lunes, 30 de noviembre de 2009

Thanksgiving

Hola a todos.
Ya estoy de vuelta. Hoy toca hablar del fin de semana que he pasado en Nueva York. Me marché el mismo miércoles nada más salir del colegio (¡qué ganas tenía!) y volví anoche. No era muy muy tarde, pero estaba muy cansada y no tuve ánimos ni para deshacer la bolsa. Ya hoy he recuperado la energía y voy a ver si aprovecho este ratito para iros contando.

El día de antes estuve haciendo actividades relacionadas con esto en clase. Por hacer algo más ameno. Pintaron y recortaron un pavo, y en cada ala tenían que escribir en español algo por lo que querían dar las gracias. Hicimos varias frases en la pizarra de ejemplo: gracias por mi familia, gracias por … Y un niño dijo: “Gracias por el presidente de los Estados Unidos”. Vaya sentido patriótico más exagerado. Ya veis.

Aquí el Día de Acción de Gracias es como el día de Navidad. Todos están más contentos, y te sonríen y te desean buen día de Acción de gracias (aunque normalmente ni te miren), y son felices y la vida es bella. Es algo que todos tienen en común, seas de la religión que seas. Supongo que por eso es tan importante. Les une a todos. El otro día me dijeron que si tienes alumnos en clase que son Testigos de Jehová, no puedes cantar Cumpleaños feliz ni hacer un montón de cosas porque ellos no lo celebran y es como faltarles al respeto. No sé qué harán con esto.

Por cierto que hablando de eso me acuerdo de que esta misma mañana la profesora del Kinder me ha dicho que hay una niña en la clase con alergia a los frutos secos, y me ha enseñado dónde hay un estuche con una jeringuilla y si le da un ataque se la tengo que poner enseguida. Yo digo: “Uy, no, yo la llevo corriendo a la enfermera” –Están en el mismo pasillo a unos pocos metros. Y me dice: “No, que no da tiempo”. Pues sí que estamos buenos. Por favor que no le pase nada a la criatura, que a mí me da algo.

Bueno, a lo que iba. Vamos a ver: el viaje, muy pesado. El de ida fue un horror porque el autobús no sé qué problema tenía que soltaba cada pocos segundos un ruido como de un sifón (ffshhh!!), y así todo el viaje. Lo tuve que grabar para que os hagáis una idea. No se ve nada, sólo prestad atención al ruido e imaginaos 5 horas con eso:



Además con el tráfico se retrasó y llegamos una hora más tarde. Menos mal que no fue mucho, porque el conductor nos avisó de que si tardábamos lo mismo que le había costado a él llegar, estaríamos allí a la medianoche.

El de vuelta fue mejor en ese sentido, aunque el conductor no paró ni una vez en las 5 horas que duró el trayecto. Mejor, porque uno lo que quiere es llegar, pero a buenas horas en España permiten que nadie conduzca tanto tiempo seguido sin descansar. Además ahí la gente comía sin problema. Con tal de dejarlo todo limpio al final no les importa que comas o hagas lo que quieras. Eso sí lo tienen: mucho sentido cívico.

El piso de NY donde yo estaba era muy chiquitín. Había un pasillo nada más entrar que te llevaba al cuarto principal (y único – bueno, aparte del baño). Había un sofá-cama que ocupaba casi toda la habitación. Me parece que es el lugar de trabajo de esta señora, porque su apartamento era el del piso de abajo. Aquí había una mesa y estanterías con libros y material de trabajo. En una esquinita había una neverita, un microondas y un fregadero con un par de armarios; también había dos silloncitos. Y luego había una terraza con vistas a la 5ª avenida. Esto es lo que se veía:



Y esto, más o menos porque no es éste el número, es la vista desde abajo:


En fin, como era mi segunda visita y ya lo más turístico estaba visto, me lo tomé con calma. El jueves estuve viendo el famoso desfile que organiza Macy’s con globos gigantes. Había una barbaridad de gente, y sólo pude ver parte del desfile desde lejos. La gente iba preparada con escaleritas, o se sentaba en el suelo en medio de la calle para ver los globos en lo alto. Pero así te perdías la música y las bandas y las cheer-leaders bailando y cantando, así que la mayoría se aglomeraba lo más cerca posible de la calle del desfile. Yo conseguí subirme a una valla y lo vi algo mejor. Una muestra:
Esto es el pelo real de una niña:

Santa Claus era el que cerraba el desfile.


Luego aproveché para ir de compras (no me preguntéis, pero sí, hice muchas compras. Me pasé un rato, pero ¡qué caray!), y para ver algún que otro museo –me encantó el de The Body exhibition– y el de la isla de Ellis, sobre la llegada de los inmigrantes al país, donde aún no había estado. Esto son fotos o frases de personas reales que llegaron a la isla:

Esto es una foto trucada con mi cara, como si fuera una de las inmigrantes que llegaron:

Para ir a la isla de Ellis hay que coger el mismo ferry que te lleva a la Estatua de la Libertad, pero no me bajé ahí porque ya la había visto. Aunque aproveché para hacerme más fotos. En ese momento hacía un aire fuerte y muy frío. Mi primera visita fue en verano de 2005. ¿Se nota la diferencia?


Y claro, aproveché también para pasear, y por supuesto ir a ver los shows de Broadway que ya tenía previstos. El de Hamlet fue genial. Me encantó. No me lo esperaba, pero me encantó. Independientemente de Jude Law, que es un actorazo, la obra está muy muy bien. Y el musical es estupendo también, claro. La música es muy buena, y es más fácil, más ameno. Otro estilo.

Ya se nota el ambiente navideño:
en la venta de árboles…


las luces y los árboles que decoran las calles…

el ambiente del Rockefeller center…

En fin, que lo pasé muy bien. No podía ser de otra manera.

