viernes, 6 de noviembre de 2009

Estampa otoñal

Hoy escribo y aún es viernes. Los viernes estoy muy cansada y necesito llegar cuanto antes a casa y desconectar del trabajo. Y para ello nada mejor que cruzar la puerta, dejar las llaves y la cazadora en la percha de la entrada, quitarme los zapatos, ponerme las de andar por casa, música de fondo, un sándwich de nutella de merienda, y encender el ordenador para ver los emails y contarle a quien aún tenga ganas de leerme lo que me pasa por la cabeza en estos momentos… (Como diría Juan Manuel de Prada: "a las dos o tres lectoras que aún me soportan" –o algo así). Ya que es demasiado tarde en España para llamar y hablar con la familia, esto es lo más parecido a desahogarme con mi gente que puedo encontrar.

Hoy ha sido un día duro. He recibido a las 7 de la mañana la llamada de Rafael para decirme que hoy no iba a poder ir a clase. Así que he empezado el día corriendo. Él tiene prácticamente el mismo horario que yo, con lo que añadido a mis 6 clases del día, he tenido que asegurarme de que dejaba algo preparado para la sustituta que se iba a hacer cargo de las 6 suyas.

Mi clase de 7º no ha ido muy bien. Con ese grupo hay días malos, días regulares, y días regulares tirando a mal. Hoy ha sido de estos últimos. Es el tercer día que una alumna me ha puesto al final de la clase un papelito en la cabeza sin que yo me diera cuenta. Pero como estaba al quite al menos he descubierto quién ha sido. Llevaba dos días llegando a la clase de 6º y me decían: “Señorita Miró, tiene algo en la cabeza”. Hoy la individua estaba preparada para pasar por detrás de mí cuando ha acabado la clase. Y como me he dado cuenta se lo he contado todo al jefe de estudios y la van a echar ¡¡¡¡¡¡un día!!!!!!! del colegio (por esto pero también porque es mala tipa, en general). Alucina, vecina: un día. En fin, como le he dicho a Bill: "más vale eso que nada".

De todos modos sé que no estoy siendo lo bastante dura con la clase, y ése es el problema, que se crecen. Pero no es fácil ser dura cuando tienes a otra profesora al fondo del aula que sabes que está escuchándolo todo y de alguna manera te está juzgando y tú quieres hacerlo bien delante de ella, con lo que no quieres gritar o pasarte con las que se portan mal, pero no es fácil encontrar ese punto medio perfecto para ser dura pero sin faltar. En fin, es difícil de explicar porque esto no quiere decir que yo cuando estoy sola me las pase gritando ni que falte a los niños, pero desde luego me siento más libre para actuar sin pensar que me vayan a juzgar por ello, y soy más yo misma. Sé que me iría mejor. He de hablar con ella, pero es difícil conseguirlo. El caso es que la mujer es muy amable y me ayuda dándome consejos que de verdad aprecio, pero verdaderamente a veces preferiría que se fuera y me dejara batallar a mi manera.

He de deciros que no he enviado aquella carta de la que hablé en mi anterior entrada. Tomé notas una noche que me desvelé, pero no la he redactado del todo. Pero aunque a lo mejor os haya parecido que me pasaba tres pueblos, yo creo que sí la enviaré antes o después. No puedo quedarme con los brazos cruzados quejándome de lo mal que va todo entre mi grupito de conocidos donde no sirve de nada, y no hacer nada al respecto. No va conmigo. Y es que no puedo pasarme el tiempo contándoos las cosas que yo veo una a una porque no os interesa, pero me comprenderíais mejor.

En fin, cambio de tercio: Sólo por acabar de contaros lo relacionado con el colegio y dejar el tema ya, os diré que hoy he acabado de poner las notas del primer cuatrimestre. Aquí hay cuatro evaluaciones. Las notas son letras que corresponden a una numeración del cero al cien. En España se aprueba con un 5, que a la hora de la verdad siempre se rebaja. Aquí tienes un suspenso si no llegas al 70 %.
A: 90 al 100
B: 80 al 89
C: 70 al 79
F (suspenso): menos de 70

Y son más específicos: A+: 97 a 100, A: 94 a 96 y A-: 90 a 93, etc.
Lo que no me parece justo es que sólo tengan una F para cualquier tipo de suspenso, y no es lo mismo un suspenso con 55 que uno con 12.

También es verdad que los exámenes aquí no son iguales. Al menos es la impresión que tengo. Mucho más facilones. Y así aprueban con el mínimo esfuerzo…

Antes he mencionado que me llaman "señorita Miró". Aquí a todos los llaman Mr, Mrs, etc. seguido del nombre o del apellido. Si uno se llama Brendan Oolders, igual da Mr. Brendan que Mr. Oolders. A los de español, por ser precisamente de español, nos llaman "señor" o "señorita" y el nombre o apellido: señor Quiles, señorita Ana, señorita Miró. Me pareció que el apellido les resultaría más fácil en mi caso, y me gustaba más así. Menos los de Kindergarten, que los pobres no lo pillaban y me llamaban “Spanish teacher”. Ahora ya se lo van aprendiendo, pero aun así “señorita” queda muy largo, y me llaman Miss Miró.

