domingo, 28 de febrero de 2010

San Francisco - y II

Bueno, pues me quedé hablándoos del miércoles. Ese día fui a visitar la isla de Alcatraz. Fue una visita realmente interesante. Fue prisión hasta 1963, cuando la tuvieron que cerrar por el coste operativo. Lo bueno de todos estos sitios que visité en San Francisco era que una vez que pagabas la entrada, todo lo demás estaba incluido: audioguía, tours, etc. En todas partes. Eso está más que bien.
Vista de la isla desde una de las calles de la ciudad, y más abajo desde el barco:

Alcatraz:



Lo de la prisión fue curioso por toda la historia de cómo se vive en una cárcel, en cualquiera, y luego la historia específica de ésta, que por ser una isla, pues tiene sus particularidades. Por ejemplo nos contaron los distintos intentos de huida que hubo. Sólo en un caso no se sabe qué pasó con los dos o tres que lograron escapar, pero se piensa que murieron en el intento de llegar a tierra. Hubo otro que se consiguió hacer un traje de guardia a base de retales de aquí y de allá, y se subió a un barco haciéndose pasar por uno de ellos. Pero con tan mala suerte que el barco no iba a San Francisco, sino a otra isla de por allí, con lo cual antes de llegar a tierra ya se dio la alarma y lo pillaron.

Una señora bastante mayor nos dio una charla sobre toda la historia de Al Pacino, que pasó allí unos cuantos años. Interesantísimo. Un tío listo, que hasta en otras cárceles vivía como un rey. Hasta que lo llevaron en secreto hasta Alcatraz, y allí tuvo que acabar aceptando las normas, aunque se resistió todo lo que pudo. La abuelita lo contó de manera que nos tuvo a todos atentos y sonriendo todo el tiempo. Lo hizo muy bien.

Las celdas:


El último preso que salió de allí:


Y al final en la típica tienda de souvenirs, había un antiguo preso, exatracador de bancos, que había escrito un libro contando su historia, y estaba allí firmando libros. Yo me llevé uno.


También fue curioso conocer la historia de las familias de los guardias que también vivían allí, en la isla, y cómo consiguieron que de una roca, al final ahora haya un montón de diversas especies de plantas y pájaros, que ahora cuidan especialmente.

Vista de las calles de San Francisco desde la isla.


Al volver visité un acuario que entraba en el precio del CityPass que tenía, y que la verdad es que también resultó interesante. Había una zona al final de la visita, donde podías meter la mano en el agua y tocar algunos animales, para sentir el tipo de textura que tienen.


En general, en toda la zona de la bahía había un ambiente buenísimo. Hacía una temperatura ideal, y estaba lleno de gente paseando por todas partes.

Por la tarde me paseé por la zona del embarcadero, que no está demasiado lejos, pero ahí destacan los paseos con palmeras, que dan ese ambiente tan característico de California al que estamos acostumbrados. Por allí había un mercadillo de éstos carísimos pero con productos selectos, y luego otros puestecitos por fuera más asequibles. Fue un paseo agradable. Las palmeras, lo mejor.



Pero los buenos días se me acabaron. Vaya, buenos en cuanto al tiempo. El día siguiente había mucha niebla, y decidí dedicarlo a visitar museos. Me zampé 4. Pero me encantaron todos. Lo primero no era tanto un museo como lo entendemos normalmente. Era la “Academia de las Ciencias”, vaya, así que era una exposición de los diferentes animales que uno se puede encontrar en cualquier parte del mundo. Había también un planetario en el que nos ofrecieron una proyección chulísima de las estrellas y los planetas. En este sitio te podías pasar el día entero. Había muchas familias, muchos niños. Y los animales, muy interesantes, la verdad. Y los ves tan de cerca que algunos impactan. Yo pensé que esa noche soñaría con alguno de ellos, pero gracias a Dios no fue así.
Vista del edificio:

África:
Zonas tropicales:

Acuario:

Luego fui al De Young, el Legion de Honor y al Moma. (Quina panxà de museos!) Me resultó curioso que dejaban que se hicieran fotos sin problema. Los vigilantes eran amables y lo único es que no me dejaban llevar la mochila en la espalda, por eso de que a lo mejor uno no controla bien y puedes rozar algo sin darte cuenta porque no calculas la distancia. Pero lo llevaba al hombro o por delante y ya no había problema.