Phil aprovechó para hacerme una visita el viernes, lo cual fue muy agradable. Él estaba cerca pasando los días con su familia en Connecticut. Es un buen amigo y se está portando de maravilla conmigo. –Pero ya está, ¿eh? Que ya sé por dónde vais. Y no.

Aquí me podéis ver con el pelo corto (no está tan, tan corto, pero creo que lo exageré un poco cuando lo conté, y el tío me decía que quería verme en alguna foto, así que creo que ya se aprecia con todas estas).

El metro es más complicado al principio, pero como siempre, muy cómodo. Un día pasó una rata prácticamente por delante de mis pies. Una señora rata. Más bien parecía un castor. Y también cogí algún taxi.

Bueno, podría contaros muchas cosas, pero no creo que resulten muy interesantes. El caso es que todo fue bien. Pero ya pasó.

Hoy de vuelta al trabajo. Hay un niño de Kindergarten (los de 5 años) que me ha hecho darme cuenta de una frase que se ve que repito mucho. Creo que la digo cuando me quedo pensando a ver a qué niño elijo para hacer algo, o cuando cambio de actividad y voy a empezar una nueva: “a ver, a ver…” Yo no era consciente, pero hace ya unos días que oigo que él lo dice y al pensar me di cuenta de que lo hacía justo después de que lo hubiera dicho yo. Se ve que le ha hecho gracia, y cada vez que yo lo digo, él lo repite: “a ver, a veeer…”

Todo va bien. No hay grandes novedades. Creo que el tema de la disciplina va un poco mejor, pero puede que sea sólo una impresión porque hoy no ha ido mal la cosa, pero no ha de ser necesariamente algo definitivo.

Y en el apartado de temas sueltos, esta vez os contaré que un día fui a una discoteca (ya, muy impropio de mí, pero si se presenta la ocasión de salir, yo no digo que no a nada) y resulta que me vi en un apuro porque tenía que llevar la identificación conmigo!! Hay que ver, aquí la piden tengas la edad que tengas. Pero es como lo del supermercado: “oiga, míreme a la cara. ¿De verdad necesita un carné para comprobar que tengo más de 21 años? ¡¡Venga, va!!) Me dejaron entrar. Y además resulta que por cada bebida que pides hay que dejar propina también. Ahí fue que me enteré que el día de la peluquería tendría que haber dejado propina… (¡¡Ooops!!) Es lo que no me gusta de aquí. Nunca me ha gustado ese asunto. Pero vale, funciona así, pues vale. Pero lo malo es que ahora ya es tarde, y como está debajo mismo de casa la peluquera me estará mirando cada día: ¡Ésta es la que no me dejó propina! Espero que me excuse por ser extranjera y lo comprenda… Si vuelvo, prometo ser más generosa.

He empezado la cuenta atrás para la vuelta a casa en Navidad. No había hecho nunca una cuenta atrás. Voy a buscarme un calendario y a ir tachando los días.
Esperadme, que voy.
Un fuerte abrazo.

domingo, 22 de noviembre de 2009

Fiesta de cumpleaños española

Saludos a todos mis fieles:
¿Cómo os va todo? Espero que bien.
Yo he tenido una semana pesada. Al menos al final. El viernes fue un mal día. Tuve una clase fatal con 4º, que es la última del día, y tuve que llamar a algunos padres, y me volví a casa sintiéndome triste, fatigada y de alguna manera desgastada. Pensé en escribir algo breve en el blog sólo por llenar la entrada semanal, pero no tenía ganas de contar nada. Me puse una película , y a las 9 ya la había visto, había cenado, y estaba lista para ir a la cama. Aguanté un poco, pero quería acabar el día pronto.

Pero todo pasa. Ayer tenía plan: las dos chicas españolas que están de profesoras visitantes en este estado, me invitaron a su cumpleaños. Aún no las conocía. No me apetecía nada ir porque eso significaba que la fiesta acabaría tarde y tendría que pasar la noche en su casa porque ya no hay trenes a esas horas, y eso a mí me da mucha pereza. Pero sabía que me interesaba ir, porque iba a conocer más gente, y una vez allí lo iba a pasar bien. Y así fue.

Había muchos españoles, pero también otros amigos americanos, un chico británico o una hondureña. Fue una noche muy, muy agradable, y lo pasé de maravilla conversando con todos. Hay muchos profesores, pero también gente que está estudiando en la universidad allí a la vez que realizando algún tipo de investigación con lo cual se cubren los gastos de los estudios. Me di cuenta de que todos los profesores visitantes estamos más o menos en las mismas condiciones: mucho trabajo –muchos niveles y muchas horas cada día. Lo que cambia es que algunos están en colegios de zonas más pudientes, y eso se nota en el comportamiento de los alumnos. Yo estoy en una zona más pobre, con lo que hay muchas familias desestructuradas o sencillamente con menos educación, menos cultura, y eso influye en que haya más problemas de disciplina. La familia no les ha proporcionado una buena base en ese sentido. Los que trabajan en colegios privados, precisamente porque a los padrs el colegio les cuesta mucho dinero, reciben muchos emails de ellos continuamente interesados y preguntando cómo les va a sus hijos. Todo eso luego se nota en el ambiente de la clase y en los resultados.

Pero el caso es que ya no me quejo tanto porque veo que estamos todos más o menos igual. (Ya sabéis: “Mal de muchos, consuelo de tontos”.) Una chica decía: “¡Ah!, ¿eres profesora visitante? No me digas más. Ya lo sé todo” (Lo de "profesora visitante" es porque el programa del Ministerio de Educación a través del que hemos venido se llama "Profesores visitantes en EE.UU. y Canadá). Había una que trabaja en Chicago que decía que su colegio es como los típicos que salen en las películas tipo “Mentes peligrosas” y así: 100% alumnos afro-americanos, o sea negros. Hay policías en el colegio porque hay muchas peleas. Están justo enfrente de la comisaría de policía, con lo que si pasa cualquier cosa, enseguida tienen 20 coches a la puerta. Los niños pasan cada día por un detector de metales, pero aun así consiguen pasar armas y de todo. Ya veis. En fin, fue curioso y a la vez útil conocer la situación de otros profesores en otros colegios. Tuve varias conversaciones interesantes. De momento se me ocurrió que a lo mejor envío mi curriculum al colegio británico de Boston para el año que viene. Tampoco pierdo nada… Pero sólo son ideas.

