miércoles, 2 de febrero de 2011

Snowday number 7

Hola.
Escribo esto en el séptimo día que cancelan las clases por la nieve. Recuperaremos en junio hasta un máximo de 5, así que ya llevamos dos de regalo. El invierno de 2005 fue frío y nevó mucho más, parece. Pero después de ése, ya hay que volver hasta 1999, creo, para encontrar uno como éste de 2011.

Yo estoy encantada. Aprovecho los días en casa y me va de maravilla: un ratito de leer, un ratito de ver la tele, otro de limpiar el piso, y mucho de estar frente al ordenador charlando con la familia, consultando los emails y el facebook, y demás. Además, es lo que quería ¿no?: un invierno a tope para después poder contarlo cuando sea mayor: “Cuando yo estaba en Boston…” Eso sí, ya me resbalé un día y caí al suelo por el hielo que queda después de la nieve. Eso sí que no hace ninguna gracia.

Así, hoy he estado viendo nevar desde la ventana...


... viendo cómo se acumula la nieve...


... y oyéndola caer...:


...mientras desayuno, esta vez tostadas con huevo revuelto, fuet y un chocolate caliente:

Después de aquella primera nevada tan fuerte, de la que os puse algunas fotos, hubo alguna más, y había tanta ya, que en las calles del centro acabaron despejando los montones que se habían acumulado a los lados. Un día salí de casa temprano, y había unas 4 grúas en mi calle sólo, recogiendo la nieve y echándola en un par de camiones. Pero esos montones tardaron bien poco en volver a aparecer. Por las cifras que oigo, parece que la nieve –entre las nevadas de ayer y de hoy–, acabará acumulando unos 50 centímetros de altura. Yo hoy no veo que haya sido la cosa tan grave como la pintaban, pero desde luego entre tantas nevadas, en la calle los montones me llegan ya a la cadera. Y cada vez que se espera una, nadie puede aparcar en la calle, porque han de dejarlas despejadas para las quitanieves.

Esto es días después de caer la nieve, con los montones aún ahí:


Las aceras despejadas para que pasen los peatones:


Pero algunas no están bien limpias y la nieve se convierte en hielo. ¿Veis el hielo en esta acera?


Y en las esquinas, abren paso para que se pueda cruzar:


Los coches aparcando como pueden, pero lejos del parquímetro (menos mal que las calles son anchas):

O se quedan ahí, hasta que pase el temporal...


En los parques les da igual y lo dejan tal cual cae:

Y hace mucho frío. Nada de lo que tenéis ahí. Y no es por presumir, pero aquí hace más, ¿eh? Ahora mismito estamos a -7º, pero la sensación térmica es de -14º, por lo visto. Pero eso no es nada. Hay muchos días que la cosa está peor. Claro que aquí hay calefacción alta en todas partes y no te enteras. Sólo cuando te mueves de aquí para allá. Entonces vas todo tapadito. Pero la cara, que es lo único que queda a la vista, se congela y es la que de verdad te dice que no está el tiempo para bromas. Un día vine de la estación de tren a casa andando, y como llevaba vaqueros, cuando llegué me los quité y tenía las piernas frías, frías, y me puse la mantita por encima y tardaron un buen rato en volver en sí. Y la nieve que se te queda en las botas de cruzar la calle, está negra y sucia, y cuando se deshace deja todo hecho un asco, así que me las tengo que quitar corriendo al entrar en casa y meterlas en la bañera.

La próxima nevada: el sábado.
Pues nada. Aquí estamos pa lo que sea ya.
Estas fotos son de cuando limpiaron los montones (pero ya digo que eso duró un par de días y ya vuelve a estar como antes):



Y aparte de las horas de “casa” que me echo, también intento salir algún ratito. El sábado pasado estuve bailando salsa. ¿Que no os lo creéis? Yo tampoco me lo creía. Ya veis. Las cosas que hace uno en el extranjero… Resulta que me lo pasé bomba. Empezamos con una clase en la que te enseñan los pasos básicos, y luego ya ponen música y ¡a bailar! Lo que mola es cuando algún chico que sabe bailar bien te saca a la pista. Hay muchos. Ahí la gente va en grupitos, pero no necesariamente son parejas ya hechas. Y hay gente a la que le gusta eso, y van sin más, y allí miran a ver quién está solo o sola, y ¡ya está! Y además si cambias de pareja es más interesante, porque cada uno tiene su estilo.

