El ambiente ya está preparado para la Navidad: sólo nos faltaba la nieve, y ya está aquí. Al menos por esta noche. Tenía ganas. Seguro que luego me canso, pero de momento tengo ganas de ver nieve, así que la esperaba con ilusión. El caso es que el jueves hizo muy buen día, llevaba hasta demasiada ropa para lo bueno que hacía. Esta noche he aprendido un dicho que me ha encantado: “If you don’t like the weather of New England, wait a minute, it will change”. (Si no te gusta el tiempo que hace en Nueva Inglaterra, espera un momento, ya cambia). Y así es.
El caso es que el invierno ya está aquí. Yo, por si las moscas, hoy he ido a comprar y he cogido provisiones para que nieve un par de meses seguidos si hace falta. Hambre no voy a pasar. (Bueno, he de deciros que siempre exagero un poco estas cosas, ¿eh? Que con lo del corte de pelo la gente se ve que creía que me lo había rapado o algo así de corto que lo imaginaban. No, no es para tanto. Es por darle gracia al asunto…) Sigo con el sistema de ir a pie, volver en taxi, y me va de maravilla, oye.
A cuento de los supermercados, dos apuntes:
1. Algo que me llama la atención aquí, aunque sea una tontería, es que no hay Fanta. ¡No hay! No lo entiendo. Mil bebidas, pero no hay Fanta. ¿Alguien me lo explica? Es la misma casa que la Coca-cola, ¿no? Ni siquiera marcas blancas con refrescos de sabor similar, que yo sepa. Es raro.
2. Esto no es sólo de aquí, yo creo que en España y en todas partes es igual, o se va acercando: Es absolutamente imposible comprar yogures que no sean light, o "low fat", o "non fat", o así. ¿Es posible? ¿Por qué? Vamos a ver: me siento discriminada. Las cosas así no saben a nada, por mucho que lo nieguen en los anuncios. (Es como cuando te dicen que una depiladora no te va a doler. Mentira). Me parece muy bien que el que quiera comerse algo bajo en calorías o sin grasa o nata o todo eso, pueda hacerlo. Pero el que quiera tomarse un alimento con todos sus elementos tal cual son naturales en él, también tendría que poder, ¿no? Pues no. Y no es justo. Llevo ya varios supermercados, y anda que no hay yogures: de todos los tipos y colores. Pues eso: 0%, o 99% fat free,... Me he pasado un buen rato, ¡un buen rato! mirándolos todos. Y no he encontrado ni uno que no diga nada de eso. Muy mal. Lo mejor para no engordar es no comerse eso que engorda, en principio. Lo siento, pero es así. Y el que no tiene problemas, o incluso algún kilito de más le vendría bien, que haberlos haylos, ¿qué? ¡No me dejan!
En fin, otra cosa curiosa de aquí para mí es que cuando vas a pagar, en cada caja hay una persona al final para meter toda la compra en bolsas por ti. Tú no haces nada. Y hoy me he fijado que había una fila larguísima de cajas, y las cajeras eran todas chicas, y los de las bolsas todo chicos. Me imagino que la mayoría de éstos que trabajan unas horas los fines de semana para sacarse unas perritas, pero deben de ser estudiantes aún. Pero no me gusta el sistema porque te ponen dos cositas en cada bolsa y ¡hala! ¡otra nueva! Y te vas a casa con sesenta bolsas. Yo las aprovecharía más, oigan, que luego no sé qué hacer con tantas.
Bueno, esta noche he tenido algo diferente: la chica hondureña que conocí en la fiesta de cumpleaños española de la otra semana, me ha invitado a una cena que organiza su iglesia todos los años, que se llama “cookie swap” (intercambio de galletas). Y lo he pasado muy bien. Era una cena sólo para mujeres. Había que ir vestido de rojo o de verde (pero allí la gente o bien llevaba una chaqueta o suéter rojo, o ha pasado del tema, así que la única que iba de verde era yo – y un verde vistoso, ya lo veréis en las fotos), y había que llevar galletas. Pero claro, yo he llevado una caja del supermercado, y la gracia de la cosa es que las que llevaba la gente eran caseras. Esto de ser novata… Pero vaya, o llevaba eso o se quedaban sin galletas, ¡que yo no sé hacer!