Me enteré de que hay un grupo que se llama Iberia –aún no he entrado y no sé bien cómo va– pero el caso es que te apuntas especificando la zona donde estás, en este caso “Iberia Boston” y ahí hay muchos españoles que viven en esta zona que están apuntados, y se aprovecha este foro para organizar cosas, quedar y conocer gente, comentar dudas, o cualquier cosa, y siempre con el punto en común de que son españoles viviendo allí. Puede resultar muy práctico. Existe algo parecido también para gente de otros países, o incluso para europeos. Claro que volvemos al tema de que yo estoy más lejos porque no vivo en Boston, y la mayoría está allí o en los alrededores, pero hay veces que se tarda más yendo en metro de una punta a otra de la ciudad que yendo en tren directamente como yo fui. En fin, voy a probar, porque creo que es una buena forma de conocer más gente y de enterarme de cosas, y a mí me vendrá bien.

Una de las chicas que había allí, la hondureña, de hecho, trabaja en Boston, pero vive en Dracut, que está cerquísima de aquí de Lowell. De hecho fue genial porque no tuve que quedarme a dormir allí, sino que me trajo de vuelta a casa en coche. La añadiré al Facebook, igual que a alguna que otra persona más, a ver si seguimos en contacto y hacemos más cosas juntos.

La fiesta fue lógicamente con comida y bebida “typical Spanish”: tortilla de patatas, pisto, chorizo, queso manchego, sangría… y otras cosas. Y la música también mayoritariamente española. Os paso el vídeo del momento de la tarta. La canción (aunque ya cogida a medias), muy apropiada para la ocasión, muy nuestra, muy hispana.


Si uno quiere se puede emocionar y todo. Nostalgia de la tierra.

Otra cosa es lo de los coches. Todo el mundo tiene coche aquí. Excepto yo. Claro que lo tuve en mente y estuve incluso mirando algunos al principio, pero ya sabéis que al final decidí que no me convenía por estar tan cerca del colegio: a 6 minutos andando desde casa, y no me interesa pagar coche, seguro, gasoil… sólo para salir alguna que otra vez los fines de semana o para ir a la compra. Para la compra voy a pie al supermercado, y vuelvo en taxi. Ya lo he hecho dos veces. Ayer fue una. Y va muy bien, oye. O aprovecho que va algún amigo o conocido, y mientras ellos hacen su compra yo hago la mía. Los amigos están para las ocasiones, ¿no dicen eso? Pues yo aprovecho. Así que de momento me va bien sin coche. El tren también es muy cómodo hasta Boston, y allí mismo cojo luego el metro para ir donde sea. Pero no deja de resultarles curioso a todos que yo no tenga coche, vaya. Lo normal para todo el mundo es tenerlo.

Un último apunte: cuando la gente te pregunta cuánto tiempo llevas viviendo aquí, en realidad lo que les interesa es saber si ya has pasado un invierno o aún no. Porque eso marca la diferencia: saber lo que es pasar un invierno aquí. Uno no sabe lo que eso significa hasta que no lo pasa. Sigo expectante. Pero se resiste a llegar. Las temperaturas son aún muy suaves.

En otro orden de cosas, aquí en la tele las únicas noticias son el tour de promoción del libro que ha escrito Sarah Palin y la entrevista que le hizo Oprah en la que no estaba claro si la mujer invitaría al padre del niño de su hija a la cena de Thanksgiving, y el hecho de que Oprah ha anunciado que el año que viene se retira ya definitivamente. Todo el día hablando de lo mismo en la tele. Y yo sin ver nunca un programa de Oprah… Pero es que son por la mañana…

El otro día hicieron un capítulo de CSI Miami en el que salía Pau Gasol actuando como artista invitado. Y habla muy bien el inglés. Estuvo gracioso. Pero lo mataron en seguida. Cachis.

Sigo yendo regularmente al gimnasio. Ya se me nota (no lo digo por el peso, que eso sigue igual, sino por el músculo, porque es lo que yo trabajo con las pesas). Así que estoy contenta. La chica que da la clase es majísima. Muy parlanchina. Hay buen ambiente y lo paso bien.

Y en cuanto al colegio, pues esta semana a los más pequeños les enseñé las partes de la cara, y aprovechamos para cantar “Mi barba tiene tres pelos”. Fue divertido. Lógicamente lo que más les gustaba era cuando no se podía decir “barba” o “pelos” y hacíamos un sonido todos a la vez. O cuando lo cantábamos muy rápido, muy rápido. Tengo el vídeo que hizo Miliki de dibujos con aquellas canciones de los payasos de toda la vida, y se lo puse primero para que lo aprendieran y vino muy bien. Y también les conté el cuento de Caperucita: “Abuelita, ¡qué ojos tan grandes tienes!” Ya os digo, son con los que mejor lo paso. Aunque hay 3 ó 4 en Kindergarten que son terribles. Pero bueno, no es lo de los mayores.

El jueves fue la entrega de notas, y venían los padres a por ellas. Cada uno había concertado cita con el profesor de aula (aquí los llaman Homeroom teachers) a una hora determinada, y así atendían a cada uno durante unos 15 minutos. Cualquier profesor que les da clase de otras asignaturas podía ir también, y yo elegí a los alumnos cuyos padres más me interesaba conocer para comentarles cómo iba su hijo. Fue positivo, yo creo, pero es curioso –y revelador– que muchos de los padres de los más problemáticos no se molestaron en concertar ninguna cita. Está claro: si les da igual los resultados que tenga su hijo, también les da igual cómo se comporta…

También salió ya elegido el director ejecutivo del colegio del año que viene: el mismo que está ahora. ¡Qué disgusto! Han elegido lo de “más vale malo conocido que bueno por conocer”. Un desastre. El colegio no tiene remedio. Pero claro, los que votan no son los que sufren el día a día del colegio, sino los 11 señores mayores de la Junta Directiva que se reúnen de vez en cuando a ver cuánto dinero hemos conseguido para hacer funcionar la escuela. Que vale, eso es importante, pero hay muchas cosas que no van bien, y no nos gusta cómo las dirige él. Aparte de que es un señor asiático, y siempre beneficia –a veces injustamente– a los de su raza. Ejemplo: dejarme a mí sin aula cuando sí tenía una, para dársela a una profesora de Kmar (el otro idioma que se enseña aquí aparte del español – el de Camboya), cuando ellas tienen una miseria de alumnos. Y yo voy de aula en aula con grupos de unos 20 alumnos. Pues eso: mal. (Y por lo que he oído, ganó por 6 votos a 5. O sea, que tampoco es que se puede sentir muy respaldado que digamos).

Nos hicieron una foto a todos para que llevemos una tarjetita colgando para identificarnos. Qué rollo.

En fin, que cuando me vaya me va a dar mucha pena porque me siento a gusto aquí de verdad y hay muchas cosas buenas que me están pasando y estoy aprendiendo mucho y conociendo gente que luego voy a echar de menos, y todo eso, pero hay días en que me planteo seriamente si la idea que yo he llevado desde el principio de alargar esto un segundo año la cumpliré. En fin, el año es muy largo y puede pasar de todo. Y este curso sí que lo acabaré aquí a menos que algo gordo pase. Pero hay muchas cosas en el aire con respecto a lo que haré el próximo, y puede pasar de todo.

De momento el puente de Acción de gracias es ya la semana que viene, y el irme y desconectar de todo me va a venir de maravilla. No me llevaré el ordenador así que ya os lo contaré a la vuelta. Y luego empieza la cuenta atrás para la Navidad. 3 semanitas y media. Familia: esperadme que ya voy. Y ya les he escrito a las amigas para que busquen fecha para la comida o cena de la amiga misteriosa. Aquí en el piso me he comprado una flor de Pascua, por eso de ambientar un poco. Casi cada vez que voy de compras me llevo una macetita nueva:


Bueno, chavales, ahí os dejo. Ahora me voy primero a comer, que hoy me mimo -tengo unas gambitas preparadas. Y luego voy a ver si preparo las clases de la semana. Será corta, así que no os preocupéis por mí que pasará rápido. El martes varios grupos tienen control, y el miércoles haremos algo divertido, fácil, porque otra cosa sería imposible. Y me dará todo igual porque mi cabeza estará en la Gran Manzana.
Hasta la vuelta.
Un abrazo.

sábado, 14 de noviembre de 2009

Una semana más

Hola de nuevo.
El otro día me volvieron a llamar Ampora. Ya estoy acostumbrada. Es como cuando en Ibi me llaman Cristina porque me identifican con la familia… Ya forma parte de mí. Y lo entiendo. A ver: es una combinación inusual de vocales y consonantes para los que no lo han oído jamás. Y los nombres de chica se supone que acaban en “a”, ¿no? Pero el caso es que lo fácil del español es que una vez que lo ves escrito no tiene confusión posible: se lee tal cual lo ves… También hay quien me llama “Paro”, porque cuando digo mi nombre “Amparo”, se creen que estoy diciendo “I’m Paro”. (No os burléis demasiado, ¿eh?) De hecho, he tenido (y en algún caso aún tengo), muchos nombres: cuando escribo el nombre completo: María Amparo, en el extranjero cogen el primero. Así que en los lugares oficiales y así, me llamo “María”. Esto también me pasa con las empresas que se dedican a hacer venta telefónica en España. Pero esto no se lo perdono porque allí lo saben y lo tendrían que cuidar: “¿Verdad, María, que te parece una oferta única?” Lo hacen todo tan automático que no son capaces de leer un poco más allá y darse cuenta de cuál es mi nombre completo. Sólo por eso ya no les compro nada. Y bueno, para los de la universidad de Aberdeen, en Escocia, donde hice el último medio año de la carrera, y que me siguen enviando revistas, me llamo Marta. Porque el acento que puse en la “i” de “María” hizo que les pareciera una “t”.
En fin, sólo era una nota al margen. Nombres, nombres…

A lo que vamos: el resumen de la semana:
Sí, finalmente me corté el pelo. Muy cortito. Para que se note y me dure. Pero la peluquera no lo tenía nada claro: “¿Alguna vez lo has tenido tan corto?”, como queriendo asegurarse de lo que yo pedía. Al principio, al decirle que lo quería a capas, me lo estaba dejando más corto por detrás y largo por delante. Menos mal que me di cuenta de que algo pasaba. Había un artículo enmarcado en la entrada que contaba que la chica había estado alistada en el ejército y estuvo en Iraq en 2001. Está bastante llena de tatuajes. Y ahora a la pobre le daba pena cortarme los rizos… Pero al final se convenció de que no me quedaba mal del todo. Le noté el alivio cuando me vio al final.

El lunes en el colegio todos me comentaban el cambio y, como suele pasar, amablemente te dicen lo bien que te sienta, y que pareces más joven, y esas cosas. Menos Georgy. Me vino a buscar para decirme que “¿qué te has hecho con el pelo? Si lo tenías bien… ¿Y por qué lo has hecho? Así está bien, pero largo estaba mejor”. Así de broma, ¿sabes? pero estaba apenado de verdad y quería decírmelo. Así que he quedado con él en que la próxima vez que se me ocurra, se lo consultaré.