En el museo Legion de Honor vi, por ejemplo, esculturas de Rodin y cuadros de Monet que me encantaron. En el De Young, también pude subir a una torre desde donde se veía una vista preciosa del parque y de la ciudad. Era un museo sobre todo de arte contemporáneo, con cosas raras que uno no asocia como arte en principio, pero que resultaban…: figuras y combinaciones de objetos raras, arte abstracto, una sección de fotografía, …

Vistas panorámicas:


Monet:
El Moma lo visité más rápido, pero me encantó porque en vez de pasearme por las salas mirando los distintos cuadros, me uní a un tour en el que una guía había seleccionado varias obras y nos las explicaba, sólo esas, con mucho más detalle. Es verdad que te saltas muchas cosas, pero el hecho de que las que ves, las entiendes mucho mejor porque te explican todo lo que hay detrás de la obra en sí, es mucho más enriquecedor y para mí valió la pena. Seleccionó obras de Jackson Pollock, Frida Kallo, Matisse, … Y fue verdaderamente estupendo.

El museo:

La obra de Jackson Pollock de la que hablamos:
En la última sala nos habló de un artista que considera que el arte ha de poder aprovechar cualquier espacio, y que debe estar al alcance de cualquiera. Por eso una de sus obras eran las palabras que aparecen en la parte superior de las paredes que rodean la sala. Él escribía algo que para sí mismo fue importante, y la fecha. Pero dejó encargado que el museo debe actualizarlo. Así, cuando consideran que ha pasado algo lo suficientemente relevante, borran alguna de las que hay, y reescriben lo nuevo. Recientemente añadieron: Barak Obama, 2009. O por ejemplo, arte suyo era también el taco de papeles que se ve en el suelo que todos son copia de una foto, y que se supone que cada persona que visita el museo debía llevarse uno a casa (sí, yo cogí uno también). Muy curioso.

Casi no se ven, pero arriba sobre el blanco de las paredes, aparecen las palabras con la fecha. En el suelo, abajo a la derecha, la "obra de arte" de la que tengo copia en casa.


La tienda del Moma tenía un montón de artilugios de ésos que son una pijada y que sirven para poco, pero que, a mí personalmente, me encantan. Cachivaches con estilo: un aparatito para contabilizar cuántos días lleva una comida abierta, por decir algo. No sé. Cositas que se pueden encontrar en tiendas como Plural –cuando estaba- o de la casa Bodum, y todo eso. Así que la tienda también me gustó.
El último día también salió más frío y nublado que los primeros, pero no me quedaba más remedio que pasearme por lo que me quedaba pendiente: fui a visitar unos jardines japoneses,


(Esta foto me la hice yo sola con el disparo automático...)



la zona de Haight Ashbury que es por donde aún se refleja todo lo del movimiento hippie que hubo y que fue tan significativo, (con grafittis y pinturas más estrafalarias),




subí con el tranvía hasta Lombard Street, desde donde es típico hacer fotos porque hay una vista interesante de las calles empinadas de la ciudad y al fondo el puerto, y porque para bajar esa calle hay que dar muchas vueltas, no es recta, y es muy curiosa.




Hice un crucero que nos llevó por debajo del puente Golden Gate, y alrededor de la isla de Alcatraz de nuevo.

Otra vista de la ciudad y el puerto:

El puente desde el barco





Y por último, fui al puente en sí, y lo recorrí andando casi todo. Me lo dejé para el final, pero valió la pena el paseo. Es muy bonito y me lo tomé como un paseo relajado, y lo disfruté.



Otra foto que me hago a mí misma, con el puente sobre mí:




A las 10 de la noche salía del hotel hacia el aeropuerto. Pasé la noche entera viajando. En el primer vuelo iba sentada en el medio de tres asientos y con el de la derecha roncando plácidamente. Estaba todo llenísimo y la azafata no me pudo cambiar, pero sí me dio tapones para los oídos… ¡Algo es algo!

Quiero acabar la entrada de hoy diciendo que el viaje resultó muy agradable, pero además de porque uno está de vacaciones y está relajado y viendo cosas bonitas, porque la gente en general fue muy, muy amable. Tanto los locales como otros turistas. Se respiraba un ambiente positivo. Eso no pasa en todas partes, donde están hastiados de turistas. Todos queriendo ayudar sólo por verte mirar un mapa, cualquiera te daba conversación y se interesaba por tu vida y tu viaje allí… En fin, guardo un grato recuerdo de mi visita a California.



Curiosidades aparte:

Escaleras mecánicas en casi todas las entradas al metro:

Preparándose para limpiar zapatos:

Y más fotos del tranvía y de las calles empinadas de San Francisco:








Vídeo de cómo dan la vuelta al tranvía al llegar al final de la ruta: