domingo, 25 de abril de 2010

Washington. 1 de 2

Día 1
Llego a Washington a media tarde.


Obviamente las dos fotos de arriba no son mías, son de internet, pero quería daros una imagen general de la ciudad. Abajo, ya éstas sí que mías, fotos de las calles de Washington.
Mi hotel se llama Kellogg Conference Hotel, y está dentro del campus de la universidad Gallaudet. Es la única universidad con un ambiente accesible visualmente, diseñado especialmente para alumnos sordos o con problemas de oído.
El hotel:
No sé cómo lo encontré. Fue por Internet, pero sé que no aparecía entre la lista inicial de hoteles sugeridos. El caso es que vi que me gustaba la ubicación y el precio, y lo reservé. Pero está visto que no es un hotel para turistas como yo, en principio. Estoy rodeada de sordos. Y lo digo con todo el respeto, claro. Pero es así. Me paso el día viendo gente hablando con gestos; en la tele hay 4 ó 5 canales dedicados a sordos; …
El campus:

Pero creo que ha sido una buena opción. En la habitación tengo nevera y microondas. Eso me viene de maravilla para gastar mucho menos en comidas. Tiene acceso gratuito a Internet. Otra maravilla que no es habitual: muchos hoteles siempre te hace pagar una tarifa aparte. Y tiene buses gratuitos a Union Station, que es la estación central de trenes y hay metro, lo cual me viene bien para desde ahí ir a cualquier otro sitio. No está mal para un tres estrellas, ¿no?

Pero hoy estaba cansada del viaje y sólo he salido a buscar algo de cenar y volver enseguida. En la parada de autobús había dos chicos hablando en lenguaje de sordos, y al rato ha venido una chica y me ha preguntado algo por gestos también. Le he dicho que no entendía, y se ha quitado los auriculares y me ha seguido hablando tan normal, pero a veces se le soltaban las manos y no podía evitar hablarme con gestos. O sea, que ella no era sorda -al menos no totalmente-, pero está tan acostumbrada a hablar así que le sale con toda naturalidad. Hemos estado charlando un rato y le he dicho que estaba en el hotel. “¡Ah! ¿Hay alguna conferencia?” “No”, digo yo. “Yo estoy aquí para visitar la ciudad”. “¿Y por qué estás en este hotel?”, pregunta toda extrañada. “Pues porque tenía buen precio y estaba bien…” Es lógico, ¿no?: hotel – turista… Yo creo que encajan las piezas. He tenido la sensación de ser un bicho raro.

En la foto, Union Station, con la estatua de Cristóbal Colón en medio de la plaza. Ahí llegaba cada día desde el hotel y partía para mis visitas en la ciudad.

Por cierto: ¿por qué se ha corrido la fama de que Colón era italiano? En uno de los tours el guía lo mencionó: "...the Italian Christopher Columbus...", y yo, claro, si soy muda reviento: "Spanish!!" -desde mi asiento. Pero el hombre en sus trece. No se nos da nada bien lo de mostrar a los demás este tipo de cosas. La fama siempre se la llevan los otros. El marketing es cosa de italianos, franceses, ingleses o alemanes, pero no es el fuerte de los españoles, ¿eh?

Aquí se ve parte del interior de la estación, que es estación de trenes, autobuses, metro, un gran parking, y hay muchísimas tiendas y restaurantes de todo tipo.



Día 2
Hoy tocaba tour. He pasado el día, desde bien temprano, en una excursión organizada al Monte Vernon, donde vivió George Washington, el primer presidente de EE.UU., y donde está enterrado. Uno siempre aprende muchísima historia en estos sitios, y éste era imposible que fuera menos. Ha sido muy interesante.


Él nunca tuvo hijos propios, pero su mujer, viuda, tenía dos, y fueron como suyos.

Vistas del río Potomac desde la parte trasera de la casa.

Era un hombre fascinante: un líder nato, inteligente, metódico, previsor, comprometido, religioso, familiar y “campestre”, si es que se le puede llamar así, entre otras cosas. En su finca tenía animales y cultivos, bosque y una vista espectacular del río desde detrás de la casa, como habéis visto.