Hace tiempo que convencimos al equipo directivo del colegio de que el departamento necesitaba una persona más. ¿Os acordáis que dije en una entrada que en la reunión que íbamos a tener yo iba a pedir que contrataran a alguien más? Y podía ver vuestras caras incrédulas desde la distancia y leer en vuestra mente cómo me decíais: “Sí, claro, ¿y qué más?” Pero no, no era una tontería. Y por eso me escucharon y están en ello. Pero les está costando, porque de esa reunión hace un montón y aún no ha llegado nadie… Pero me consta que están en ello, sí. Cada poco me pasaba por el despacho de Elvira para que no se les olvidara el tema y me explicaran los avances. El viernes pasado, finalmente, contrataron a una chica. Pero ahora ella ha dicho que naranjas de la China. Ha rechazado la oferta porque el trabajo no lo necesita realmente y va a complicarle mucho la vida (tiene 5 hijos). Van a buscar a otra que se ve que también entrevistaron, a ver qué pasa, y sino a poner anuncios otra vez. Mecachis. Y yo que quiero que quien venga se quede con mi 7º… Estamos todos los de Español ojo avizor a cualquier cara nueva que vemos por el edificio. “¿Será ella?”

Por cierto que la profesora del aula donde doy la clase de 7º ya me ha dicho –de iniciativa propia– que no se va a quedar en el aula. Se ha dado cuenta de que es mejor que me deje a la mía. He estado hablando con ella y me ha dicho que lo hago mucho mejor y que la verdad es que tengo un grupo difícil, pero que tengo que ser dura con ellos y no permitirles ni lo más mínimo. Sigo trabajando sobre ello. Voy cogiendo más sugerencias e ideas de otros profesores. No es fácil. Ayer solté una palabra que luego me di cuenta de que es demasiado fuerte para que la diga un profesor en el aula. Y todos los alumnos con los ojos como platos: “¡Ayvá! ¡Lo que ha dicho!” No os imagináis la de cosas que uno ha de aprender aquí para hacer las cosas bien.

Hay que ver lo religiosa que es aquí la gente. Estoy sorprendida, de verdad. Os parecerá una tontería, pero el hecho de que se trate todo este tema con tanta naturalidad y que haya tantos que tengan presente la fe y la oración como algo básico, o que forma parte de sus vidas de alguna manera, me sigue llamando la atención. Ahora un compañero está pasando por un mal momento personal, y lo primero que le dicen todos es que rezarán por él. A buenas horas se le ocurre a nadie (o a casi nadie) decir esas cosas en España. Vaya, o al menos ésa es la impresión que tengo yo. Nos escondemos mucho más. Puede que lo sientas igual, pero como no sabes de qué pie cojea el otro, por si acaso, te callas y no dices nada. Y es que muchos que no son creyentes, como pasa con ciertas opciones políticas, piensan que tienen la verdad absoluta y se burlan de todas esas cosas en las que creen los demás y critican con tanta libertad y desprecio que parece que sea un sentir mucho más común y fuerte de lo que realmente es. Y no reparan en que pueda haber gente que les esté oyendo hablar en voz alta que piense distinto y les ofenda lo que dices. Porque ellos tienen toda la razón, sencillamente. Y los demás callamos y les dejamos hablar. Eso me molesta, porque al final acomplejan a muchos y te hacen creer que eres el único que piensa distinto, y en algunos casos consiguen que huyan de que lo puedan identificar con algo que pueda no tener la aprobación de la mayoría. Pero uno tampoco puede estar continuamente luchando contra esa actitud irrespetuosa y falsa, y por eso callas. Pero es molesto y despreciable.

Aquí cada uno tiene su religión: cristianos de todas clases, adventistas, budistas… de todo. O de nada, por supuesto, que también hay muchos. Pero se tiene mucho respeto por este tema. Se habla con naturalidad de ello –cuando surge la ocasión, que tampoco es que sea habitual– y sencillamente no se tienen complejos ni se esconde el tema: “Oye, tú lo estás pasando mal, pues voy a rezar por ti, porque yo creo en eso”. Ya está.

Vaya alegato he soltado en favor del respeto por las creencias religiosas –y con referencia a otros temas–. A lo mejor me he pasado, porque tal como lo he dicho parece que sea algo que pase a menudo en España, y no, pero hoy han venido las cosas así, qué le vamos a hacer. Y es que uno tiene recuerdos metidos en la cabeza que le reconcomen porque son escenas que considera inapropiadas e injustas pero no ha podido decir nada en su momento, y las suelta ahora. Y oye, me quedo tan a gusto ya. Me lo tendréis que disculpar.

¿He hablado alguna vez de lo pacientes y respetuosos que son aquí los conductores? Pues lo son. Muchísimo. Ya puede uno querer cruzar por medio de cualquier calle, que muchas veces paran por ti. Aunque no haya paso de peatones. Aunque lo haya y esté en rojo. Te ven ahí esperando, y paran para que pases (si no es un cruce en una calle principal, claro). O si estás cruzando en rojo porque creías que te daba tiempo y llega uno del otro lado, pues para y ya está. Así que a veces quiero cruzar y miro al lado contrario de donde vienen los coches para disimular y que no se vean obligados a parar por mí, o sigo caminando hasta un poco más allá, para cruzar cuando ya hayan pasado. Yo ahora me lo tomo con calma y ya paso cuando quiero, más o menos, pero a veces me da pena por ellos. Tienen otra actitud. Creo que he oído un par de pitidos o tres como mucho desde que llegué. Y con los semáforos en amarillo: ¡¡todos parados ya!! Claro que, por otro lado, tampoco ves a nadie que pare en medio de la calle para dejar bajar a nadie y tenga una fila de coches esperando detrás, y él tan tranquilo, o cosas así, con lo que supongo que tienen más paciencia porque todos hacen lo posible por ser ciudadanos respetuosos y eso se contagia. En España tenemos menos paciencia, pero también es porque tenemos más motivos para haberla perdido: mucha gente que pasa olímpicamente de tomar en consideración a los demás, pero luego se queja si esas cosas le afectan a él. Y así vamos. Falta conciencia ciudadana, y aquí sí la tienen bien inculcada.