Las chicas se quedaban de pie cerca de la pista, como dejando ver que estaban disponibles, hasta que algún chico se acercaba y las sacaba. A mí me recordaba a la época de mis padres o abuelos, o las películas antiguas. El caso es que cuando alguien te sacaba, pues ya te dejas llevar (te tienes que acordar del 1-2-3, eso sí), y es una gozada. Claro que te equivocas y no siempre sabes qué están intentando hacer contigo, si que des una vuelta, o dos, o ir a la derecha o qué. Pero en general tienen mucha paciencia y es muy divertido. Los que saben bailar bien, también te saben llevar bien, y es fácil seguirlos. Con un leve toque con la mano, te van llevando a un lado o al otro, y ni te das cuenta. Yo, perdido el miedo inicial, lo pasé muy bien.

Además los chicos se ven así como muy concentrados en sus pasos y en los movimientos que van a dar en cada momento, y miran al infinito, y sólo cortésmente de vez en cuando te miran para ver que todo va bien. No hay conversación. Bueno, yo estuve hablando con un chico muy majo. Creo que era de Ecuador. Decía que era la primera vez que iba allí, pero bailaba de maravilla. Claro que me contaba que de pequeño en las fiestas los mayores le daban billetes de un dólar para que bailara.

En fin, cambiando de tema: como no tengo asuntos concretos de los que hablar, voy a mencionar las ideas sueltas que me apetece compartir, en puntos separados. Aviso que en el último me he enrollado más de la cuenta. Ése os lo podéis saltar, pero me ha dado la vena, y no he podido evitar desahogarme:

1. Cuando volvía para acá estas pasadas Navidades, me encontré en el aeropuerto de Alicante con una chica de Ibi que se iba a Reykiavic. Trabaja allí dando clase en la universidad. La verdad es que el mundo entero está plagado de gente que vive por ahí. Y como lo saben, hay programas buscando gente en todas partes: “Asturianos por el mundo” está ahora buscando gente por aquí.

2. En Navidad me apunté varias recetas nuevas y estoy aprendiendo a cocinar paella, huevos abisinios y demás maravillas. Estoy muy orgullosa de mí misma. ¡Ya no me da tanta nostalgia de paella!

3. El fin de semana pasado estuve visitando un museo gratis, gracias a un pase que puedes coger en la biblioteca. Me parece una idea genial, aunque es una pena no haberlo descubierto antes. Si tienes el carné de la biblioteca, igual que te llevas libros o películas, también puedes aprovechar para visitar varios museos del pueblo o incluso de Boston. Algunos no te dan la entrada completamente gratis, sino un descuento, pero ¡algo es algo!
Ésta es la sala de máquinas donde trabajaban todo el día a principios de la época industrial. Las máquinas aún funcionan, y las tienen en marcha todo el día para que se vea el ruido que tenían que aguantar los trabajadores tantas horas seguidas.


4. El grupo de Iberia-Boston sigue teniendo mucho éxito. La gente sigue escribiendo pidiendo información de todo tipo. Un chico escribió diciendo que le había comprado un billete de avión a su gata porque estaba muy vieja y no quería que fuera en la cabina (¡¡¡¡¡!!!!!!!) He olvidado cuál era su duda… Otro decía que gracias a este grupo se había ahorrado $600, porque un día escribió hablando de un problema que había tenido de salud y la factura que le pasaron del hospital no le valía por la Seguridad Social de España, y alguien le contestó recomendándole que hiciera no sé qué. Y lo hizo y le valió, porque ya veis el resultado. Así que el chico volvió a escribir para dar las gracias. Y muchos preguntan si hay listas así en otras ciudades, porque se van de aquí a vivir a otro sitio, y lo echan de menos.