Los hombres estaban también, pero hacían de camareros. Llevaban todos una camisa blanca con una pajarita y un cinto (no sé si llamarlo así) también rojo o verde. Los platos, vasos y cubiertos de plástico, pero en rojo y todo muy bien arreglado. Es una iglesia cristiana, una de tantas variantes que hay. El caso es que nos han servido la cena, muy rica. Al que cumplía años más cerca de Navidad, le tocaba de premio quedarse con una jarra que había en el centro de cada mesa que tenía forma de regalo, pero es para guardar galletas. Muy mona. Le ha tocado a Mónica en mi mesa. (Mónica es la hondureña en cuestión).
Y después de la cena hemos ido a la capilla que tienen y allí hemos cantado unos villancicos, ha hablado una señora, hemos hecho una especie de quiz y los que más preguntas sobre la Navidad han acertado tenían premio, y se ha rezado una oración. En este tipo de sitios, las capillas sólo tienen bancos y en el fondo una tarima con sillas, y algún ambón o similar para hablar. Muchas veces hay pantallas, como aquí, para que la gente siga la letra de los himnos, por ejemplo. Pero no hay ningún crucifijo ni imágenes ni cosas así. Queda muy pobre. Y no sé por qué, ya que creen en Jesús y en todo lo que dice la Biblia, aunque a su manera.
Bueno, y al final era el llamado “cookie swap” en sí. Así que nos han dado un guante de ésos de plástico a cada uno, hemos cogido una cajita para meter las galletas, y en las mesas habían puesto en montones todas las galletas que había traído la gente. Así que tantas has traído, tantas te llevas. Vas por las mesas cogiendo una de cada y metiéndola en la cajita. Salgo fatal en la foto, pero todo sea por que quede constancia del momento. Me he ido con la caja llena, llena.
A la salida, una foto con la nieve. Lo he pasado muy bien. Ha sido divertido.
Así que esto ha sido lo más novedoso de la semana que os puedo contar. Por lo demás, las clases no han ido mal. Aunque hay de todo. Tengo a dos o tres niñas complicadas, pero el viernes faltaron las dos peores, así que tuve unas clases bastante más agradables. Con 7º estoy probando una técnica sugerida por Ana, que ella misma hace y que le va bien. Tenemos un pacto con los alumnos: “os portáis bien de lunes a jueves y estáis calladitos y trabajando, y el viernes os lo doy libre”. Ya lo sé, no suena bien porque no debería ser así, pero es una manera eficiente de hacer que se callen, porque saben que tienen su recompensa que les atrae y hacer algo para más largo plazo no funciona. Si hay buen ambiente en un tiempo, ya se va adaptando el pacto. Yo tuve más o menos buenas clases de lunes a miércoles. El jueves se portaron bastante mal, así que les dije que el viernes lo íbamos a repartir: yo iba a dar media clase, y la otra media, para ellos. Y lo cumplí. Cuando se hizo la hora, les dije: mientras no arméis jaleo y estéis sentados y tranquilos, podéis hacer lo que queráis. Se les hizo corto, así que ya saben que si se portan bien todos los días, la semana que viene tendrán más tiempo. Creo que al fin y al cabo es mejor dar cuatro clases buenas y librar una, que cinco a trancas y barrancas. Algún día en vez de darles libre total, les pondré alguna película o haremos algo lúdico pero más formativo, pero de momento aún no. Y es que aquí el español es una “maría”. No cuenta en las notas finales, así que les importa un pimiento todo y no estudian ni nada. Ni los profesores lo valoran, muchas veces. Así que no es fácil. De todas maneras siempre hago juegos y cosas así para que lo encuentren entretenido, pero claro, hay días de todo. Cuando toca trabajar, hay que trabajar.
