claro, al estar allí comiendo, ya se relaja uno, y había jóvenes jugando con el móvil, hablando y riendo como si cualquier cosa... No sé, no quedaba muy bien.

Bueno, ya os hablo de otra cosa, mariposa:
La semana pasada conocí a Paco, el asesor técnico aquí en Massachusetts del Ministerio de Educación español. ¿Os lo conté ya? El caso es que me dio el email de otras chicas que están en Massachusetts y les he escrito y ya me han contestado. Lo malo es que para verlas he de ir a Boston, claro. Pero iré alguna vez a conocerlas. Ya os contaré. A lo mejor quedo ya para la semana que viene, porque he de ir de todas maneras. Es el concierto de Star Wars. Esto tampoco sé si lo conté ya. Si es así, os lo saltáis:
Un día puse la tele y vi que anunciaban un concierto en Boston con la música de las películas de La Guerra de las Galaxias y en plan espectáculo con imágenes de las películas y tal. Yo creo que sí os lo he dicho ya. En fin, el caso es que me gustó la idea y compré entradas (tenían que ser dos. Aún no sé con quién iré). Y es el sábado que viene ya.

Y hablando de shows, reservé entradas también para el puente de Thanksgiving que pasaré en Nueva York. Pensé que era absolutamente necesario estando en NY el ir a algún teatro de Broadway. Y elegí un musical, of course (Jersey Boys, creo que se llama), y luego una obra de teatro, no musical, por variar. Y he de confesar que ésta última la elegí sólo por el actor. Ya en la web donde aparece el listado de obras que dan, hay un apartado que dice: “Shows en los que aparecen famosos” –porque saben que la gente busca eso. Y yo caí en esa tentación. Una vocecita interior me decía: “elegirla con ese criterio no está bien…, y no es garantía de que sea buena”, pero luego la otra contestaba: “¿Y qué pasa? Seguro que lo hace muy bien, es un gran actor, y ¿qué tiene de malo eso de todas formas? Te apetece, ¿no? Pues ya está” Y escuché más a la segunda: Hamlet, con Jude Law. Me encanta Jude Law. Lo confieso. El mismo día de Acción de gracias. Así que en vez de pavo, esa noche tendré a Jude Law delante mismo. Yo creo que no está mal, ¿eh? ¿Qué me decís?

No tiene nada que ver, pero he visto algunos anuncios en la tele de Microsoft y de Mac, y hay mucha competencia. Los que tienen Mac siguen siendo un porcentaje muy bajo en comparación, pero están subiendo muy rápidamente las ventas y están fastidiando mucho a los otros que se dan cuenta de que pierden prestigio y clientes a marchas forzadas. Los anuncios de Mac son buenísimos. Todos lo recomiendan ya. (He descubierto que no necesitan antivirus). Y por cierto que aquí no tienen ningún complejo comparando marcas en los anuncios. Con nombres y apellidos: “Los Pcs siempre han tenido problemas con esto o lo otro. Y nosotros no”. En España aún disfrazamos esto un poco: “hay quienes…”, “hay compañías que…”.

¡Ah! El sábado pasado finalmente me compré la mesa para la tele, y alguna cosa más. Encontré una tienda de muebles de segunda mano, y por muy poco conseguí: la mesa que os digo, un espejo para verme de cuerpo entero, otro espejo para el baño (ahora no me pongo de puntillas pero me tengo que dar la vuelta porque lo tengo al otro lado), un calefactor para cuando me levante por las mañanas y el baño esté frío de toda la noche y una tabla que uso como bandeja para llevarme la cena al salón. No he encontrado bandejas en ninguna parte. No lo entiendo. En esta tienda tenían un cajón lleno de cuadros con fotos y dibujos cutres y chungos de ésos que la gente se lleva para colgar cualquier cosa en las paredes. Estaba dispuesta a llevarme uno de un payaso que tenía un tamaño bastante adecuado para usarlo de bandeja, pero acabé encontrando esta tabla que era más barata y me viene mejor.

Así que teniendo la nueva mesa, que había sido mi objetivo principal, ya podía ir a por la tele más grande. Y así lo hice. Y oye, qué cambio. Mucho mejor. Aún me falta una lámpara de pie para dar más luz y un sofá. Pero eso no podía yo sola y tendré que esperar a que Sammy (el del cole) esté disponible y me quiera echar una mano, en eso y un par de cosas más que le tengo pendientes. Pero ya se nota el cambio y queda mucho más apañadito el salón.

¡Casi se me olvida!: Mañana es el día: ¡¡¡mañana me cortaré el pelo!!! Me estrenaré yendo a una peluquería no-ibense. El caso es que siempre que vuelvo a casa después de pedir la cita pienso: “pues no lo tengo tan largo…” Me da pena. Pero creo que me irá bien. Es la peluquería de debajo de casa. La de las chicas con pintas punk y pelín estrambóticas. Pero creo que lo harán bien. Fotos, la semana que viene.

Hala, chicos. Ya he terminado por hoy. Os dejo con unas imágenes del downtown (centro) de Lowell en pleno otoño. Besos y abrazos, y gracias por escucharme.