El otro día me volvieron a llamar Ampora. Ya estoy acostumbrada. Es como cuando en Ibi me llaman Cristina porque me identifican con la familia… Ya forma parte de mí. Y lo entiendo. A ver: es una combinación inusual de vocales y consonantes para los que no lo han oído jamás. Y los nombres de chica se supone que acaban en “a”, ¿no? Pero el caso es que lo fácil del español es que una vez que lo ves escrito no tiene confusión posible: se lee tal cual lo ves… También hay quien me llama “Paro”, porque cuando digo mi nombre “Amparo”, se creen que estoy diciendo “I’m Paro”. (No os burléis demasiado, ¿eh?) De hecho, he tenido (y en algún caso aún tengo), muchos nombres: cuando escribo el nombre completo: María Amparo, en el extranjero cogen el primero. Así que en los lugares oficiales y así, me llamo “María”. Esto también me pasa con las empresas que se dedican a hacer venta telefónica en España. Pero esto no se lo perdono porque allí lo saben y lo tendrían que cuidar: “¿Verdad, María, que te parece una oferta única?” Lo hacen todo tan automático que no son capaces de leer un poco más allá y darse cuenta de cuál es mi nombre completo. Sólo por eso ya no les compro nada. Y bueno, para los de la universidad de Aberdeen, en Escocia, donde hice el último medio año de la carrera, y que me siguen enviando revistas, me llamo Marta. Porque el acento que puse en la “i” de “María” hizo que les pareciera una “t”.
En fin, sólo era una nota al margen. Nombres, nombres…
A lo que vamos: el resumen de la semana:
Sí, finalmente me corté el pelo. Muy cortito. Para que se note y me dure. Pero la peluquera no lo tenía nada claro: “¿Alguna vez lo has tenido tan corto?”, como queriendo asegurarse de lo que yo pedía. Al principio, al decirle que lo quería a capas, me lo estaba dejando más corto por detrás y largo por delante. Menos mal que me di cuenta de que algo pasaba. Había un artículo enmarcado en la entrada que contaba que la chica había estado alistada en el ejército y estuvo en Iraq en 2001. Está bastante llena de tatuajes. Y ahora a la pobre le daba pena cortarme los rizos… Pero al final se convenció de que no me quedaba mal del todo. Le noté el alivio cuando me vio al final.
El lunes en el colegio todos me comentaban el cambio y, como suele pasar, amablemente te dicen lo bien que te sienta, y que pareces más joven, y esas cosas. Menos Georgy. Me vino a buscar para decirme que “¿qué te has hecho con el pelo? Si lo tenías bien… ¿Y por qué lo has hecho? Así está bien, pero largo estaba mejor”. Así de broma, ¿sabes? pero estaba apenado de verdad y quería decírmelo. Así que he quedado con él en que la próxima vez que se me ocurra, se lo consultaré.
Hace tiempo que convencimos al equipo directivo del colegio de que el departamento necesitaba una persona más. ¿Os acordáis que dije en una entrada que en la reunión que íbamos a tener yo iba a pedir que contrataran a alguien más? Y podía ver vuestras caras incrédulas desde la distancia y leer en vuestra mente cómo me decíais: “Sí, claro, ¿y qué más?” Pero no, no era una tontería. Y por eso me escucharon y están en ello. Pero les está costando, porque de esa reunión hace un montón y aún no ha llegado nadie… Pero me consta que están en ello, sí. Cada poco me pasaba por el despacho de Elvira para que no se les olvidara el tema y me explicaran los avances. El viernes pasado, finalmente, contrataron a una chica. Pero ahora ella ha dicho que naranjas de la China. Ha rechazado la oferta porque el trabajo no lo necesita realmente y va a complicarle mucho la vida (tiene 5 hijos). Van a buscar a otra que se ve que también entrevistaron, a ver qué pasa, y sino a poner anuncios otra vez. Mecachis. Y yo que quiero que quien venga se quede con mi 7º… Estamos todos los de Español ojo avizor a cualquier cara nueva que vemos por el edificio. “¿Será ella?”