El sábado pasado murió de cáncer un niño que estudiaba en este colegio. Todos los que le conocieron estaban muy tristes, lógicamente. Era un niño asiático, de religión budista. No es que tenga nada que contar al respecto, pero en fin, toda la semana se ha tenido el tema muy presente y por eso os lo comento. La ceremonia del entierro, por ser budista, es muy distinta a lo que estamos acostumbrados y alguien me contaba lo raro que era todo. Aparte de lo que era la ceremonia en sí, el protocolo, la jerarquía de los sacerdotes budistas y todo eso, algo que le llamó la atención fue que había comida al lado del cuerpo del niño, para que tenga qué comer en su nueva vida. Siempre me he preguntado quién se encarga de eso después: ¿lo tiran o se lo come alguien?, y ¿con qué estómago se lo comen o lo tiran después de haber dicho que es para el muerto?, porque claro, es como si se lo estuvieras quitando, pero algo hay que hacer con ello... Y luego en otra sala se ve que había mucha comida para todos. Que tampoco tenemos nosotros cultura de eso: no tiene uno ganas de ponerse a comer cuando estás en un sitio así. Y además se ve que, claro, al estar allí comiendo, ya se relaja uno, y había jóvenes jugando con el móvil, hablando y riendo como si cualquier cosa... No sé, no quedaba muy bien.

Bueno, ya os hablo de otra cosa, mariposa:
La semana pasada conocí a Paco, el asesor técnico aquí en Massachusetts del Ministerio de Educación español. ¿Os lo conté ya? El caso es que me dio el email de otras chicas que están en Massachusetts y les he escrito y ya me han contestado. Lo malo es que para verlas he de ir a Boston, claro. Pero iré alguna vez a conocerlas. Ya os contaré. A lo mejor quedo ya para la semana que viene, porque he de ir de todas maneras. Es el concierto de Star Wars. Esto tampoco sé si lo conté ya. Si es así, os lo saltáis:
Un día puse la tele y vi que anunciaban un concierto en Boston con la música de las películas de La Guerra de las Galaxias y en plan espectáculo con imágenes de las películas y tal. Yo creo que sí os lo he dicho ya. En fin, el caso es que me gustó la idea y compré entradas (tenían que ser dos. Aún no sé con quién iré). Y es el sábado que viene ya.

Y hablando de shows, reservé entradas también para el puente de Thanksgiving que pasaré en Nueva York. Pensé que era absolutamente necesario estando en NY el ir a algún teatro de Broadway. Y elegí un musical, of course (Jersey Boys, creo que se llama), y luego una obra de teatro, no musical, por variar. Y he de confesar que ésta última la elegí sólo por el actor. Ya en la web donde aparece el listado de obras que dan, hay un apartado que dice: “Shows en los que aparecen famosos” –porque saben que la gente busca eso. Y yo caí en esa tentación. Una vocecita interior me decía: “elegirla con ese criterio no está bien…, y no es garantía de que sea buena”, pero luego la otra contestaba: “¿Y qué pasa? Seguro que lo hace muy bien, es un gran actor, y ¿qué tiene de malo eso de todas formas? Te apetece, ¿no? Pues ya está” Y escuché más a la segunda: Hamlet, con Jude Law. Me encanta Jude Law. Lo confieso. El mismo día de Acción de gracias. Así que en vez de pavo, esa noche tendré a Jude Law delante mismo. Yo creo que no está mal, ¿eh? ¿Qué me decís?

No tiene nada que ver, pero he visto algunos anuncios en la tele de Microsoft y de Mac, y hay mucha competencia. Los que tienen Mac siguen siendo un porcentaje muy bajo en comparación, pero están subiendo muy rápidamente las ventas y están fastidiando mucho a los otros que se dan cuenta de que pierden prestigio y clientes a marchas forzadas. Los anuncios de Mac son buenísimos. Todos lo recomiendan ya. (He descubierto que no necesitan antivirus). Y por cierto que aquí no tienen ningún complejo comparando marcas en los anuncios. Con nombres y apellidos: “Los Pcs siempre han tenido problemas con esto o lo otro. Y nosotros no”. En España aún disfrazamos esto un poco: “hay quienes…”, “hay compañías que…”.

¡Ah! El sábado pasado finalmente me compré la mesa para la tele, y alguna cosa más. Encontré una tienda de muebles de segunda mano, y por muy poco conseguí: la mesa que os digo, un espejo para verme de cuerpo entero, otro espejo para el baño (ahora no me pongo de puntillas pero me tengo que dar la vuelta porque lo tengo al otro lado), un calefactor para cuando me levante por las mañanas y el baño esté frío de toda la noche y una tabla que uso como bandeja para llevarme la cena al salón. No he encontrado bandejas en ninguna parte. No lo entiendo. En esta tienda tenían un cajón lleno de cuadros con fotos y dibujos cutres y chungos de ésos que la gente se lleva para colgar cualquier cosa en las paredes. Estaba dispuesta a llevarme uno de un payaso que tenía un tamaño bastante adecuado para usarlo de bandeja, pero acabé encontrando esta tabla que era más barata y me viene mejor.

Así que teniendo la nueva mesa, que había sido mi objetivo principal, ya podía ir a por la tele más grande. Y así lo hice. Y oye, qué cambio. Mucho mejor. Aún me falta una lámpara de pie para dar más luz y un sofá. Pero eso no podía yo sola y tendré que esperar a que Sammy (el del cole) esté disponible y me quiera echar una mano, en eso y un par de cosas más que le tengo pendientes. Pero ya se nota el cambio y queda mucho más apañadito el salón.

¡Casi se me olvida!: Mañana es el día: ¡¡¡mañana me cortaré el pelo!!! Me estrenaré yendo a una peluquería no-ibense. El caso es que siempre que vuelvo a casa después de pedir la cita pienso: “pues no lo tengo tan largo…” Me da pena. Pero creo que me irá bien. Es la peluquería de debajo de casa. La de las chicas con pintas punk y pelín estrambóticas. Pero creo que lo harán bien. Fotos, la semana que viene.

Hala, chicos. Ya he terminado por hoy. Os dejo con unas imágenes del downtown (centro) de Lowell en pleno otoño. Besos y abrazos, y gracias por escucharme.