Hay un monumento a los esclavos negros que trabajaron allí mientras él vivió. Él dejó dicho en su testamento que se les diera la libertad cuando muriera, y se aseguró de que tendrían dónde ir o cómo mantenerse. Además de la casa y los campos, hay un museo con un montón de vídeos de pocos minutos cada uno en los que se analizan temas distintos todos relacionados con su vida o con la historia de América del momento. He observado que en todos estos sitios saben cómo hacer que los museos y los lugares que visitan los turistas, resulten interesantes e informativos, pero amenos, fáciles y accesibles. Como esto de hacer varios vídeos, pero todos breves que se van repitiendo constantemente, u ofrecer visitas guiadas gratuitamente para mostrarte lo más destacado del lugar. A mí siempre me ha gustado tener un guía: me entero mucho mejor de las cosas si en vez de ir perdida por ahí leyendo lo que se me ocurre, alguien me lleva a lo que sabe que es más importante, y además te cuenta la historia añadiendo algún comentario extra como anécdotas, chistes o demás curiosidades. Claro que depende del guía, pero últimamente los hay de muy buenos.

Hoy he visto más tumbas y monumentos conmemorativos a soldados muertos en la guerra que en toda mi vida. Los hay de todas las clases: a los de Vietnam, a los de Korea, a los marines, a todos los de la II Guerra Mundial, a los que han muerto en misiones en el espacio… La verdad es que todos tienen su buena razón de ser y te llega el mensaje.

Éste es el de los veteranos de Korea. Están pasando por un campo de minas.

Éste, tan famoso, está dedicado a los marines. Está basado en una foto de una escena real tomada a un grupo de marines.



La segunda parada importante del día fue, precisamente, el cementerio nacional de Arlington, donde entre otros, está enterrado JFK. Hay más de 320.000 veteranos, de todo tipo de guerras. Es inmenso y todo son piedrecitas blancas sobre campos verdes. Pero todo esto está muy bien organizado, y te llevan en un trenecito, y un guía te lo va explicando todo y te deja bajar en los puntos más interesantes para hacer fotos.

Tumba de Kennedy.


Vista general. Esto es sólo una parte. El cementerio es inmenso.

Cambio de guardia ante la tumba del soldado desconocido:
Otras cosas interesantes del tour de hoy:
-La estatua de A. Lincoln. Gigante.


Vista con el monumento de Lincoln al fondo.


-La iglesia de Christ Church donde solía ir Washington y donde ahora es costumbre que todos los presidentes vayan al menos una vez durante su mandato.

Por motivos de seguridad, un día de diciembre, a las 11 de la noche, llamaron a la iglesia y avisaron de que Bush iba a asistir al servicio del día siguiente. La pobre reverenda de la iglesia no pegó ojo en toda la noche.

Antiguamente, cada familia tenía una zona específica reservada. La de la familia de Washington era donde hay sentados un grupito de personas.

-El mástil del Maine, el barco que se hundió en la guerra con España

-Vista desde el autobús del Pentágono


Día 3
Este día seguí con el tour que tenía reservado, para visitar los lugares más destacados de la ciudad. Todos los sitios a los que hemos ido hoy ofrecían entrada gratuita y tours guiados también gratuitos. Una maravilla. Y el autobús nos iba llevando de un lado para otro. Así que desde las 7.30 de la mañana en que había que estar en el punto de partida, hasta las 6 de la tarde en que he llegado de vuelta al hotel, ha sido un no parar de caminar, ver y escuchar. Lo único malo de todo esto, es la imposibilidad de retener toda la información que uno ha acumulado.
Empezamos con el Capitolio. Precioso y magnífico.




He tenido un poco de tiempo también para la biblioteca Jefferson, la más grande del mundo.


Luego hemos ido a un museo Smithsonian, el más visitado, el del aire y el espacio. El año pasado recibieron unos 9 millones de visitas.

Con esto, llegó a la luna el Apolo 11.



