Han pasado unas tres semanas desde que escribí la última vez, calculo, y seguro que han pasado muchas cosas desde entonces. Veamos…
Esta vez comenzaré con el trabajo: hemos terminado la primera evaluación. Aquí se hacen cuatro. Las últimas dos semanas estuve trabajando mucho dejando todo en orden, corrigiendo exámenes, libretas, valorando la actitud y el esfuerzo, pasando las notas al programa que nos dan y ajustando todo según los criterios que establecen, haciendo comentarios individuales de los alumnos, etc.
A cada uno de los niños de preescolar y de primero, les hice una carpeta con una carta dirigida a los padres, en inglés y en español, explicándoles lo que sus hijos han estado haciendo estos primeros meses en la asignatura de español. Teniendo ya la experiencia del año pasado, lo pensé desde el principio, y cada cosita que iban haciendo la recogía al final de la clase, y la metía en carpetas que llevaban el nombre de cada uno. Así, haciéndolo cada día, ahora el trabajo era más fácil: sólo había que añadir la carta, y entregar la carpeta al profesor de aula para que en su entrevista con cada padre (madre, debería decir), se llevaran los trabajos de su hijo: las fichas sobre las formas y los colores, el librito de la familia, la careta contenta o triste… De otra manera, no tienen ningún contacto con nosotros, y ésa es también una de las razones por las que la asignatura no se valora: no saben lo que se hace con los niños ese tiempo. Ahora no tienen duda.
La maestra de primero me dijo ayer que los padres quedaron muy impresionados con la carpeta que les estaba entregando. Así que estoy muy orgullosa. De hecho cuando Ana lo vio, lo quiso hacer también, y aún le ha dado tiempo a recopilar algo para este trimestre para alguno de los cursos.
Ya apliqué en mis clases recientes alguna de las ideas que me enseñaron en un curso que he estado haciendo en Boston. Lo organizaba el Consulado de España y era gratuito para los profesores de español. Yo era la única española: había algún americano y muchos hispanos. Los ponentes eran profesores de la Universidad de Massachusetts.
No iba yo muy convencida al curso, pero al final me alegró haberlo hecho. Siempre conoces gente interesante, aprendes cosas curiosas y útiles, y pasas un buen día. Esta universidad está situada junto al mar. El segundo sábado hacía un día fenomenal, y como llegué con tiempo de sobra, aproveché para sentarme en un banco a la orilla del mar y disfrutar del solecito un rato. Fue genial.
El tema del curso era sobre la aplicación de la traducción en las clases de español. Hay gente que defiende a ultranza que se hable sólo en el idioma que se está aprendiendo, pero esto no es práctico cuando sólo ves a los alumnos 50 minutos cada día, y luego no tienen más contacto con esta lengua en todo el día. No te están entendiendo y desconectan. Además, la relación con el idioma materno es inevitable: uno lo tiene de referencia, y a partir de ahí es como se entiende lo demás. Es innegable que el cerebro lo quiera comparar con su equivalente en el otro idioma. No querer traducir una palabra que un alumno no entiende y darle una explicación en el otro idioma de cinco minutos es perder el tiempo: al final el niño acaba diciendo “¡Ah! ¡Patata!” (o lo que fuera). En las clases el tiempo es limitado y hay que aprovecharlo al máximo.
En este curso me llevé un disgusto, eso sí, cuando me dijeron que la “y griega” ya no se llama tal, sino que la RAE quiere que la llamemos “ye”. Ya sabía lo de “solo”, que ahora no lleva nunca acento. Pero ahí me completaron la información de las normas que han salido recientemente. Lo dicho, un disgusto. Siempre acaba uno pensando que con la de cosas importantes que hay que aclarar en la lengua y que podían hacer, y que uno pensaba que era una institución seria que no se dejaba llevar por las ganas de algunos de simplificar sólo (y escribo el acento con toda la intención) porque no dan para más, y va y te decepcionan con estas chorradas.
Cambio de tercio. La fiesta de Halloween pasó ya. Ese día estaba yo en Boston con un par de amigas españolas con las que quedé para dar un paseo, y vimos a muchos niños disfrazados por la calle haciendo lo del “truco o trato”. Sobre todo chiquitines. Son los que hacen gracia, claro. Iban con sus padres, muchos también disfrazados. Me recordó al aguilando que hacemos nosotros en Nochebuena. Es lo mismo. En las tiendas y cafeterías tienen una bandejita con chucherías, dejan caer un par en la bolsita o cesta que llevan, y a otro sitio.
Por supuesto había montones de trenes especiales ese día para ir a Salem. Me encontré con unas españolas en la estación que iban superdisfrazadas, y con la intención de pasar allí la tarde-noche. El ambiente debe de ser espectacular en el pueblo ese día.