Por cierto que la profesora del aula donde doy la clase de 7º ya me ha dicho –de iniciativa propia– que no se va a quedar en el aula. Se ha dado cuenta de que es mejor que me deje a la mía. He estado hablando con ella y me ha dicho que lo hago mucho mejor y que la verdad es que tengo un grupo difícil, pero que tengo que ser dura con ellos y no permitirles ni lo más mínimo. Sigo trabajando sobre ello. Voy cogiendo más sugerencias e ideas de otros profesores. No es fácil. Ayer solté una palabra que luego me di cuenta de que es demasiado fuerte para que la diga un profesor en el aula. Y todos los alumnos con los ojos como platos: “¡Ayvá! ¡Lo que ha dicho!” No os imagináis la de cosas que uno ha de aprender aquí para hacer las cosas bien.
Hay que ver lo religiosa que es aquí la gente. Estoy sorprendida, de verdad. Os parecerá una tontería, pero el hecho de que se trate todo este tema con tanta naturalidad y que haya tantos que tengan presente la fe y la oración como algo básico, o que forma parte de sus vidas de alguna manera, me sigue llamando la atención. Ahora un compañero está pasando por un mal momento personal, y lo primero que le dicen todos es que rezarán por él. A buenas horas se le ocurre a nadie (o a casi nadie) decir esas cosas en España. Vaya, o al menos ésa es la impresión que tengo yo. Nos escondemos mucho más. Puede que lo sientas igual, pero como no sabes de qué pie cojea el otro, por si acaso, te callas y no dices nada. Y es que muchos que no son creyentes, como pasa con ciertas opciones políticas, piensan que tienen la verdad absoluta y se burlan de todas esas cosas en las que creen los demás y critican con tanta libertad y desprecio que parece que sea un sentir mucho más común y fuerte de lo que realmente es. Y no reparan en que pueda haber gente que les esté oyendo hablar en voz alta que piense distinto y les ofenda lo que dices. Porque ellos tienen toda la razón, sencillamente. Y los demás callamos y les dejamos hablar. Eso me molesta, porque al final acomplejan a muchos y te hacen creer que eres el único que piensa distinto, y en algunos casos consiguen que huyan de que lo puedan identificar con algo que pueda no tener la aprobación de la mayoría. Pero uno tampoco puede estar continuamente luchando contra esa actitud irrespetuosa y falsa, y por eso callas. Pero es molesto y despreciable.
Aquí cada uno tiene su religión: cristianos de todas clases, adventistas, budistas… de todo. O de nada, por supuesto, que también hay muchos. Pero se tiene mucho respeto por este tema. Se habla con naturalidad de ello –cuando surge la ocasión, que tampoco es que sea habitual– y sencillamente no se tienen complejos ni se esconde el tema: “Oye, tú lo estás pasando mal, pues voy a rezar por ti, porque yo creo en eso”. Ya está.
Vaya alegato he soltado en favor del respeto por las creencias religiosas –y con referencia a otros temas–. A lo mejor me he pasado, porque tal como lo he dicho parece que sea algo que pase a menudo en España, y no, pero hoy han venido las cosas así, qué le vamos a hacer. Y es que uno tiene recuerdos metidos en la cabeza que le reconcomen porque son escenas que considera inapropiadas e injustas pero no ha podido decir nada en su momento, y las suelta ahora. Y oye, me quedo tan a gusto ya. Me lo tendréis que disculpar.
¿He hablado alguna vez de lo pacientes y respetuosos que son aquí los conductores? Pues lo son. Muchísimo. Ya puede uno querer cruzar por medio de cualquier calle, que muchas veces paran por ti. Aunque no haya paso de peatones. Aunque lo haya y esté en rojo. Te ven ahí esperando, y paran para que pases (si no es un cruce en una calle principal, claro). O si estás cruzando en rojo porque creías que te daba tiempo y llega uno del otro lado, pues para y ya está. Así que a veces quiero cruzar y miro al lado contrario de donde vienen los coches para disimular y que no se vean obligados a parar por mí, o sigo caminando hasta un poco más allá, para cruzar cuando ya hayan pasado. Yo ahora me lo tomo con calma y ya paso cuando quiero, más o menos, pero a veces me da pena por ellos. Tienen otra actitud. Creo que he oído un par de pitidos o tres como mucho desde que llegué. Y con los semáforos en amarillo: ¡¡todos parados ya!! Claro que, por otro lado, tampoco ves a nadie que pare en medio de la calle para dejar bajar a nadie y tenga una fila de coches esperando detrás, y él tan tranquilo, o cosas así, con lo que supongo que tienen más paciencia porque todos hacen lo posible por ser ciudadanos respetuosos y eso se contagia. En España tenemos menos paciencia, pero también es porque tenemos más motivos para haberla perdido: mucha gente que pasa olímpicamente de tomar en consideración a los demás, pero luego se queja si esas cosas le afectan a él. Y así vamos. Falta conciencia ciudadana, y aquí sí la tienen bien inculcada.