Para aparcar (o “parquear”, que dirían los hispanos), los espacios están marcados con unos postes numerados. Así que pagas en el que te toca. Pero para mí que eso hace que se pierda mucho hueco que queda inaprovechable. Porque han de dejar espacios amplios para cualquier tamaño de coche que pueda parar ahí… Eso no me gusta.


No lo conté, pero la semana pasada casi me quedo sin voz. El lunes se me empezó a ir, y creía que no acabaría la semana, porque de verdad que tenía la voz muy afectada. Un amago de resfriado que me afectó la garganta y tuve que tomar pastillas para la tos. Pero nada más. No llegó a ser nada, aunque he de decir que mis carcajadas aún no son lo que eran. El caso es que aquí las pastillas se toman todas de dos en dos. Nosotros tenemos costumbre, creo yo, de tomar dosis más fuertes, pero todo en una misma pastilla. Aquí las recubren con una capa dulce para que no quede mal sabor en la boca, y son más flojitas, con lo que siempre hay que tomarlas a pares. Y el jarabe no sabe nada mal tampoco. El Tylenol sigue siendo como nuestra Aspirina. Archiconocido y usado para todo.

El miércoles fue fiesta aquí. El “Día de los Veteranos”. Se supone que celebran a todos los soldados que vuelven a casa después de una guerra. En el colegio nos vino de maravilla un día así en medio de la semana. Bueno, fiesta para los colegios, porque el resto trabajó como un día normal. (Sorry!) Lo bueno es que como las tiendas estaban abiertas pude aprovechar para hacer la compra de la semana. Fui a un sitio nuevo, y me gustó mucho, aunque hay cosas que no encontré, pero hubo también cosas que sí tenían y que en otros sitios no encuentras: me compré unas olivas –las había de todos tipos menos rellenas de anchoa, ¡cachis!–, pescado fresco, y en fin, unas cuantas cosas más. Por la noche salí un rato, y probé el sushi –no lo había probado nunca antes. Me gustó.

El jueves se hizo duro volver al trabajo. Elvira me envió un email para pedirme que fuera a una conferencia en Cambridge (junto a Boston, donde está Harvard) que le interesaba y a la que ella no podía ir. Sobre “Juntas Directivas” –un tema interesantííííííííííísimo. Pero no le podía decir que no. Y era esa misma noche. Así, de repente: hala, vete a Boston a una conferencia. Al principio pensé si es que me quería introducir en el mundo de los altos cargos porque tenía algo pensado para mí. Pero no. La mujer querría tenerme entretenida, digo yo, y con eso de que estoy sola, mandarme a conferencias por ahí. Qué detalle, oye.

Menos mal que Rafael accedió a acompañarme y se hizo más llevadero. Pero me quedé sin poder ir al gimnasio. Organizado por el Real Colegio Complutense. (“El RCC es una institución estadounidense sin ánimo de lucro creada en 1990 gracias a un acuerdo entre la Universidad de Harvard y la Universidad Complutense de Madrid con el fin de promover la cooperación académica, científica y cultural entre ambas instituciones”).

El caso es que allí llegamos. En la sala, la bandera de España, la foto del Rey… Pero la conferencia fue un rollo y no nos gustó. Era en inglés, pero la daba un español. (Casi todos los que estábamos allí éramos españoles). Y ahí volví a pensar lo mal que estamos en el tema de los idiomas en España. Por favor, a todos los que me lean que tengan hijos: que aprendan bien el inglés desde bien pronto. Enviadlos al extranjero siempre que sea posible, que vean la tele en inglés aunque con subtítulos en español, que se busquen algún amigo inglés. No sé, no tengo ni idea porque sé que no es fácil. Pero sí sé que hagan lo que hagan en el futuro, les va a hacer falta, y la imagen es muy importante. Y para esa imagen es muy muy importante que pronuncien bien, que tengan un buen acento, vocabulario, fluidez,… en fin todas esas cosas.

Lo otro que me llamó la atención fue que hubiera allí gente que de verdad pudiera estar interesada en lo que se estaba contando. Porque se nos enseñaron un montón de tablas con cifras sacadas de una fórmula larga y complicada, que realmente no llevaban a ninguna conclusión útil, a mi humilde entender. Se analizó las veces que se reúne una junta directiva al año (de entre una muestra real de más de 400 empresas de varios países europeos), el número de miembros que la componen, si son internos o externos, etc., y cómo eso afecta al funcionamiento de la empresa, si es bueno o no. Sinceramente, no me esperaba fórmulas y cifras para hablar de juntas directivas. Y ya digo, ninguna conclusión efectiva. Fatal.

Por último, el viernes era uno de esos días especiales que tiene el colegio a veces en que dan libertad para vestir, y esta vez era “Favorite pants day”, con lo que podías ir con tus pantalones favoritos. Hasta ahora no he hecho caso de ninguno de estos días, pero hoy sí. ¡¡Qué bien he ido con vaqueros todo el día, oye!! Yo que no soy tan de eso, pero hay que ver lo que los echo de menos ahora que no me dejan.

Y bueno, ya se acabó la semana laboral. Hoy, sábado, como ya apunté, he estado en el concierto de Star Wars. Ha estado bien: era en el mismo sitio donde juegan al baloncesto. Un espacio grandísimo, y todo muy lleno de gente. Muchos niños con espadas láser. El concierto ha durado unas dos horas, con intermedio, y cada pieza que tocaban era como un capítulo relacionado con las películas (personajes específicos, las batallas, la nave, las relaciones entre varios personajes, etc.). Había un narrador que lo presentaba, y luego se tocaba la música con imágenes de las películas relacionadas con ese tema en particular en una gran pantalla detrás. Y de cuando en cuando algún que otro efecto especial. Ha sido interesante. Lo he pasado bien.

