Gustavo y Carmina llegaron a Boston el Jueves Santo, para quedarse conmigo visitando la ciudad hasta el domingo. La llegada fue catastrófica, he de confesar. Menos mal que nos encontramos en la estación de autobuses sin problema, porque todo lo demás parecía salir mal: el autobús en el que llegaban de Nueva York, se retrasó, con lo que era demasiado tarde para coger el tren de Boston a Lowell y nos vimos obligados a alquilar un coche. Para ir desde la estación de autobuses al aeropuerto, donde debíamos recoger nuestro coche, había que coger el metro. (Supongo que un taxi habría sido más inteligente, pero estoy tan acostumbrada a usar el transporte público que ni se me ocurrió). Pero era tan tarde, que las líneas de metro estaban dejando de funcionar también. Pasamos unos veinte minutos dentro de un vagón, parados, esperando que llegara otra línea desde la que hacer un transbordo. Cuando finalmente llegamos al aeropuerto y cogimos el coche, el gps que yo llevaba no funcionaba y tuvimos que parar y preguntar a un par de personas hasta encontrar el camino de vuelta a casa. Y gracias a que yo llevaba la ruta también explicada en un papel que saqué de google maps, pareció que llegaríamos a salvo. En fin, la aventura no había terminado, porque yo me salté una de las salidas cuando ya estábamos cerca, y tuvimos que volver a parar a preguntar cómo llegar al centro de Lowell. Teniendo en cuenta que todo esto pasaba de madrugada, a oscuras, cansados y casi sin gente a la que preguntar, llegar a casa a las 4 de la mañana fue un milagro. Pero llegamos, y gracias a Dios ya todo a partir de ahí fue bien.
Con nuestro coche:
La primavera ha llegado, hay montones de puestos con flores de todos los colores, y se te van los ojos...
Pasamos por un mercadillo (Haymarket) donde encontramos hasta almendras tiernas!!!! Me compré una bolsita y me hice una foto y todo.
Eran muy pequeñas, pero estaban ricas. Quién me lo iba a decir a mí. Eran del Líbano.
Paseamos por los parques del Boston Common, y por la explanada que da al río Charles, e hicimos un picnic:
Fuimos a la plaza de Copley, vimos la biblioteca pública por dentro:
Paseamos por la piscina reflectante, cruzamos el Prudential y nos tomamos algo en una cafetería, y no sé qué otras cosas más.
El sábado nos salió lloviendo, y se pasó así casi todo el día, así que fastidió bastante. Aun así, aprovechamos para visitar mi colegio, que creo que les gustó.
En Boston, comimos de lo que compramos en los puestecitos del Quincy Market,
y después fuimos a Cambridge, recorrimos la zona de Harvard,
y visitamos el Museo de Historia Natural de la universidad. Fue bastante interesante. Abajo, una foto de flores de cristal (literalmente) que un profesor elaboraba para poder mostrar a sus alumnos cómo eran las flores sin que éstas se marchitaran cada vez.
Mónica nos acompañó un par de horas. Cuando paró de llover paseamos un poco más viendo algunas cosas que nos habían quedado pendientes, y ya volvimos hacia la estación para coger el tren. Preguntamos a cómo vendían las entradas en la reventa para el partido de los Bruins (hockey) de esa noche, pero eran demasiado caras.
Y el domingo paseamos por Lowell, por las calles del centro que son consideradas un parque nacional urbano, paseamos junto al río Merrimack, y fuimos al centro de información...
Y de allí ya con las maletas, hacia Boston de nuevo para volver en autobús a Nueva York. Se me hizo un nudo en la garganta al despedirlos. Fue breve, pero estuvimos a gusto.
Y el lunes ya a trabajar duro. No han sido unas semanas fáciles, puesto que era justo después de conocer la noticia de quiénes se van y quiénes se quedan. Pero hay que seguir trabajando, y sobre todo por los niños, que no tienen nada que ver con todo esto.