Después de visitar el reciente monumento conmemorativo de la II Guerra Mundial,


(yo, posando bajo la columna con el nombre de "mi" estado)



(esto es, simplemente, una vista que me gustó)


hemos ido a otro museo Smithsonian. Esta vez el de la Historia de América. Muy interesante (como todo, vaya). Allí he visto los zapatitos de Dorothy en El Mago de Oz,

a la verdadera Rana Gustavo,
o el traje de Michelle Obama el día de la inauguración


Pero también he aprendido mucho sobre algunos momentos clave de la historia de este país, y anécdotas fundamentales que marcaron un hito, como cuando varios negros se sentaron a la barra de un bar que era sólo para blancos y no se movieron de allí hasta que les atendieron. Pasaron así 6 meses (yendo y volviendo cada día, claro está), hasta que consiguieron que les sirvieran. Entonces ellos pagaron, y tranquilamente se marcharon de allí. Antes estuvieron practicando en el colegio durante mucho tiempo. Ellos hacían como que estaban sentados en dicha barra, y otros compañeros les decían de todo y les zarandeaban.

Tenían que demostrar que eran capaces de aguantar sin alterarse, porque cualquier signo de violencia contra los blancos se usaría en su contra. Se salieron con la suya, y esa barra y esas banquetas donde se sentaron, hoy forman parte de la historia de América.
Hasta 1964, en Virginia, los negros y los blancos no iban juntos por ley en un autobús público. Apenas 45 años después, el presidente del país es negro. Desde luego, tienen mucho que contar. Pero que no presuman tanto de que "this is a free country", que los demás dejábamos que se sentaran a nuestro lado todo tipo de gente desde mucho antes, que conste.
En fin, esto es una imagen más del museo. Esta niña de la foto lleva dos ladrillos en las manos. Por la mañana, bien temprano, se levantaban para ir al colegio lejos de allí, y la madre les calentaba los ladrillos en la estufa porque aguantaban el calor mucho tiempo después. Era una forma de pasar el frío...
Hemos ido después al teatro Ford donde Lincoln fue asesinado. Nos hemos sentado en las butacas, y un chico ha salido vestido de época y nos ha contado exactamente cómo ocurrió todo. Muchos ya conoceréis la historia, así que podéis pasar al párrafo siguiente. Para los que no, brevemente: Lincoln estaba en el palco del teatro viendo una obra, como hacía de vez en cuando. En aquellos tiempos la seguridad era mucho más precaria. Alguien llegó con una tarjetita para que le dejaran entrar al palco. Nadie pensó mal. Era un conocido y todo parecía lógico. Entró por la puerta amarilla que se ve abajo. En el momento (planeado) en que el actor dice la frase más cómica de la obra y el teatro estalla en risas, el asesino dispara a la cabeza del presidente. Saltó a continuación al escenario. El público creyó que aquello formaba parte de la obra y no reaccionó. Huyó. (Pero lo atraparon poco tiempo más tarde). Lincoln, sin embargo, estaba herido de muerte. Lo llevaron a la casa de enfrente, donde también se puede visitar la habitación donde a la mañana siguiente murió.

Por último, pudimos echar un par de fotos en la lejanía de la Casa Blanca. Para poder visitarla, hay que pedir cita a través del senador de tu estado unos seis meses antes del viaje. Todo esto lo han complicado desde lo del 11 de septiembre. Antes era mucho más fácil. Uno de los hombres del tour iba a ir y nos contó cómo hizo: primero hablas con el senador, que te da unos papeles con unas 30 preguntas. Entre ellas, tu número de la Seguridad Social o tu grupo sanguíneo. Has de especificar las fechas en las que harás el viaje. Él lo hizo en septiembre. En diciembre y enero confirmó la visita. Nunca ha recibido noticias. Por lo visto, te confirman la visita un día antes. Tú no sabes nada de cuándo te van a llamar. Y si tienes planeado hacer otra cosa ese día, pues lo tienes que dejar. Te llaman al móvil o te mandan un mensaje, y te dicen: mañana a tal hora. Punto. Y no puedes llevar casi nada encima. Ni la billetera.

Ésta es la calle que lleva a la Casa Blanca, cortada al tráfico, controlada:
De camino, hemos visto otros edificios, como el del FBI. Sólo pasando.


Por hoy es todo. La semana que viene, la segunda parte. Ahora me voy a vestirme: ¡voy de boda! Ana, mi compañera de departamento, se casa. ¡Y yo no me lo pierdo!

Hasta la próxima.