5. Antes de Navidad, fui un día a un centro comercial. Estaba, lógicamente, abarrotado con gente de compras. Una dependienta vio a un soldado por allí, y enseguida le llamó y le hizo acercarse al mostrador para darle la mano y agradecerle lo que está haciendo por su país. (¡¡¡!!!) Es increíble la actitud que se tiene aquí con los soldados. Otra chica española que conocí, casada con uno, me contaba la de beneficios que tienen: no pagan ningún transporte público, estudian gratis en la universidad, etc. Ellos y sus mujeres y niños, claro. Y muchos, por eso, se aprovechan: mientras duran los estudios en la universidad están alistados, y cuando acaban se van. Qué listos. En misa, todos los domingos una de las peticiones es por ellos.

6. Hace poco Obama dio un discurso sobre el estado de la nación. Aquí es muy importante ese discurso, y casi todas las cadenas, y digo bien, casi todas, cortaron su programación para emitirlo. No se podía ver otra cosa. Recibí un email de mi vecino, días antes, en el que invitaba a todos a ir a escuchar este discurso en cierto restaurante mientras se cenaba. No sé cuántos acudirían, pero no creo que fueran pocos. A buenas horas mis amigas quedan para ver el debate sobre el estado de la nación en un bar. ¿Os imagináis?

7. En la ceremonia de entrega de los Golden Globe Awards, mucha gente aprovecha que tienen un micrófono delante y mucha audiencia, y acaban diciendo cosas muy fuertes y que no siempre quedan bien. Son ideas que quieren defender, situaciones injustas que se quieren criticar, o simplemente comentarios sobre otras personas también famosas que han hecho alguna barbaridad y todo el mundo lo sabe. La mayoría son muy ciertas, y con la broma del momento, sueltan la frase a ver si cuela. Pero muchas veces se pasan tres pueblos y acaban siendo comentarios irrespetuosos e inadecuados. Y no vienen a cuento.

El presentador que eligieron, Ricky Gervais, el “jefe” en la versión británica de “The office”, fue uno de ellos. Pero es que ya los eligen porque saben que son controvertidos y van a decir barbaridades. Pero es que sino eligen gente así, ya parece que la gala no tiene gracia. Mucha gente se molestó con algunas supuestas bromas, y con razón. Pero al final todo se disculpa y a la próxima gala pasa lo mismo. Muy mal. En el humor no vale todo.


Por cierto que Robert De Niro, comparando a las películas y a los hijos, dijo que uno espera que las películas funcionen bien para así poder mantener a los hijos en colegios privados. No me gustó el comentario. No venía a cuento de nada. Y no estoy en contra de los colegios privados. En absoluto. Al contrario. Pero era una forma gratuita de dejar mal a los públicos. Y los públicos sencillamente no tienen el dinero que tienen los otros para ser igual de buenos. Otro premiado por la serie Glee salió después, no sé si a raíz de esto, dando las gracias a los maestros de escuelas públicas, porque “seguramente no se les paga lo que merecen, pero hacen un gran trabajo”. Pues sí. Gracias, hombre. Doy fe, y no por mí, sino por tantos otros.

Una buena amiga mía decía, hace años, que ella no podría trabajar en colegios privados. Por principios. Porque le parecía debía dedicarse a los niños de los públicos. No me importaba que quisiera trabajar en los públicos, pero sí que hablara de los privados como si no merecieran el mismo respeto. Cansada, después de unos 3 años, de dar clase en un colegio público en el que todo eran problemas de disciplina, aceptó un trabajo en uno privado. Ahora dice que no podría ya volver a trabajar en uno público. ¿Dónde han quedado aquellos principios? ¡Ah!, claro, uno no se acuerda ya porque se da cuenta de que trabaja con niños menos problemáticos y se disfruta más así dando clase. Yo también lo entiendo. A mí también me gustaría eso.

Pero lo que quiero es que se respeten ambos sistemas y se comprenda que son necesarios los dos: los padres han de tener la opción de poder mandar a sus hijos donde quieran. Y si quieren gastarse mucho dinero en un colegio en particular, deben poder hacerlo. Pero eso no quita para que el gobierno invierta bien en los públicos y los haga también buenos colegios, con recursos y con buenos profesores. Para que los niños que estudien ahí se eduquen y aprendan como deben.

En fin, no sé porqué he acabado así, pero dicho queda.
La próxima vez prometo tratar temas más divertidos.
Saludos.