Bueno, os dejo. Creo que ésta ha sido la entrada más larga de todas las que he escrito hasta ahora, y con pocas fotos… (Ooops!!) Pero ya sabréis a estas alturas que hay que tomarse esto de leerme con calma, ¿eh? A lo mejor la semana que viene ya no tengo nada que decir…
Bueno, que ustedes lo pasen bien. Besos.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Estampa otoñal

Hoy escribo y aún es viernes. Los viernes estoy muy cansada y necesito llegar cuanto antes a casa y desconectar del trabajo. Y para ello nada mejor que cruzar la puerta, dejar las llaves y la cazadora en la percha de la entrada, quitarme los zapatos, ponerme las de andar por casa, música de fondo, un sándwich de nutella de merienda, y encender el ordenador para ver los emails y contarle a quien aún tenga ganas de leerme lo que me pasa por la cabeza en estos momentos… (Como diría Juan Manuel de Prada: "a las dos o tres lectoras que aún me soportan" –o algo así). Ya que es demasiado tarde en España para llamar y hablar con la familia, esto es lo más parecido a desahogarme con mi gente que puedo encontrar.

Hoy ha sido un día duro. He recibido a las 7 de la mañana la llamada de Rafael para decirme que hoy no iba a poder ir a clase. Así que he empezado el día corriendo. Él tiene prácticamente el mismo horario que yo, con lo que añadido a mis 6 clases del día, he tenido que asegurarme de que dejaba algo preparado para la sustituta que se iba a hacer cargo de las 6 suyas.

Mi clase de 7º no ha ido muy bien. Con ese grupo hay días malos, días regulares, y días regulares tirando a mal. Hoy ha sido de estos últimos. Es el tercer día que una alumna me ha puesto al final de la clase un papelito en la cabeza sin que yo me diera cuenta. Pero como estaba al quite al menos he descubierto quién ha sido. Llevaba dos días llegando a la clase de 6º y me decían: “Señorita Miró, tiene algo en la cabeza”. Hoy la individua estaba preparada para pasar por detrás de mí cuando ha acabado la clase. Y como me he dado cuenta se lo he contado todo al jefe de estudios y la van a echar ¡¡¡¡¡¡un día!!!!!!! del colegio (por esto pero también porque es mala tipa, en general). Alucina, vecina: un día. En fin, como le he dicho a Bill: "más vale eso que nada".

De todos modos sé que no estoy siendo lo bastante dura con la clase, y ése es el problema, que se crecen. Pero no es fácil ser dura cuando tienes a otra profesora al fondo del aula que sabes que está escuchándolo todo y de alguna manera te está juzgando y tú quieres hacerlo bien delante de ella, con lo que no quieres gritar o pasarte con las que se portan mal, pero no es fácil encontrar ese punto medio perfecto para ser dura pero sin faltar. En fin, es difícil de explicar porque esto no quiere decir que yo cuando estoy sola me las pase gritando ni que falte a los niños, pero desde luego me siento más libre para actuar sin pensar que me vayan a juzgar por ello, y soy más yo misma. Sé que me iría mejor. He de hablar con ella, pero es difícil conseguirlo. El caso es que la mujer es muy amable y me ayuda dándome consejos que de verdad aprecio, pero verdaderamente a veces preferiría que se fuera y me dejara batallar a mi manera.

He de deciros que no he enviado aquella carta de la que hablé en mi anterior entrada. Tomé notas una noche que me desvelé, pero no la he redactado del todo. Pero aunque a lo mejor os haya parecido que me pasaba tres pueblos, yo creo que sí la enviaré antes o después. No puedo quedarme con los brazos cruzados quejándome de lo mal que va todo entre mi grupito de conocidos donde no sirve de nada, y no hacer nada al respecto. No va conmigo. Y es que no puedo pasarme el tiempo contándoos las cosas que yo veo una a una porque no os interesa, pero me comprenderíais mejor.

En fin, cambio de tercio: Sólo por acabar de contaros lo relacionado con el colegio y dejar el tema ya, os diré que hoy he acabado de poner las notas del primer cuatrimestre. Aquí hay cuatro evaluaciones. Las notas son letras que corresponden a una numeración del cero al cien. En España se aprueba con un 5, que a la hora de la verdad siempre se rebaja. Aquí tienes un suspenso si no llegas al 70 %.
A: 90 al 100
B: 80 al 89
C: 70 al 79
F (suspenso): menos de 70

Y son más específicos: A+: 97 a 100, A: 94 a 96 y A-: 90 a 93, etc.
Lo que no me parece justo es que sólo tengan una F para cualquier tipo de suspenso, y no es lo mismo un suspenso con 55 que uno con 12.

También es verdad que los exámenes aquí no son iguales. Al menos es la impresión que tengo. Mucho más facilones. Y así aprueban con el mínimo esfuerzo…

Antes he mencionado que me llaman "señorita Miró". Aquí a todos los llaman Mr, Mrs, etc. seguido del nombre o del apellido. Si uno se llama Brendan Oolders, igual da Mr. Brendan que Mr. Oolders. A los de español, por ser precisamente de español, nos llaman "señor" o "señorita" y el nombre o apellido: señor Quiles, señorita Ana, señorita Miró. Me pareció que el apellido les resultaría más fácil en mi caso, y me gustaba más así. Menos los de Kindergarten, que los pobres no lo pillaban y me llamaban “Spanish teacher”. Ahora ya se lo van aprendiendo, pero aun así “señorita” queda muy largo, y me llaman Miss Miró.

