martes, 15 de septiembre de 2009

El piso





































Chicos: ya tengo piso.
Ayer firmé el contrato y por la tarde-noche me fui de compras con Elvira. Primero, a un supermercado a aprovisionar la despensa, y luego a otra tienda para trastos varios necesarios en el hogar: planchador, plancha, cubo de basura… ¡¡Hacen falta tantas cosas!! Pero conste que estoy yendo a por lo barato. Me he comprado una plancha por 6 dólares. Elvira dice que parece de juguete, pero a mí me da igual. No estoy dispuesta a gastar dinero en algo que voy a usar tan poco tiempo.

Hoy Georgy (el cuñado manitas que trabaja en el colegio) me ha acompañado a casa de una señora que se prestó para darme muebles porque ella se muda pronto a otra casa también, y necesita deshacerse de muchas cosas que ella no va a poder llevarse o que prefiere comprárselas nuevas. La casa de esta señora está espectacularmente desastrada. Está todo lleno de cajas y trastos por el suelo y por encima de los muebles. Hoy cuando hemos llegado hemos tenido que apartar unas cajas para sacar algún mueble, y entonces ha descubierto dónde estaba su GPS. “Oh, aquí estaba. No lo encontraba así que me compré uno nuevo la semana pasada”. Claro, y acabará comprándose un tercero algún día de seguir en esa casa, porque es imposible encontrar nada. La cocina era lo peor. Aparte de tener el suelo pegajoso, tenía crispis por todas partes: bancada, mesa, suelo…

En fin, tenéis que comprender que en otras circunstancias yo le diría a esta señora: “muy amable, gracias, pero no me hace falta”. Pero son otras, las circunstancias, y Elvira me dijo que podía comprar una tela bonita, o manta grande o algo así para cubrir el sofá, por ejemplo, y hacer así con todo (aparte de limpiarlo yo antes, claro). Y le pagaré algo, pero me dijo que lo que pudiera, porque sino iba a tirarlo, así que no pedía mucho. Elvira me dirá, cuando lo vea, cuánto considera que debo darle. Y a Georgy me ha aconsejado pagarle un tanque de gasoil para la furgoneta por ayudarme a cargar y descargar. El sofá cama es lo que más ha costado, pero ya sabéis que tenéis lugar para quedaros si me visitáis. Ya me aseguraré yo de que quede limpio y bien. (He exagerado un poquito, ¿eh? tampoco es tan grave la cosa. Digo: de la limpieza).

En muebles he conseguido: un sofá cama, un silloncito, una mesa larga que usaré para trabajar porque la bancada de la cocina me vale para comer y tiene dos taburetes, una silla con ruedecitas para trabajar en ella, una mesita para poner junto al sofá, un mueble para la tele, una tele pequeña, un equipo de música, una impresora, un conjunto de platos, cuencos, tazas, bandejas…, y no sé si alguna cosa más. La furgoneta estaba llena, llena. Cada mueble de su padre y de su madre, claro está. Pero el caso es que no me voy a sentar en el suelo, y oye, a mí me sobra, que no es cosa de ir de sibarita en estos momentos. Tengo una casa montada, entera, por bien poco.

La que me alquila la casa es una chica muy maja. Me ha caído muy bien. Me lo explicó todo muy claro, me preparó una hojita con toda la información que necesito: mi dirección completa, los móviles y emails de ella y su marido, lo que tengo que hacer cuando llamen al timbre, etc. También hay una hojita con los números de urgencias de todo tipo. Me ha hablado también de los vecinos. No es un edificio como casi todos los otros que vi, donde eso de alquilar es el negocio del bloque y todos los que hay están en las mismas condiciones, sino que allí los que viven tienen el piso comprado. Creo que es bueno porque se conocen mejor, no están de paso, y cuidan más de las cosas y de portarse bien. Me ha dicho que si organizan alguna fiesta invitan a todos los del rellano. Creo que será una buena forma de conocerlos y hacer amistad. Ya conocí a dos a la puerta del edificio y parecían simpáticos. Y ella dijo que si se me estropea algo que uno (no recuerdo cuál de los que vi, eran dos chicos) enseguida viene y lo arregla, que es muy amable, y que otra chica también estaba encantada de saber que iba a mudarme allí,… Bueno, ya veremos, pero creo que estaré bien.