El otro día me estuve fijando en los apellidos de algunos alumnos. Muchos son africanos. En 7º tengo tres niñas cuyos apellidos empiezan por “n” y luego viene otra consontante: Nguyen, Nganga, Nchuta. Hay nombres muy raros. Y precisamente de ellos habla otro compañero que también está en América y escribe en un blog cada cierto tiempo, ahora ya menos, y que fue el que me dio la idea de hacer éste. Es asesor técnico en Luisiana. Él dice así:
“La semana pasada visité varias escuelas para ver a los profesores españoles. Y mientras tanto me dediqué a… coleccionar nombres. La mayoría nombres de niñas, que veía en las listas y dibujos de la pared. Pregunté a algunos profesores qué significaban, pensando que me dirían que eran nombres africanos, pero no, la respuesta fue que la mayor parte se los inventan los padres (mayoritariamente, afro-americanos...). He aquí la lista que saqué tras la visita de unas cuantas escuelas:Aaliyah, Aarissa, Breuanna, Cici, Da’shaunce, Daieyjahla, Dajah, Dayanara, Dejohne, Delijhia, Diamona, Esmone, Esraa, Hayleigh, Italy, Jacodi, Jakayla, Jamisha, Jireale, Jiya, Kawanee, Kayijah, Ketrangela, Laysha, Leriana, Makayla, Moyenda, Obraina, Precious, Reydoncé, Samiyah, Savanna, Sayge, Secret, Semiya, Shahla, Shaina, Sharmaine, Sharmaj, Tanesha, Tasneem, Teja, Tijaah, Trayne, Tyechia, Tynisha, Tyreniesha, Tyrese ...Como decía, la mayoría de esos nombres eran de chicas. Me imagino los problemas de los profesores españoles para aprenderse los nombres de las alumnas… ¡y en algunos casos, pronunciarlos! Los chicos por lo general, llevan nombres más habituales: Brian, Steven…”
Y lleva toda la razón. Aprenderse los nombres me ha costado trabajo. Creo que ya lo he mencionado alguna vez.
También escribe otra cosa curiosa:
“¿Te preocupa que alguien en tu barrio sea peligroso? Aquí en los EE.UU. lo puedes comprobar fácilmente. Entras en la página http://search.criminalcheck.com/PDsearch.php, introduces tu código postal, y te sale un listado de los delincuentes sexuales que viven en la zona: foto, dirección y motivo de su arresto. Podéis probar; escribid mi código postal (70809) y veréis qué pintas...”
Fuente: http://www.elpierestante.blogspot.com/
El código mío es: 01852. Yo ya he echado un vistazo a un par…
El martes estuve de niñera. Rafael tenía clase en la universidad toda la tarde, y yo me quedé con sus niños. Se ha separado recientemente. Son un encanto. Lo pasé muy bien. Estuvieron pintando, hicieron una especie de merienda-cena, vieron la tele, y estuvimos jugando. Se portaron muy bien.
¡Ah! Casi se me olvida contaros que por fin, después de estar esperando meses, Sammy vino el viernes a casa y me cortó la mesa del centro del salón. Es una mesa que tenía dos niveles, pero yo sólo quería el de abajo para que fuera una mesa bajita para tener delante de los sofás. Y para eso tenían que serrarme las patitas que unían los dos niveles. Aún tiene que volver a lijar la madera y a darle con algo que la deje del mismo tono que el resto pero aunque no se quede bien del todo me daba igual, yo quería que fuera más funcional. La altura que he cortado la he aprovechado para colocar una lámpara en el rincón donde me faltaba aún un poco de luz. Antes tenía una silla que he pasado al dormitorio. Y queda así:
Yo creo que está mucho mejor.
Pues con esto os dejo. Mañana será un día tranquilo en casa preparando las clases de la semana y corrigiendo. Ah, y planchando, que tengo un buen montón de ropa esperándome. (¿Os dije que el planchador está un poco cojo? Es el problema de comprar lo más barato que encuentras… Pero encima de la alfombra no se nota tanto).
Hasta la semana que viene. Cuidaos.
Un beso.
Lo de la Fanta es olo una cosa personal de los americanos contigo, se han enterado que es lo único que te gusta y además sólo la han quitado de Lowell para no fastidiar a todo el país, porque yo en NY la he catao.
ResponderEliminarUn cosa, Nguyen es el apellido más común en Vietnam, es como aquí Martínez o García, hay a patadas y no son nada oscuros y están bastante lejos de esos lares, así que no sé.
See you soon, so soon
VF
Oye, pues qué mal me has dejado, cuñao. Entre lo de la Fanta, que te juro que no hay, no sé en NY pero yo la he buscado en varios supermercados; y lo de Nguyen, que he de reconocer que la chica que se apellida así es asiática, me dejas fatal. Conste que los otros dos apellidos sí que tienen que ser africanos. Me llamaba la atención de todas formas el grupo silábico n+consonante... ;)
ResponderEliminarAquí hay muchos vietnamitas, africanos y de todo. Literal: de todo. Y Fanta en Irlanda tampoco me suena que hubiera, no me acuerdo en Inglaterra. Joe: ¿hay? ¿Tú qué dices?