Me he dado el mes de mayo de límite para intentar encontrar otro trabajo. Ya sólo me quedan dos semanas. Si no sale nada, en junio empiezo a planificar el regreso. He tenido un par de entrevistas por teléfono, pero sin fruto, y nada más. La directora me hizo una carta de recomendación muy buena, pero aún no he tenido ocasión de usarla. Supongo que no estoy poniendo demasiado empeño. A lo mejor es síntoma de que en el fondo ya me apetece volver. Estaba convencida de que no, que quería hacer ese año de más que tenía de visado; pero al ver lo de mi regreso como un factor muy probable e inevitable, me mentalicé, no sé si demasiado, y se me quitaron las ganas de luchar por quedarme.
En el colegio todo va bien. Sin novedad. Mis alumnos de quinto recibieron sus cartas del intercambio de los niños del colegio de Ibi. (En la foto de arriba donde salgo con Carmina por los pasillos del colegio, llevo el sobre en la mano, que acababa de recibir). Estaban superilusionados. Recibieron tres cada uno. Algunas con fotos y muy decoradas. El día que las entregué y dedicamos la clase a leerlas fue como una fiesta, cada uno leyendo las suyas, y enseñándoselas a los demás. Ahora vamos a contestarles. A ver qué tal sale la segunda. Les dije que mi sobrina era una de las de la clase con las que nos escribíamos, y bromeamos con ese tema. Uno me preguntó si podía escribir a otro que no fuera el que le había tocado (porque quería escribirle a ella), y yo le dije que si contestaba a sus tres penpals, luego podía escribir a quien quisiera. Pero ya veremos en qué acaba el tema. El jueves nos dedicaremos a esto.
No está haciendo un tiempo muy bueno, la verdad. Llueve mucho. Pero claro, es primavera. En cualquier caso, el otro día, la temperatura era un poco más alta, y yo me puse un top sin mangas. Un niño negrito de prescolar me vio los brazos y me preguntó que por qué tenía tantos puntos. No sabía lo que eran las pecas...
El sábado pasado estuvimos trabajando en el colegio porque había que recuperar uno de los días de clase que se cancelaron por nieve. Menos mal que se hizo ligero. Todos los cursos habían preparado actividades lúdicas con el objetivo de repasar los temas de matemáticas del examen que tenían esta semana. El ambiente era relajado y lo pasamos bien. Además, puede que al final corten las clases el 24, y no el 29 como se pensaba. Sería maravilloso. A ver qué pasa.
Y mientras tanto, como yo tengo en mente que a lo mejor ya me voy para no volver, intento aprovechar para no dejarme nada importante pendiente.
-Un sábado estuve visitando una iglesia muy grande que hay en Boston que llaman de la Ciencia Cristiana, o algo así. Hacen tours gratuitos y fue muy curioso escuchar la historia de cómo nació. Nada que ver con la Cienciología de Tom Cruise.
También visité la biblioteca y museo sobre JFK que hay en la Universidad de Massachusetts:Este sábado próximo toca visitar el Museo de Bellas Artes, que aún no he visto.
-Ya me he comprado una camiseta que pone “Boston”, y he conseguido una bolsa que pone “Lowell”, así que en ese sentido también estoy servida. (A la salida del colegio un día vi a una chica en una esquina con esa bolsa, y sin conocerla de nada me paré y le pregunté que dónde podía conseguir una como ésa, y me dio su tarjeta porque trabaja en el departamento que organiza eventos para promover la cultura y el ocio en el pueblo, y me dijo que me pasara por allí y me darían una. Y allí que me presenté ayer. Je, je.)
-Celebré mi santo invitando a un par de amigos a pastelitos deliciosos y algo de beber, y acabé hasta comprándome un vestido. Fue un día muy agradable.
-También estuve hace poco de paella de marisco con amigos españoles en Boston, y comiendo pan con tomate y jamón (o algo muy parecido).
Así que como veis, aburrirme no me aburro.
Bueno, veo que me he alargado mucho esta vez, así que corto el rollo de momento.
See you soon!