Estoy en el último piso del bloque. Es un cuarto piso, que en realidad es un tercero porque aquí los bajos los cuentan como primera planta. Os he puesto algunas fotos que otra vez me han salido bastante mal, pero ya os hacéis una idea: está vacío, con las bolsas de la compra que hice con Elvira nada más. Ya reenviaré más fotos del mismo cuando esté lleno de muebles. Los llevaremos mañana a la salida de las clases, y seguramente también me quedaré a dormir allí mañana por la noche por primera vez. Echaré de menos a la familia aquí.

Como veréis en las fotos, es todo como un estudio, donde no se separan las habitaciones. Sólo está la puerta del baño. Bueno, hay dos puertas más, pero una es la de la caldera y la otra no me acuerdo, pero nada importante. Un cuartuchito necesario. Hay una zona nada más entrar para el salón, bastante amplia; más al fondo está el dormitorio. Me han dejado una cama y yo conseguí una mesita en el mercadillo del que os hablé el otro día, por $3. Hay dos “armarios” (=huecos tapados con una cortinita donde han puesto una barra para colgar la ropa con perchas), y en uno hay una cajonera. Y luego está la zona de la cocina, que es muy amplia y me gusta mucho. Tiene una gran bancada para comer, y está muy completa: microondas, cocina eléctrica, horno, lavaplatos, nevera…

El domingo, como os dije, me fui a lo que se conoce como “yard market”. Se trata de que la gente que quiere vender cosas que tiene en casa que ya no le sirven, las pone en el jardín de su casa, y tú vas pasando por ahí, y cuando ves un jardincito con gente fuera y trastos a la vista, te paras y miras a ver si hay alguna cosa que te interese. Yo conseguí una mesita para el dormitorio, como he comentado, y en otro sitio un montón de trastitos para la cocina y cosas así. Me llevé un par de cajas llenas, y pagué $11 por todo.

Tendréis que venir a verme aunque sólo sea por verme la casa. La voy a dejar estupenda. He pensado que haré un “house-warming party” con los de mi departamento. Ya veremos. Estoy ilusionada. Se me nota, ¿no?

Cosas curiosas, os voy a contar tres:
1. Señoras y señores: ¡¡¡¡¡aquí no reciclan!!!!! Cuando quieres tirar la basura, hay unos contenedores en la calle que puedes usar en cualquier momento, pero ahí va todo mezclado: cartón, vidrio, plástico, todo. Si quieres reciclar, me dijo la chica que hay algún tipo de lugar en Lowell donde puedes llevarlo, pero como que está complicado llegar y no es muy normal.
2. Hay un sistema en el fregadero, por el cual tú tiras restos de comida y cosas pequeñas, y eso cae por la tubería y si se acumula mucho puedes darle a un botón para que se lo trague. No sé bien cómo va, pero el caso es que eso está así porque luego en algún lugar se junta todo y se tritura y desaparece, o yo qué sé. Pero la piel de las patatas, por ejemplo, no la tiro a la basura sino al fregadero.
3. Para llamar al timbre desde la calle necesito un teléfono, y abro también marcando un número desde el teléfono. Y si me pongo tele, habrá un canal donde puedo ver quién hay. Forma parte del sistema de seguridad del edificio. Esta señora de antes me ha dado un teléfono, pero es inalámbrico y al final no sé si ha encontrado la base o no. Ya os diré. No hace falta estar conectado a ninguna red. Con sólo tener el aparato, eso ya funciona.

Esto es todo por hoy. Con la mudanza y las clases y todo no creo que vuelva a escribir hasta el fin de semana, pero con esto ya tenéis material para rato. Tenemos la tarde del jueves libre, pero el departamento nos juntaremos a ver si nos organizamos que hay mucho que hablar, y aquí las reuniones de departamento no están previstas en el calendario y eso no puede ser.

Temas rápidos: ya tengo cuenta en el banco, y creo que hoy me han pagado mi primer sueldo. Aún no lo he visto pero creo que sí. Me han puesto pantalla nueva en el ordenador de mi mesa y está preciosa, de éstas planas, y me han conectado el ordenador a la impresora de Rafael y puedo mandar allí las cosas a imprimir. Ya me he hecho amiga del informático, que eso es muy práctico. Mañana le voy a llevar el portátil, que tengo un problemilla. El domingo abrí desde el portátil por primera vez el correo del colegio y tenía ¡¡¡65 mensajes!!! Aquí no hay sala de profesores propiamente dicha y no hay forma de hacer vida social con el resto, lo cual es fatal, así que todo se lo dicen a través de mensajitos. La mayoría no son importantes para mí.
Pero del colegio ya os hablaré otro día. Pa hui ja n’hi ha prou.
Besos.