El sábado pasado murió de cáncer un niño que estudiaba en este colegio. Todos los que le conocieron estaban muy tristes, lógicamente. Era un niño asiático, de religión budista. No es que tenga nada que contar al respecto, pero en fin, toda la semana se ha tenido el tema muy presente y por eso os lo comento. La ceremonia del entierro, por ser budista, es muy distinta a lo que estamos acostumbrados y alguien me contaba lo raro que era todo. Aparte de lo que era la ceremonia en sí, el protocolo, la jerarquía de los sacerdotes budistas y todo eso, algo que le llamó la atención fue que había comida al lado del cuerpo del niño, para que tenga qué comer en su nueva vida. Siempre me he preguntado quién se encarga de eso después: ¿lo tiran o se lo come alguien?, y ¿con qué estómago se lo comen o lo tiran después de haber dicho que es para el muerto?, porque claro, es como si se lo estuvieras quitando, pero algo hay que hacer con ello... Y luego en otra sala se ve que había mucha comida para todos. Que tampoco tenemos nosotros cultura de eso: no tiene uno ganas de ponerse a comer cuando estás en un sitio así. Y además se ve que, claro, al estar allí comiendo, ya se relaja uno, y había jóvenes jugando con el móvil, hablando y riendo como si cualquier cosa... No sé, no quedaba muy bien.

Bueno, ya os hablo de otra cosa, mariposa:
La semana pasada conocí a Paco, el asesor técnico aquí en Massachusetts del Ministerio de Educación español. ¿Os lo conté ya? El caso es que me dio el email de otras chicas que están en Massachusetts y les he escrito y ya me han contestado. Lo malo es que para verlas he de ir a Boston, claro. Pero iré alguna vez a conocerlas. Ya os contaré. A lo mejor quedo ya para la semana que viene, porque he de ir de todas maneras. Es el concierto de Star Wars. Esto tampoco sé si lo conté ya. Si es así, os lo saltáis:
Un día puse la tele y vi que anunciaban un concierto en Boston con la música de las películas de La Guerra de las Galaxias y en plan espectáculo con imágenes de las películas y tal. Yo creo que sí os lo he dicho ya. En fin, el caso es que me gustó la idea y compré entradas (tenían que ser dos. Aún no sé con quién iré). Y es el sábado que viene ya.

Y hablando de shows, reservé entradas también para el puente de Thanksgiving que pasaré en Nueva York. Pensé que era absolutamente necesario estando en NY el ir a algún teatro de Broadway. Y elegí un musical, of course (Jersey Boys, creo que se llama), y luego una obra de teatro, no musical, por variar. Y he de confesar que ésta última la elegí sólo por el actor. Ya en la web donde aparece el listado de obras que dan, hay un apartado que dice: “Shows en los que aparecen famosos” –porque saben que la gente busca eso. Y yo caí en esa tentación. Una vocecita interior me decía: “elegirla con ese criterio no está bien…, y no es garantía de que sea buena”, pero luego la otra contestaba: “¿Y qué pasa? Seguro que lo hace muy bien, es un gran actor, y ¿qué tiene de malo eso de todas formas? Te apetece, ¿no? Pues ya está” Y escuché más a la segunda: Hamlet, con Jude Law. Me encanta Jude Law. Lo confieso. El mismo día de Acción de gracias. Así que en vez de pavo, esa noche tendré a Jude Law delante mismo. Yo creo que no está mal, ¿eh? ¿Qué me decís?

No tiene nada que ver, pero he visto algunos anuncios en la tele de Microsoft y de Mac, y hay mucha competencia. Los que tienen Mac siguen siendo un porcentaje muy bajo en comparación, pero están subiendo muy rápidamente las ventas y están fastidiando mucho a los otros que se dan cuenta de que pierden prestigio y clientes a marchas forzadas. Los anuncios de Mac son buenísimos. Todos lo recomiendan ya. (He descubierto que no necesitan antivirus). Y por cierto que aquí no tienen ningún complejo comparando marcas en los anuncios. Con nombres y apellidos: “Los Pcs siempre han tenido problemas con esto o lo otro. Y nosotros no”. En España aún disfrazamos esto un poco: “hay quienes…”, “hay compañías que…”.

¡Ah! El sábado pasado finalmente me compré la mesa para la tele, y alguna cosa más. Encontré una tienda de muebles de segunda mano, y por muy poco conseguí: la mesa que os digo, un espejo para verme de cuerpo entero, otro espejo para el baño (ahora no me pongo de puntillas pero me tengo que dar la vuelta porque lo tengo al otro lado), un calefactor para cuando me levante por las mañanas y el baño esté frío de toda la noche y una tabla que uso como bandeja para llevarme la cena al salón. No he encontrado bandejas en ninguna parte. No lo entiendo. En esta tienda tenían un cajón lleno de cuadros con fotos y dibujos cutres y chungos de ésos que la gente se lleva para colgar cualquier cosa en las paredes. Estaba dispuesta a llevarme uno de un payaso que tenía un tamaño bastante adecuado para usarlo de bandeja, pero acabé encontrando esta tabla que era más barata y me viene mejor.

Así que teniendo la nueva mesa, que había sido mi objetivo principal, ya podía ir a por la tele más grande. Y así lo hice. Y oye, qué cambio. Mucho mejor. Aún me falta una lámpara de pie para dar más luz y un sofá. Pero eso no podía yo sola y tendré que esperar a que Sammy (el del cole) esté disponible y me quiera echar una mano, en eso y un par de cosas más que le tengo pendientes. Pero ya se nota el cambio y queda mucho más apañadito el salón.

¡Casi se me olvida!: Mañana es el día: ¡¡¡mañana me cortaré el pelo!!! Me estrenaré yendo a una peluquería no-ibense. El caso es que siempre que vuelvo a casa después de pedir la cita pienso: “pues no lo tengo tan largo…” Me da pena. Pero creo que me irá bien. Es la peluquería de debajo de casa. La de las chicas con pintas punk y pelín estrambóticas. Pero creo que lo harán bien. Fotos, la semana que viene.

Hala, chicos. Ya he terminado por hoy. Os dejo con unas imágenes del downtown (centro) de Lowell en pleno otoño. Besos y abrazos, y gracias por escucharme.