Para aparcar (o “parquear”, que dirían los hispanos), los espacios están marcados con unos postes numerados. Así que pagas en el que te toca. Pero para mí que eso hace que se pierda mucho hueco que queda inaprovechable. Porque han de dejar espacios amplios para cualquier tamaño de coche que pueda parar ahí… Eso no me gusta.
No lo conté, pero la semana pasada casi me quedo sin voz. El lunes se me empezó a ir, y creía que no acabaría la semana, porque de verdad que tenía la voz muy afectada. Un amago de resfriado que me afectó la garganta y tuve que tomar pastillas para la tos. Pero nada más. No llegó a ser nada, aunque he de decir que mis carcajadas aún no son lo que eran. El caso es que aquí las pastillas se toman todas de dos en dos. Nosotros tenemos costumbre, creo yo, de tomar dosis más fuertes, pero todo en una misma pastilla. Aquí las recubren con una capa dulce para que no quede mal sabor en la boca, y son más flojitas, con lo que siempre hay que tomarlas a pares. Y el jarabe no sabe nada mal tampoco. El Tylenol sigue siendo como nuestra Aspirina. Archiconocido y usado para todo.
El miércoles fue fiesta aquí. El “Día de los Veteranos”. Se supone que celebran a todos los soldados que vuelven a casa después de una guerra. En el colegio nos vino de maravilla un día así en medio de la semana. Bueno, fiesta para los colegios, porque el resto trabajó como un día normal. (Sorry!) Lo bueno es que como las tiendas estaban abiertas pude aprovechar para hacer la compra de la semana. Fui a un sitio nuevo, y me gustó mucho, aunque hay cosas que no encontré, pero hubo también cosas que sí tenían y que en otros sitios no encuentras: me compré unas olivas –las había de todos tipos menos rellenas de anchoa, ¡cachis!–, pescado fresco, y en fin, unas cuantas cosas más. Por la noche salí un rato, y probé el sushi –no lo había probado nunca antes. Me gustó.
El jueves se hizo duro volver al trabajo. Elvira me envió un email para pedirme que fuera a una conferencia en Cambridge (junto a Boston, donde está Harvard) que le interesaba y a la que ella no podía ir. Sobre “Juntas Directivas” –un tema interesantííííííííííísimo. Pero no le podía decir que no. Y era esa misma noche. Así, de repente: hala, vete a Boston a una conferencia. Al principio pensé si es que me quería introducir en el mundo de los altos cargos porque tenía algo pensado para mí. Pero no. La mujer querría tenerme entretenida, digo yo, y con eso de que estoy sola, mandarme a conferencias por ahí. Qué detalle, oye.
Menos mal que Rafael accedió a acompañarme y se hizo más llevadero. Pero me quedé sin poder ir al gimnasio. Organizado por el Real Colegio Complutense. (“El RCC es una institución estadounidense sin ánimo de lucro creada en 1990 gracias a un acuerdo entre la Universidad de Harvard y la Universidad Complutense de Madrid con el fin de promover la cooperación académica, científica y cultural entre ambas instituciones”).
