La cuenta atrás ya ha empezado. Bueno, ya lleva tiempo un montón de gente tachando numeritos, cada uno a su manera. Según todos los que llevan aquí unos cuantos años, éste ha sido el año más difícil, el más duro de todos. Si es que yo siempre me sé buscar lo mejorcito: para venir cualquier año, vengo uno que vaya a marcar historia. (“Venir pa’ ná es tontería”, ¿eh?)
El último día de clases es el 23, pero el 24 hay que volver para limpiar las aulas y dejarlo todo en cajas para que el nuevo ocupante de esa aula se lo encuentre todo despejado. Se supone que nos adjudicarán aula para el próximo curso antes de que nos vayamos de vacaciones. Como se temen que –con toda la movida que ha habido de despidos– la gente esté rabiosa y quiera vengarse llevándose cosas del colegio que no son suyas, han dicho que las dos últimas nóminas nos las van a dar en cheques, no domiciliadas en el banco, porque van a comprobar que en las aulas no falta nada. Sino, lo restarán de ahí. Para que veáis cómo está el tema.
Como yo no estaré aquí, no podré cobrar ese dinero hasta que vuelva en agosto… Menos mal que tengo fondos. Pero hay gente a la que también le fastidia el tema y están más apretados que yo.
Estoy intentando organizar una comida para ese último día 24 para todos los compañeros que se quieran apuntar. No se ha hecho nada así en todo el año. Es una pena. Y a mí siempre me gusta organizar comidas y salidas con la gente. Hace piña. Aunque sea ya para final de curso, pero espero que podamos irnos un buen grupito.
El otro día conocimos oficialmente a esta nueva mujer que vemos de vez en cuando por los pasillos: la nueva directora. En una reunión después de las clases, la mujer quiso presentarse y contarnos su curriculum profesional y decirnos lo emocionada que está de venir aquí. Bueno, me parece todo muy bien, pero que las cosas vayan a mejor, eso cuando lo vea me lo creeré. Desde luego la apoyaré y espero que así sea, pero ahora mismo hay tanto que hacer que no sé si llegaré a ver el efecto de los cambios que se introduzcan.
Por cierto que en todas estas reuniones yo siempre he estado muy calladita. Sí, en serio. Pero en la del otro día no pude evitar hacer dos comentarios: uno porque la mujer dijo que iban a haber tres responsables de etapas (como jefes de estudios): uno para Kindergarten, otro para 1º a 3º, y otro para 4º a 6º. Y yo le pregunté que para los de “especiales” (que es como nos llaman a los que damos clase a varios niveles: idiomas, arte, educación física, etc.), que quién era nuestro responsable. Pero no me supo contestar: “queremos que estéis en las reuniones de todos los niveles, porque podéis aportar ideas a cada uno, ya lo hablaremos a ver cómo lo hacemos, quiero que me digáis vosotros lo que pensáis, … bla, bla”. Total, que no tiene ni idea de qué hacer con nosotros aún.
El otro tema, por supuesto, fue lo del 10 de agosto. Porque además nos mandaron un calendario explicándonos lo que íbamos a hacer cada día, y resulta que los dos últimos antes de que empiecen las clases, el 19 y el 20, creo, nos los dan libres: “mire usted, yo preferiría venir el 12, que tener esos dos días libres ahí, porque ya no me puedo volver a mi casa!” Pero resulta que se trata de unas charlas de “desarrollo profesional” que nos van a dar unos expertos, que han estado tres semanas detrás de ellos, y son las únicas fechas que tenían disponibles, y en otras fechas eran demasiado caras, y lo hemos intentado, etc., etc. “Espero que aprenderé mucho”, dije yo simplemente para terminar. Dito.
Estos últimos días está lloviendo y ha refrescado, pero la semana pasada hizo un calor sofocante. Así que en el colegio se notaba mucho. Pero lo bueno es que han decidido instalar aire acondicionado. No comprendo cómo han aguantado hasta ahora sin él. Es una maravilla. Por los mismos tubos por los que sale el aire caliente en invierno, saldrá ahora aire fresquito. Lo malo de estas cosas es que siempre se pasan con la temperatura, y ahora lo ponen demasiado bajo y uno acaba pasando frío y todo. En invierno iba yo en mangas de camisa, y ahora me tengo que poner a veces una chaquetita para no pasar frío. Pero bueno, mejor así que sudando.
Pero no sé si fue por eso, que consume tanta electricidad, y en un edificio tan viejo y hecho polvo como es nuestro colegio, que el jueves llegamos allí y se había ido la luz por completo. Un apagón en toda regla. ¿Nos faltaba algo por ver? Imaginaos a unos 900 alumnos más todo el personal, a oscuras en los gimnasios de primaria y secundaria. Al final la cosa duró poco. A las 9 ya estábamos dando clase con normalidad. Pero fue curioso ver a los profesores llamando a los grupos con linterna para ir llevándoselos a los cuartos de cada uno, para no abarrotar el gimnasio. Era muy temprano, llovía fuera, y el día era oscuro, así que verdaderamente no se veía nada.
No tengo mucho más que contar. Como es final de curso, ya se sabe: tengo dos carpetas repletas de exámenes para corregir que, hoy domingo, será mi tarea principal, y mañana lunes examino al resto de los cursos. Me pasaré la semana corrigiendo y poniendo notas, y buscando actividades ligeras para los últimos días en que ya no soportan hacer nada serio. Menos mal que se van de excursión algún que otro día y podré sacar mayor partido a las horas extra que me encuentre.
Estoy siguiendo con entusiasmo las finales de baloncesto. De momento van 2 a 2. Los dos equipos que juegan (son un total de 7 partidos) son los mismos a los que vi jugar en enero: los Lakers contra los Celtics, y me pasa lo mismo de antes: pienso que debería apoyar a los Celtics, porque son los de Boston y aquí es donde vivo, son “los míos”. Pero los Lakers tienen a Gasol, español, algo que sí es “mío”, si se me permite la expresión, y por eso siento más cercanía. Pero es sólo él, el resto del equipo me da igual. Así que no sé quién quiero que gane. Por lo menos me alegra que la cosa esté igualada y que ambos tengan posibilidades. Hay más emoción.
Hasta aquí por hoy.
Un abrazo.
Pastel de 3 leches
Hace 4 meses