Pero lo que me sorprendió más, fue que en mi tren de vuelta a Lowell, el revisor fuera todo vestido con el uniforme de rigor, más unas alitas de ángel a la espalda. Pero como aquí se ve de todo, pues sonríes, y ya está. El hombre estaría tan satisfecho de ver lo gracioso que estaba resultando, oye…
Ahora lo que viene es Acción de Gracias. Y eso me alegra especialmente por tres razones:
1. Tendremos un puente largo de vacaciones: el miércoles por la tarde ya cierran el colegio, y tenemos libre jueves y viernes completos. Para nosotros esto es el novamás. Puentes de ésos en España hay más (en los colegios, digo), pero aquí las fiestas se hacen en lunes, caigan como caigan, con lo que los puentes no existen más que en éste que hay ahora.
2. Me han invitado un par de chicas, compañeras del trabajo, a pasar el día con ellas y sus familias. Para ellos es muy importante, como Navidad, y me he sentido muy halagada de que hayan pensado en mí en ese sentido. (Pero a mí no me dice nada ese día, y no voy a tener ninguna morriña de familia ni nada, y además yo tenía otros planes. Se lo he agradecido mucho, pero les he dicho que no).
3. Mis planes eran aprovechar el puente para hacer un viaje. ¡¡Me voy a Chicago!! ¡¡¡Yujuuuuu!!! Que hace mucho que no salgo. Dicen que es la ciudad del viento, que hace mucho. Y es época de frío. Pero me llevaré el gorro más calentito y ¡a ver mundo! ¡Ea!
Pero volviendo a mi paseo con las dos chicas españolas, una de las cosas de las que hablamos fue de las diferencias entre Europa y América en el tema de abordar nuevos negocios. Simplificando, en Europa alguien dice: “Tengo una idea” , y le contestan: “Bah, eso no puede funcionar”; en América te dirían: “Mmmhh, interesante. ¿y si además hacemos esto otro?” – En Europa estamos de vuelta de todo, somos negativos. Aquí aún hay ilusión por emprender nuevos retos. No todos funcionan, pero se intenta.
Aquí van unas imágenes del paseo. Aún hay algunos árboles bonitos con lo del cambio de color en las hojas, así que aprovechamos para hacernos un mini-reportaje.
No me acordaba de estas fotos, y las he añadido más tarde (cuando ya me habían hecho un comentario al final de esta entrada sobre la carencia de imágenes, y eso me ha hecho memoria...) Espero llegar a tiempo para el resto de los que lo lean.
Creo que todo esto surgió porque una de ellas se vuelve a España ya después de haber vivido 5 años aquí, y decía que iba a notar mucho el cambio en el ambiente de la oficina. No es lo mismo. Claro que en España, por contra, hay más contacto personal: eso de salir a tomar una copa con los compañeros, por ejemplo, mucho más común, une. Porque aquí eso no pasa, o no de la misma manera. Cada uno tiene su vida, y no hay tanta socialización.
En mi colegio, por ejemplo, no se hace comida de Navidad -algo tan típico en todos los colegios de España-. Y eso vendría muy bien para charlar con algunos profesores con los que tienes menos contacto habitualmente, o para simplemente charlar de otras cosas que no son el trabajo y que descubres que te unen a esas personas. No sé.
Aquí este año hay intentos, pero como siempre todo muy planificado. Nada de espontaneidad: hay una serie de comités a los que te podías apuntar, y empezarán a funcionar en enero. Uno de ellos es el “social”, que organizará eventos así. Pero va más enfocado a tener una relación más estrecha con los padres de los niños, para que haya más sentido de comunidad.
¡Caray! ¡¡Si yo a los padres no los quiero ver cuando estoy de fiesta!!
Bueno, os dejo que se ha hecho la hora de cenar.
A la vuelta de Chicago os cuento más.
;)
Hay cosas que no te perdonaré nunca. Pogamos un ejemplo: LE DE CHICAGO !!!!!!!!. Quitado de eso, muy contentos de leerte. Por cierto, yo ya me he hecho americano. Acabo de empezar a trabajar con Mac. Ah, una cosa, se necesitan más fotos, así que anímate.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo y ya nos vemos pronto!!!
Sant Miquel, 1
Lo de las fotos lo pienso cada vez, pero no siempre es fácil. A la próxima, seguro, por lo del viaje.
ResponderEliminarPerdóname, hombre, lo de Chicago. Yo te prometo que te enseñaré un montón de fotos, para que sea como si hubieras estado ahí tú mismo. Y algún día, seguro, estarás. Besos.