El caso es que allí llegamos. En la sala, la bandera de España, la foto del Rey… Pero la conferencia fue un rollo y no nos gustó. Era en inglés, pero la daba un español. (Casi todos los que estábamos allí éramos españoles). Y ahí volví a pensar lo mal que estamos en el tema de los idiomas en España. Por favor, a todos los que me lean que tengan hijos: que aprendan bien el inglés desde bien pronto. Enviadlos al extranjero siempre que sea posible, que vean la tele en inglés aunque con subtítulos en español, que se busquen algún amigo inglés. No sé, no tengo ni idea porque sé que no es fácil. Pero sí sé que hagan lo que hagan en el futuro, les va a hacer falta, y la imagen es muy importante. Y para esa imagen es muy muy importante que pronuncien bien, que tengan un buen acento, vocabulario, fluidez,… en fin todas esas cosas.
Lo otro que me llamó la atención fue que hubiera allí gente que de verdad pudiera estar interesada en lo que se estaba contando. Porque se nos enseñaron un montón de tablas con cifras sacadas de una fórmula larga y complicada, que realmente no llevaban a ninguna conclusión útil, a mi humilde entender. Se analizó las veces que se reúne una junta directiva al año (de entre una muestra real de más de 400 empresas de varios países europeos), el número de miembros que la componen, si son internos o externos, etc., y cómo eso afecta al funcionamiento de la empresa, si es bueno o no. Sinceramente, no me esperaba fórmulas y cifras para hablar de juntas directivas. Y ya digo, ninguna conclusión efectiva. Fatal.
Por último, el viernes era uno de esos días especiales que tiene el colegio a veces en que dan libertad para vestir, y esta vez era “Favorite pants day”, con lo que podías ir con tus pantalones favoritos. Hasta ahora no he hecho caso de ninguno de estos días, pero hoy sí. ¡¡Qué bien he ido con vaqueros todo el día, oye!! Yo que no soy tan de eso, pero hay que ver lo que los echo de menos ahora que no me dejan.
Y bueno, ya se acabó la semana laboral. Hoy, sábado, como ya apunté, he estado en el concierto de Star Wars. Ha estado bien: era en el mismo sitio donde juegan al baloncesto. Un espacio grandísimo, y todo muy lleno de gente. Muchos niños con espadas láser. El concierto ha durado unas dos horas, con intermedio, y cada pieza que tocaban era como un capítulo relacionado con las películas (personajes específicos, las batallas, la nave, las relaciones entre varios personajes, etc.). Había un narrador que lo presentaba, y luego se tocaba la música con imágenes de las películas relacionadas con ese tema en particular en una gran pantalla detrás. Y de cuando en cuando algún que otro efecto especial. Ha sido interesante. Lo he pasado bien.
Bueno, os dejo. Creo que ésta ha sido la entrada más larga de todas las que he escrito hasta ahora, y con pocas fotos… (Ooops!!) Pero ya sabréis a estas alturas que hay que tomarse esto de leerme con calma, ¿eh? A lo mejor la semana que viene ya no tengo nada que decir…
Bueno, que ustedes lo pasen bien. Besos.
He decidido hacer estos comentarios de nuevo en castellano, a pesar de lo que dices en tu último párrafo y de que el inglés es mi lengua materna y me cuesta expresarme en castellano, pero una petición merece esta decisión.
ResponderEliminarMaravilloso, es como tener dos o tres hermanos gemelos, así que ya sabes, cuando hagas alguna fechoría, “ha sido María, que digo Marta, que digo Paro…” Bueno y nada te tengo que decir de los americanos, que en vez de tirarlos al “río Boston” siempre puedes decir que tú no sabes nada y que eso de que eres guapo debe de ser cosa de mi hermana gemela Amporo, la del pelo largo.
Segundo, tú ves tonteando en los pasos cebra que como te cale alguno te estará esperando como al correcaminos y verás la risa que te da.
Una cosa para todos esos antiamericanos. Resulta que el concepto de acomplejados que tenemos de ellos es todo lo contrario, ahora resulta que tienen la mitad de la mitad de nuestros complejos, y es por eso seguramente que sean mucho más capaces que nuestras culturas en hacer determinadas cosas, y si no que se lo pregunten al mercado internacional y a la influencia que tienen en absolutamente todos los campos, desgraciadamente hasta en el de la arquitectura, los hay hasta debajo de las piedras…. Al “río Boston” con todos.
Bueno, se feliz
VF