sábado, 11 de junio de 2011

La cuenta atrás

Hola.

Ha empezado la cuenta atrás. Ayer saqué ya las maletas y las abrí. Sólo he puesto un par de cosas dentro, pero ha sido suficiente para darme cuenta del problema que tengo por delante: no me cabe la mitad de lo que tengo.


Vacié la mesa larga que tengo y puse carteles para tres categorías: lo que voy a regalar, lo que está dudoso y esperará al final, y lo que me llevo fijo. En este último grupo estoy poniendo sobre todo los libros, papeles y cds que meteré en cajas y enviaré por correo. Y otras cosas las voy tirando directamente a la papelera.


Es cuestión de ponerse a ratos grandes, e ir organizándose. Me las apañaré. Siempre lo hago. No hay más remedio.


Otro tema que tengo ahora entre manos es deshacerme de los muebles y demás trastos de la casa. Envié un email a todo el personal del colegio diciendo que lo regalaba todo, y puse una lista de lo que tenía. Sé que podría haberlo vendido barato, pero yo lo que quiero es que se lo lleven, y ésta creo que es la forma más rápida y de menos lío. Y me costó todo tan poquito que no vale la pena. Lo primero que se llevaron, curiosamente, fue la mayoría de las plantas. Me alegró que se las llevaran por iniciativa propia, que no las adjudicara yo a nadie, porque así seguro que las cuidan porque las quieren de verdad.


El caso es que la respuesta al email fue increíble. Ya se llevaron algunas cosas, como digo, pero es lo menos. Algunos nombres los tengo apuntados para cosas que quieren llevarse pero voy a seguir usando hasta el final. El último viernes de clase les diré que se vengan a por ello. Y luego siempre hay casos en los que te dicen que algo les interesa, pero luego por varios motivos no se lo pueden llevar. Me da miedo que al final se quede ahí. A ver qué pasa.


Tengo los días completos hasta el final. La semana que viene hay que poner las notas y aún tengo bastante que corregir. Será una semana cansada, pero al menos tendremos la última para aprovechar y empezar a limpiar y meter todo en cajas. Que ésa es otra. El aula también hay que dejarla completamente despejada: todo quitado de las paredes, todo (y digo todo) metido en cajas, etiquetarlas, devolver ordenadores y demás equipos informáticos, entregar llaves, y adiós muy buenas.


Y aparte de eso, Elvira quiere que vaya a comer a su casa un día; Georgy dice que me quiere llevar a pescar una vez más antes de que me vaya, pero no sé si encontraremos el momento...; Bridget, una compañera, ya ha mandado las invitaciones para celebrar una barbacoa de despedida para mí en su casa; Carlos ya ha organizado para el domingo que viene uno de esos encuentros culinarios nuestros en el apartamento al que acaba de mudarse, y el sábado iremos a tirarnos en tirolina... Como digo, un calendario muy completo.


A mis alumnos ya les estoy explicando que el año que viene dejarán de tener clases de español. Aunque algunos se alegran porque no deja de ser librarse de una clase más, en el fondo muchos están tristes. Todas las clases tienen curiosidad por saber qué será de mí, y entonces les cuento que me vuelvo a España, y que allí doy clase de inglés. Les resulta muy curioso y entonces se les ocurren mil preguntas que hacerme, y acabamos dando una clase improvisada de geografía y cultura general. Algunos quieren escribirme tarjetas y hacerme una fiesta sorpresa.


He aprendido mucho dando clase a niños de estas edades, aunque creo que no he cambiado en que me siguen gustando más mayores. Pero he aprendido a querer a estos niños. Los echaré de menos también.


Y mientras tanto, en mi tiempo de ocio, pues sigo aprovechando el tiempo lo más que puedo:


Este sábado y el anterior he estado en un curso organizado por el departamento de educación del consulado español, en el que nos hablan de cómo introducir la cultura en las clases de idiomas. Es interesante, y te dan muchas ideas prácticas para actividades que se pueden hacer en el aula, y al final el ambiente es muy bueno porque te haces amiga de todos. Son gratis, aprendes cosas nuevas y lo pasas bien. Me encantan.


En el apartado deportivo, el sábado pasado estuve en el estadio Gillette viendo a la selección española de fútbol jugar contra la americana. Les dimos una paliza a los pobres. Fue superdivertido. Fui en el tren por mi cuenta, por eso de que tenía el curso por la mañana. El ambiente era espectacular ya allí, porque parecía que estábamos en España. Los americanos eran los menos. Y un grupo de españoles iba cantando canciones y animando a lo Pepe Reina.

Fue divertido. Y luego el partido en sí, pues genial. Fui con Carlos y sus padres, que están de visita, Angélica y su hijo mayor, y Mireia y su marido. Me puse una camiseta roja y un pañuelo amarillo, la bandera de mi clase colgada al cuello a lo Supermán, y unas banderas pintadas en las mejillas. Vamos, lista para la ocasión.





La verdad es que he podido disfrutar de partidos y juegos profesionales de todos los deportes más importantes por aquí, aparte solamente del fútbol americano, aunque dicen que es bastante aburrido (doy fe porque intenté seguir un partido de la famosa Superbowl por la tele y era intragable). En cualquier caso, sí conocí a un jugador de los Patriots, el equipo local, porque vino a hablar a los niños de cuarto de mi colegio, y estaban todos encantados. (Yo también).



El miércoles tuvimos a los bomberos en el edificio. Mi vecino se quedó dormido con la tele en marcha y algo en el fuego. Olía a quemado y había humo en todo el pasillo. Al principio, al notar el olor, pensé que él mismo se habría dado cuenta enseguida. Y ya no presté más atención. Un par de horas más tarde, mis vecinos llamaban a la puerta y entre todos comentábamos que habría pasado y pensábamos qué debíamos hacer porque el hombre no respondía al teléfono ni a los golpes a su puerta. Finalmente se despertó y abrió la puerta, pero para entonces los bomberos ya habían llegado.




Hoy han bajado las temperaturas, pero ya hace un par de semanas que está haciendo calor, por fin, y como la casa se ha calentado ya estoy hasta con el aire acondicionado en marcha continuamente. Es increíble cómo cambia la temperatura tan rápido. Pese a todo, el otro día hubo aviso de tornados en Massachusetts y nos asustaron un poco. La verdad es que sí afectó a la parte oeste del estado, pero gracias a Dios no llegó por aquí. Pero el cielo se notaba distinto.


Otra novedad para que no me falte nada por ver antes de irme.


En fin, ya veis que tengo mucho vivido. Y las dos semanas que me quedan aún habrá más que contar. Pero estoy escribiendo los últimos capítulos de mi libro. Un libro con nombre erróneo: dos años en Massachusetts, no uno. Y vaya dos años. Hoy he comprado algunos regalitos para la gente que me dejo aquí, y al llegar a casa he escrito un par de dedicatorias, sobre todo una a Carlos que ha sido tan buen amigo y tanto ha hecho por mí este segundo año. Cada vez que la leo me pongo a llorar de pena.


Pero es sólo la nostalgia del momento. Conste que estoy contenta de volver.

Bueno, mañana volveré a enfrentarme a la difícil tarea de hacer las maletas. Por hoy ya he hecho bastante. Buenas noches.


¡Ah! ¿Os conté que me corté el pelo?


Y como nota curiosa, dos señores que se trajeron sus sillitas para esperar al tren... :)